La central nuclear de Cofrentes tendrá que cesar su actividad en 2030 si no hay una modificación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que lo evite y, con ello, el impacto que tendrá en la industria valenciana, que corre un serio riesgo de colapso según informe elaborado por la Cámara de Comercio de Valencia. La imposibilidad de abastecerse de esta energía afectará a 12.000 empresas que generan 184.328 empleos, el 8,5% de la Comunidad Valenciana, retraerá la inversión extranjera y tendrá efectos en retos 'verdes' como la electrificación del automóvil o la desalización en periodos de sequía.
"El cierre de Cofrentes pone en riesgo el modelo industrial valenciano y, por tanto, el futuro de nuestra sociedad", sentenció el presidente de Cámara Valencia, José Vicente Morata. Con este estudio, la institución pretende visualizar las consecuencias que tendrá que cese la producción en Cofrentes sin que las renovables hayan avanzando lo suficiente para cubrir el 20% de electricidad que se produce en las centrales. Eso les lleva a defender la necesidad de prolongar la vida de Cofrentes con una moratoria que debería alcanzar al menos hasta 2050 y que tendría que decidirse "con dos o tres años de antelación". "Eso nos lleva a que hay que tomar una decisión ya antes de que deje de abastecerse de combustible, en este caso uranio, y de formar a personal crítico, que es el que trabaja en los reactores", explicó Amadeo Aznar, coordinador del estudio, que también defendió Héctor Dominguis, consejero delegado de GDES.
Hay dos variables que guían el estudio, que son la imposibilidad de que las renovables cubran el porcentaje de la nuclear en el mix energético nacional -"al menos hasta que avance la tecnología que permita el almacenamiento y se simplique la burocracia generada por el Pacto Verde", advirtió Morata- y el incremento del consumo. En la Comunidad Valenciana se estima que hasta 2050 se crearán 40.000 nuevas industrias que elevarán la cifra de empleo directo e indirecto a los 235.000. La mayor parte de ellas serán intensivas en el consumo de electricidad.
Valencia es, además, uno de los polos de electrificación del automóvil, con el proyecto de Ford y la gigafactoría de batería de Volkswagen en Sagunto. Además, se trabaja en la atracción de inversiones en centros de datos y, como zona azotada por la sequía y con un fuerte componente agrícola en las comarcas del sur, mira a las plantas desaladoras como alternativa a la escasez hídrica. "Por eso si falla la energía nuclear, falla el sistema", advirtió de nuevo el presidente de la Cámara.
El informe recuerda que la volatilidad de los precios se puede traduce en que si con energía nuclear el coste de la electricidad para una empresa es que el precio medio mensual por megawatio hora es de 62,9 euros, sin ella subiría hasta los 99,7 euros. Para los hogares y pymes esto se traduciría en un aumento de gasto de 3.719 millones al año y para las industria se elevaría hasta los 4.113 millones.
Con estos precios, y la certeza de que otros competidores europeos como Suecia o incluso Alemania, que cerró sus centrales en 2023, se están planteando volver a recuperar esta fuente de energía, España y la Comunidad Valenciana perderían inversión extranjera, posicionamiento internacional y recaudación vía impuestos, además de ser más dependiente energéticamente del exterior.
Tampoco, defienden, mejoraría su compromiso con la reducción de emisiones y la descarbonización, "porque si se cierran las nucleares hay que compensar con energía generada por ciclos combinados, y eso tiene tres riesgo", explicó Aznar. El primero es que hay que importar más gas, se emite más CO2 a la atmósfera y, por tanto, hay que comprar derechos de emisión "que rondan los 90 euros por tonelada". "Rellenar el gap que deja la energía nuclear tienen altos costes y a corto plazo sería difícil de alcanzar", resumió el experto.
Con respecto a la vida útil y con seguridad de la central valenciana, Aznar y Dominguis aseguraron que puede estar e funcionamiento con total seguridad "50 o 60 años más manteniendo estándares de seguridad". "En cada reactor se invierte una media de 30 millones por año en mejoras en productividad y seguridad", añadieron. Los residuos tampoco serían un problema, "porque los generados en toda España desde que se abrieron las primeras centrales caben en un campo de fútbol. Pueden ser almacenados en las mismas centrales o en almacenes temporales", explicó Dominguis.
Para Cámara Valencia, mantener con vida Cofrentes es una necesidad que depende solo de la voluntad política. Por eso hará llegar este informe a todos los grupos. "Se lo ofrecemos al Gobierno porque pone en riesgo el fututo. Nos jugamos muchos en decisiones como estas que en Europa se están replanteando. Sin industria no hay empleo de calidad ni logística. No pedimos nada nuevo, sino mantener lo que tenemos. La energía nuclear puede que no sea el futuro, pero necesitamos tiempo", sentenció Morata.