- Medidas. Baleares subirá la 'ecotasa' que pagan los turistas
- Entrevista. Barceló: "España puede superar los 100 millones de turistas sin problemas"
El hotelero mallorquín Simón Pedro Barceló lo advirtió en 2024: «Nos tenemos que poner de acuerdo sobre cuál es el límite; aunque, para ello, tendremos que responder colectivamente a preguntas difíciles», puntualizó el directivo del Grupo Barceló una compañía que factura más de 5.500 millones de euros al año y da empleo a 34.000 personas en todo el mundo.
Preguntas espinosas como, por ejemplo, «si se van a poner límites a la entrada de personas por el aeropuerto o si se va a priorizar a los turistas europeos o a los nuevos turistas americanos que queremos captar...hay una larga lista de interrogantes y mientras tanto hay que mejorar las infraestructuras».
Ha pasado un año desde aquella reflexión y Baleares sigue sin contestar a esas preguntas, a pesar de que, sobre el papel, intenta buscar salida al laberinto en el que se ha convertido el debate público sobre el modelo clásico del turismo de masas.
Es una discusión politizada a la que la población asiste con recelo y escepticismo, mayoritariamente consciente de que el turismo es esencial, el sustento económico de la región. Pero también con la percepción creciente de que hay que combatir los efectos negativos que conlleva la masificación turística.
"El techo"
«Sin duda hemos tocado techo», dice el consejero autonómico de Turismo, Jaume Bauzà (PP), cuando se le pregunta si la región más turística de España debe cambiar el modelo que trajo de la mano su despegue económico en la segunda mitad del siglo pasado. Un turismo concentrado en los meses de verano que representa directamente el 43,6% del PIB autonómico, muy por encima del 13% que el sector representa para la economía española.
Baleares ha sido durante medio siglo el laboratorio turístico de España. Allí nacieron algunas de las compañías hoteleras españolas más importantes -Barceló, Riu, Meliá, Iberostar- y en sus playas se forjaron con éxito fórmulas luego exportadas, como el todo incluido o el bufé del desayuno, cuya invención se atribuyen varios hoteleros mallorquines.
«Es necesaria una transición hacia un modelo más sostenible y con mayores garantías de futuro», agrega Bauzà, que aboga por ese cambio «no sólo a nivel turístico» sino en otros aspectos de la economía en los que el turismo tiene incidencia, como la presión que ejerce sobre el precio de la vivienda, especialmente acentuado por el boom del alquiler turístico.
Con una población de 1,2 millones de residentes, los datos recién publicados por el Instituto Nacional de Estadística reflejan que el archipiélago recibió 18,7 millones de turistas en 2024. De ellos, 15,3 millones eran extranjeros, lo que supone cuatro millones más de los que llegaban hace una década (un 35% más). Las cifras no paran de crecer, con un repunte intenso tras la pandemia. El sector augura que este año puede llegar al hito de los 20 millones de visitantes.
El gasto turístico escaló el pasado año hasta los 22.300 millones de euros. Es una indudable fuente de riqueza que, sin embargo, tiene claroscuros y, según denuncian muchos agentes sociales, no se reparte como debería.
«El turismo es positivo y por él pasa nuestro futuro económico» -defiende Llorenç Pou, responsable de asuntos económicos del PSOE balear, principal partido en la oposición- «pero esa riqueza no se reparte como debe y la masificación genera costes sociales y medioambientales; hay un exceso de turistas».
Esta misma semana, el Govern que preside Marga Prohens (PP) tiene previsto anunciar una batería de medidas tras reunir a una mesa de discusión social. «Hace tiempo que desde el Govern consideramos que la única manera que tenemos de crecer es haciéndolo en calidad y no en cantidad y creemos que es posible hacer una transición hacia un modelo más sostenible y comprometido con el entorno», sostiene el conseller Bauzá.
Prohens ha asumido personalmente ese compromiso, incorporando a su discurso argumentos que hasta hace unos años eran más propios de los partidos de izquierdas.
A finales de 2024, se comprometió a aprobar este año un paquete de medidas para promover la «contención turística» y evitar la «masificación descontrolada». Este viernes avanzará algunas medidas. Hasta el momento, únicamente ha trascendido su intención de subir el impuesto de turismo sostenible (la ecotasa que pagan quienes pernoctan en el archipiélago) o de incrementar la vigilancia para erradicar el alquiler turístico ilegal.
Se estudia también una eventual limitación a la entrada de vehículos en Mallorca, una medida que se aplica desde 2019 en la isla de Formentera y que se ha aprobado también para Ibiza. Entre la nueva batería de medidas podría haber un paquete de actuaciones sobre la fiscalidad, buscando incentivar determinadas actividades turísticas sobre otras, aunque de momento no se ha concretado.
Hablan los expertos
Este jueves debe reunirse la mesa social creada por el Govern, que inicialmente reunió a más de 100 entidades, aunque ha ido perdiendo presencia de grupos ecologistas y de izquierdas. Allí deben plasmarse las líneas maestras del plan.
Mientras tanto, los expertos siguen presentando estudios. «Baleares puntúa muy bien como destino turístico en Europa, con excelentes infraestructuras, buena conectividad y valiosos recursos naturales», explica Antoni Riera, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de las Islas Baleares. Sin embargo, suspende en lo que se conoce como «sostenibilidad de la demanda», donde ocupa la parte baja en el ranking de 325 regiones europeas analizadas. «Por ejemplo, hay mucha rotación», explica Riera, y eso implica un mayor consumo de bienes y servicios asociados al turismo (toallas, coches de alquiler, envases).
Además, sigue habiendo «una alta demanda concentrada en pocos meses y en lugares de mucho atractivo turístico». Todo eso lastra la puntuación en ese apartado pero no afecta al carácter general del destino, que sigue siendo puntero. Riera se muestra optimista y cree que sí se puede producir una mejora del modelo en un espacio relativamente corto de tiempo.
«Estamos centrados en equilibrar los picos de demanda», abunda en esa línea Javier Vich, hotelero y presidente de la Federación Hotelera de Mallorca. La isla intenta atraer más turistas en invierno y ha vuelto a crecer en el número de aperturas de hoteles, aunque todavía no pasa del 33%, lo que prueba una lógica dependencia del modelo de sol y playa.
El sector emplea directamente a más de 60.000 personas en el archipiélago e indirectamente incide en toda la población, a gran distancia de cualquier otra actividad económica.
Con semejante peso en la economía local, la población balear asiste desconfiada a los eslóganes machacones sobre sostenibilidad y al confuso debate público sobre el nuevo plan para el futuro turístico.