Junto a las Torres de Quart, una de las dos puertas de la muralla medieval que aún conserva Valencia, se ubica una escultura que suele pasar desapercibida a los miles de turistas que cada día campan por el casco histórico de la capital. Ese que estos días ha quedado completamente al margen del paisaje desolador que ha dejado tras de sí la DANA en otros municipios del área metropolitana. Es en estas calles donde se alza El Palleter, considerado por los valencianos como uno de sus símbolos más icónicos. Porque esta es la figura de un humilde labrador que representa la insumisión y la revuelta popular contra el poder y la injusticia.
Paradojas de la historia, El Palleter es uno de los hijos ilustres de Paiporta, el municipio que este domingo se ha levantado en armas contra la visita de los Reyes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Si en 1808 Vicent Doménech -el verdadero nombre de El Palleter- enarbolaba su humilde faja de labrador para encabezar la revuelta popular contra la ocupación francesa, lo que ayer se vio en Paiporta fue a vecinos empuñando hasta las palas con las que estos días se ha retirado el lodo de calles y casas. Si entonces se luchaba contra los franceses, lo de ayer era una batalla contra quienes son -a juicio de los vecinos- los responsables de un reguero de muertes y barro.
Paiporta, que el fatídico 29 de octubre dio la vuelta al mundo convertida en la zona cero de la DANA, ha estallado definitivamente el 3 de noviembre. Y con qué furia descontrolada. La imagen de unos Reyes manchados de barro -en medio de la ira popular- ha vuelto a dar la vuelta al mundo. "Jo, un pobre Palleter, li declare la guerra a Napoleó" ("yo, un pobre Palleter, le declaro la guerra a Napoleón"), cuentan que gritó Doménech el 23 de mayo de 1808. "Asesinos, asesinos", gritó ayer Paiporta.
El rugido de Paiporta es en realidad el de un municipio obrero que, con sus apenas cuatro kilómetros cuadrados de superficie, está insertado en el área metropolitana de la capital. A sólo 5,5 kilómetros de Valencia, Paiporta ejemplifica a la perfección una de las mayores contradicciones de esta catástrofe sin precedentes: mientras la ciudad de Valencia ha sobrevivido a la DANA por estar al norte del nuevo cauce del río Turia, el antaño conocido como cinturón rojo del sur ha quedado sepultado bajo una montaña de fango.
Perteneciente a la comarca de L'Horta Sud como Aldaia, Benetússer, Catarroja o Alfafar -los otros damnificados-, en Paiporta viven unas 27.000 personas. Municipio tradicionalmente de izquierdas -y de ahí lo del cinturón rojo-, en 2023 dio la vara de mando a una socialista, Maribel Albalat, que ya se había estrenado como alcaldesa en 2021 tras el paréntesis de Compromís.
Paiporta, de hecho, logró aguantar y resistir a la ola azul de los populares en las pasadas elecciones municipales. El único alcalde del PP que ha tenido fue Vicente Ibor, que gobernó entre 2007 y 2015. Hasta entonces, el PSPV-PSOE había gobernado el consistorio ininterrumpidamente.
Maribel Albalat, que este domingo recibía a los Reyes en el Puesto de Mando Avanzado de la localidad, se ha hecho tristemente famosa por ser la alcaldesa que ha denunciado ante las cámaras que la alerta les llegó cuando ya estaban con el agua al cuello. Por contar entre lágrimas que en su pueblo los cadáveres se contaban por decenas. Sólo en Paiporta, de hecho, hay confirmados 62 de los 210 fallecidos que se han contabilizado hasta la fecha en toda la provincia de Valencia.
Los vecinos de Paiporta, mayoritariamente de clase trabajadora, han visto cómo el agua se lo llevaba todo. Se trata de una localidad con una renta media bruta que ronda los 26.000 euros, en línea con los municipios al sur de la capital, como Sedaví o Massanassa, afectados también por las inundaciones. Nada que ver, en todo caso, con los 61.000 euros de Rocafort o los 48.000 de Godella, localidades al norte de Valencia llenas de urbanizaciones y a salvo de la devastación de la DANA.
Paiporta aún conserva un núcleo poblacional de habitantes "de toda la vida" que ha permitido que el valenciano siga siendo lengua de uso habitual. Tan cerca y a la vez tan lejos de Valencia.