El supercohete New Glenn, desarrollado por la empresa aeroespacial de Jeff Bezos, Blue Origin, no ha podido llevar a cabo este lunes su primer vuelo de prueba desde Cabo Cañaveral, donde se habían congregado numerosas personas para ser testigos de este lanzamiento espacial.
Un problema en un subsistema del vehículo lanzador ha obligado a aplazar el despegue pasadas las 9 de la mañana, hora peninsular. "Estamos revisando oportunidades para nuestro próximo intento de lanzamiento", ha señalado la compañía, que tenía hasta las 10 horas para despegar.
Las malas condiciones meteorológicas de la alta mar impidieron hacer este primer test a lo largo de la semana pasada, como estaba previsto, pero este lunes eran en principio más favorables para el despegue, previsto a partir de las 7 horas en Península (1 horas en la costa Este de EEUU), y con una ventana de lanzamiento de tres horas. Desde las 7, el reloj fue posponiéndose en varias ocasiones hasta fijar la hora a las 9.15, pero poco antes se anunció que se abortaba el test por el mencionado problema técnico.
El vehículo espacial, de 98 metros de altura y siete de diámetro, es el más grande desarrollado por la empresa del magnate estadounidense, que espera competir de tú a tú a tú con los cohetes de SpaceX, la compañía de su rival, Elon Musk. Con el New Glenn, denominado así en homenaje a John Glenn, el primer astronauta de la NASA que orbitó la Tierra, Bezos planea llevar al espacio todo tipo de grandes cargas, desde satélites a naves espaciales, incluyendo misiones a la Luna, y componentes de la futura estación espacial que Bezos planea construir con otros socios.
Tanto la compañía Blue Origin como su director, Dave Limp, han subrayado reiteradamente que la prioridad número uno para el test de hoy es que el cohete logre llegar al espacio y orbitar con seguridad, aunque como objetivo secundario recuperar la primera etapa del lanzador, diseñado para que tras el despegue regrese a tierra de forma controlada y aterrice en una plataforma marítima. De ahí, que el mal estado de la mar de los días pasados impidiera el vuelo de prueba.
"Este es nuestro primer vuelo y nos hemos preparado rigurosamente para ello. Pero ninguna prueba en tierra o las simulaciones de la misión pueden reemplazar el vuelo de este cohete. Nuestro principal objetivo hoy es llegar a la órbita de forma segura. Cualquier cosa más allá de eso es la guinda del pastel. Sabemos que aterrizar el propulsor en nuestro primer intento en alta mar en el Atlántico es ambicioso, pero vamos a por ello. Pase lo que pase, aprenderemos, perfeccionaremos y aplicaremos ese conocimiento en nuestro próximo lanzamiento", ha señalado la compañía en la red social X.
Al igual que los cohetes Falcon 9 o el Starship de SpaceX, el New Glenn ha sido diseñado para que su primera etapa sea reciclable. Una innovación que está permitiendo abaratar el tradicionalmente alto coste los lanzamientos espaciales.
Jeff Bezos anunció en 2016 el programa para desarrollar este gran lanzador, cuyo primer vuelo inaugural se estableció para 2020 pero como es habitual en el sector espacial, ha sufrido retrasos. Blue Origin se había marcado el objetivo de lanzar antes de que acabase 2024, pero finalmente han tenido que esperar a enero para colocar al cohete en la plataforma de lanzamiento.
Hasta ahora, los lanzamientos de Blue Origin han usado un cohete mucho más pequeño y suborbital, el New Shepard. Este lanzador, también parcialmente reutilizable, ha llevado a cabo una veintena de vuelos con turistas que han experimentado durante unos minutos la ingravidez.
También para este lunes estaba prevista la séptima prueba del Starship, de 121 metros, que está desarrollando SpaceX, pero que ha sido fijada para el día 15. Los test de vuelo de este gran cohete, el mayor y más potente del mundo junto con el Space Launch System (SLS) que la NASA ha construido para las misiones a la Luna, se realizan desde las instalaciones de SpaceX en Texas.