—-¡Ángel! ¡Ángel!
Rafa Nadal grita a la tribuna el nombre de su médico de cabecera. Ángel Ruíz Cotorro no es sólo un doctor, es su principal aliado en las batallas contra las lesiones. Es el Madrid Open 2024 y el partido contra su oponente no está ni mucho menos encarrilado. Una espectadora acababa de desmayarse y Rafa, siendo como es, pensó en ayudar. Su mente le dirigió inmediatamente hacia el hombre que le había resucitado tantas veces. Rápido fue hacia él. Cuando Ángel Ruiz Corroto se disponía a acudir en auxilio de la mujer, ya los sanitarios habían llegado. Pero ese grito que calló la pista central de la Caja Mágica significaba tanto...
Desde la adolescencia, Rafa confía en Cotorro. Estuvo con él cuando le diagnosticaron el síndrome de Müller Weis. Le ayudó a paliar el dolor crónico. Fue su primera resurrección. Era apenas un tenista prodigioso, no el portento que en el futuro ganaría 22 grand slams, 14 de ellos en la Philippe-Chatrier de Roland Garros. Sólo un año después de ser diagnosticado, en 2005, venció por primera vez. A recuperar su salud y salir airoso le ayudaron unas plantillas especiales, su particular resistencia y el auxilio de su doctor. Dos palabras le acompañarían esos años: dolor y calambres. Fueron cinco meses de baja. Antes, en 2003 y 2004, una fisura en el codo derecho y una fractura en su pie izquierdo le sacaron del circuito por el mismo tiempo.
Hay otra escena en los campos. Es la euforia. Año 2012, Rafa grita, salta, vibra. A su lado, está su médico. Hay pocas imágenes de tanta alegría juntos. Omnipresente en sus torneos. Es su séptimo triunfo en París. Otra vez había superado el sufrimiento en sus rodillas que, en 2010, le había tenido mes y medio de baja. Entre 2008 y 2009, tendinitis en ambas articulaciones, ya le habían hecho parar por cuatro meses. Era el triunfo de la medicina, que volvería pronto a tener otro reto: rotura del tendón rotuliano izquierdo. Ocho meses de baja. Volvió a ganar. Y ganar. Y volver a ganar. Se le hizo un tratamiento de plasma con factores de crecimiento.
Entre 2014 y 2018, acumuló más penurias. Las dos muñecas, una lesión abdominal y un pinchazo en el psoas ilíaco hicieron que en ese periodo acumulara ocho meses sin competir. Su parte médico seguía creciendo porque las rodillas no le dejaban en paz. Pasó por una artroscopia en el tobillo. Pero no dejaba de competir. Un año después, más gloria. Otra Copa Davis para España. En las Olimpiadas de Río 2016, el oro en dobles.
En esta última década, Cotorro tampoco ha parado. El drama ha sido crónico. Por el Müller-Weiss, una fisura de costilla y una rotura abdominal, entre 2021 y 2022, le llevaron al límite con casi nueve meses de baja intermitentes. Pero Rafa Roland Garros Nadal pudo ganar su décimo cuarto título en tierras galas. Le durmieron el nervio peroneo profundo, superficial y tibial, como publicó en portada este suplemento tras la victoria: Dando pie al rey Nadal, 12 de junio de 2022.
El año pasado una lesión en el psoas ilíaco le hizo plantearse la retirada. Un detallado informe de El Gráfico hizo la sumatoria de su calvario:24 lesiones en 21 años... En noviembre, junto a Cotorro, anunció que volvería. Lo ha hecho. A su ritmo. Ahora, espera competir en su competición fetiche y quizá en otras olimpiadas. Lo va a intentar todo. Bajo la batuta de su dream team particular. Aparte del médico, su asesor Benito Pérez Barbadillo. Y Carlos Costa, su manager, y Carlos Moyá, su entrenador. Y, por supuesto, Rafa Maymó, su fisioterapeuta. Todos unidos para vencer al dolor.