MIÉRCOLES
EL CHISTE DE RAJOY
Una las cosas más bonitas que ha tenido la fundación de Podemos ha sido la de poder presenciar en directo a un grupo de jóvenes y no tan jóvenes descubriendo el mundo, salvo por el inconveniente del montón de gente que se prestó a que se lo descubrieran. Podemos se animó enseguida a marcar con su fundación el año cero en el que descubrimos qué era la Transición, el fascismo, la política, la democracia, una mujer o un chalet.
Este miércoles, Ione Belarra, la líder indiscutible de Podemos, que diría Alsina, nos descubrió a todos qué era un gallego. Y se lo explicó a Mariano Rajoy, que lleva un montón de años siéndolo, muchos de ellos sin que Belarra lo supiera. «No sé de dónde saca usted ese gracejo, porque usted es gallego y los gallegos no tienen fama de graciosos», decretó, o nos decretó, como en Amanece que no es poco, donde los sudamericanos sólo podían, por ley, u oler bien o andar en bicicleta. Cuando estudiaba en Pamplona, de dónde es Ione Belarra, el profesor inglés David Isaacs Jones, nos contó el chiste de cómo meter cien navarros en un coche, pues diciéndoles que no pueden.
De las declaraciones de la líder de Podemos se deduce que los gallegos no le hacemos gracia, de lo que está en pleno derecho, pero que Mariano Rajoy le hace muchísima, y de ahí su sorpresa, que quiso compartir con toda España. Por eso en la réplica, el ex presidente del Gobierno no quiso decepcionarla cuando Belarra le preguntó si creía que eran tontos: «Si yo creo que son tontos... con su permiso no voy a responder a esa pregunta porque tampoco se trata de generar aquí un mal ambiente».
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Veo imágenes de destrucción de una tormenta de nieve en Iowa y lo primero que se me viene a la cabeza es si el gobernador de Iowa estará o no en el CECOPI y si alguien se lo pregunta.
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La directora general de Salud Pública de la Junta de Castilla y León, Sonia Tamames, ha dimitido por decir una obviedad que ha atentado contra sensibilidades que todavía llevamos a flor de piel: «La pandemia del Covid-19 no fue una pandemia de gran gravedad. Afectó en unas etapas muy tempranas a la población joven, pero rápidamente el virus evolucionó para convertirse en grave solo en los extremos de la vida y fundamentalmente en las personas mayores». Luego la comparó con la gripe del 18, aunque de acuerdo con las estadísticas de mortalidad y afectación podía haberla comparado con la de la viruela de 1796, el sarampión de 1954, la peste bubónica de 1894, la hepatitis B de 1963, la fiebre entérica de 1885 o el cólera de 1854, y muchas otras más que en la historia de la humanidad se llevaron por delante porcentajes mucho más altos de la población mundial, basándose en un principio. «La disrupción social que produce, enfermedad grave en personas jóvenes, es muy superior a la que hemos sufrido», explicaba Tamames sin salirse del ejemplo de la gripe del 18.
La sociedad ya no está preparada para escuchar obviedades, y mucho menos tan duras como las médicas, por eso enseguida denunciamos la falta de sensibilidad, que es algo de lo que carece la naturaleza, los virus y las estadísticas. Decimos que queremos que nos cuenten la verdad, pero no es cierto.
En cuanto supe que no la habían echado, sino que se había ido ella tras todo el revuelo, enseguida eché mano de su currículum para confirmar lo que me temía, que esta señora sabe de lo que habla y que, por lo tanto, con nuestros criterios de selección, no podía seguir ni un minuto más en la administración pública: «Licenciada y doctora en Medicina, Máster en Salud Pública, Máster en Metodología de la Investigación, con post-grados en Evaluación económica de programas de vacunación, en Mathematical modelling for the control of infectious diseases por el Imperial College London, en Programas de Gestión Sanitaria y en Experto en Vacunas». Decía Zelenski al principio de la guerra de Ucrania que no necesitaba abrazos, que necesitaba balas. A mí me da que en la pandemia nos sobraron abrazos, que nos sigue gobernando un virus de abrazos, y que nos faltan expertos. Los políticos, nos guste o no, son un reflejo de la sociedad, y Tamames, para nuestra desgracia, no se nos parece en nada.
VIERNES
8-M
A la izquierda se le está quedando un 8-M precioso de la mano de Monedero, Errejón y Ábalos. Gracias a las denuncias, ahora sabemos que al 8-M se iba a meter mano, disfrazada de euforia solidaria de feminismo. Dos símbolos de la izquierda feminista ahora son símbolos del machismo. Antes la noticia del 8-M era que el feminismo salía a la calle dividido por las manifestaciones, y ahora está dividido por órdenes de alejamiento voluntarias. Los casos de presuntos abusos y agresiones sexuales demuestran, una vez más, que el feminismo tenía razón, y la izquierda no.