En el acuerdo entre el Gobierno y Junts, decisivo para la investidura de Pedro Sánchez y para su continuidad en La Moncloa, hay un cabo suelto que aviva la desconfianza, incluso el rencor, de los nacionalistas catalanes para con el PSOE: que de la ley de Amnistía no se haya beneficiado todavía Carles Puigdemont. Justamente la persona para quien se pensó y diseñó una polémica norma que tampoco ha beneficiado al resto de ex consejeros de la Generalitat que permanecen fugados de la justicia española, Lluís Puig y Toni Comín, y cuya situación personal se ha complicado mucho en los últimos meses.
Conocedores del malestar que existe en Junts con el «fracaso» de la amnistía, al sentirse engañados por el Gobierno a medida que pasa el tiempo sin que se despeje el escenario judicial de Puigdemont y sus compañeros, los emisarios socialistas han trasladado a los tres fugados un mensaje de calma y esperanza: deben permanecer tranquilos, sin alterar a los suyos en Barcelona y en Madrid, porque calculan que este verano el Tribunal Constitucional, que preside Cándido Conde-Pumpido, avalará la ley de gracia, señalan varias fuentes independentistas a este diario.
La posibilidad de que el TC avale en breve la amnistía la apuntó la semana pasada en público el eurodiputado de Comunes-Sumar Jaume Asens, con línea directa con Puigdemont desde que en 2017 le asesoró sobre su fuga a Bélgica y le puso en contacto con su abogado, Gonzalo Boye. Asens remarcó que la «última palabra» la tendrá el TC y que esta se sabrá «más pronto que tarde, de aquí a unos meses, y será favorable».
El mensaje de calma y confianza que el PSOE ha hecho llegar a Waterloo por sus canales de comunicación permanente trata de reforzar la idea de que la voluntad del Gobierno ha sido y es que la Ley de Amnistía se aplique en breve de manera completa, tal como se negoció con Junts. Así como su plena confianza en la constitucionalidad del texto. Si bien fuentes gubernamentales subrayan que su voluntad política de que la amnistía sea completa no significa que desde Moncloa se dirija o controle al TC, ni que Sánchez pueda evitar los recursos.
EL TC TIENE MARGEN
Técnicamente, Pumpido, que es quien fija la agenda del TC en calidad de presidente, todavía tiene margen para que el tribunal aborde la amnistía este verano, aunque debe acelerar el trabajo de los magistrados. Este diario ya desveló que Pumpido había pedido a los letrados que se den prisa. No obstante, el inaudito choque con la Audiencia de Sevilla por la sentencia de los ERE andaluces puede ser un elemento que altere el calendario del TC y sus previsiones iniciales sobre la amnistía.
Una de las reuniones más tensas que han mantenido el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y Puigdemont en Bruselas se produjo pocos días después de que el Congreso aprobara la Ley de Amnistía. Ante las demandas de Puigdemont de que quería tener garantías de que su inmunidad sería rápida, el socialista acabó reconociendo aquello que el fugado ya empezaba a sospechar: el Gobierno no le podía garantizar que en su caso el Tribunal Supremo le aplicará la medida de gracia. «¡No controlamos a los jueces!», llegó a exclamar Cerdán sin mucho efecto. Desde aquel momento en la cúpula de Junts ha ido creciendo la sensación de que el Gobierno no ha ejercido toda la presión que podría sobre el Supremo.
Un «sobre esfuerzo» que, entienden, sí ha hecho para defender al fiscal general del Estado, Álvaro García-Ortiz, ante su imputación o, incluso, por la imputación de su esposa, Begoña Gómez. «Cuando a Sánchez le interesa, bien mueve mar y montaña, presiona a jueces y fiscales, algo que no ha hecho por Puigdemont», lamenta un dirigente de Junts.
LA AMNISTÍA POLÍTICA
El mensaje del PSOE reclamando paciencia y confianza a sus aliados nacionalistas también trata de atemperar el malestar en Junts respecto a otra de sus firmes exigencias: la llamada «amnistía política» de Puigdemont. Es decir, el reconocimiento por parte del Gobierno de su legitimidad como actor político y líder indiscutible del nacionalismo catalán, independientemente del Supremo y del TC. Una «rehabilitación» que para Junts pasa necesariamente por la celebración de una entrevista oficial entre Sánchez y Puigdemont.
Y aunque el PSOE ve inviable esta reunión mientras Puigdemont no sea amnistiado, fue el propio Sánchez, en uno de sus enfados a principio de año por el enésimo órdago de Junts en el Congreso, quien llegó a plantear verse con Puigdemont para acabar con el chantaje de Junts y garantizarse su apoyo a los presupuesto. Pero fue el círculo de confianza de Sánchez en Moncloa el que acabó convenciendo al presidente de que era una mala idea regalar en este momento, con el Gobierno incapaz de aprobar unos presupuestos y con la división por el gasto en rearme que exige Bruselas, esa fotografía a Puigdemont de «normalidad».
A la espera de que el TC actúe en verano a su favor, lo que en el independentismo ya han bautizado como el «efecto Pumpido», Junts alternará su apoyo a Sánchez en el Congreso con algunos reveses porque no tiene ninguna prisa en precipitar la caída de este Gobierno y que llegue a la Moncloa «la derecha».