CRÓNICA
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La rocambolesca historia de los vestidos de torear de Roca Rey confiscados en la aduana de Perú por "contrabando": "En 18 meses saldrán a subasta"

Manuel Lara «Larita», su mozo de espadas, relata el surreal suceso que la primera figura del toreo ya ha puesto en manos de un despacho de abogados de Lima: "Nos dan pocas esperanzas". Cada vestido está valorado en torno a los 6.000 euros

Roca Rey posa con uno de sus vestidos de torear en Monterrey (México).
Roca Rey posa con uno de sus vestidos de torear en Monterrey (México).TESEO COMUNICACIÓN
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Manuel Lara «Larita» es el hombre de confianza de Andrés Roca Rey, su fiel escudero, su mozo de espadas. Cuida hasta el último detalle de su matador desde hace 10 años, desde la última etapa de novillero de aquel niño que vino del Perú para convertirse en la máxima figura del toreo actual. Cada triunfo lo ha vivido como suyo. Cada cornada también. Por eso, por todo, sufre como propio el culebrón surrealista de los vestidos de torear que la aduana peruana retiene confiscados desde hace casi dos meses. Y se siente responsable de una situación inimaginable, delirante. «Los abogados nos dan pocas esperanzas», cuenta Larita apesadumbrado. La policía de la aduana de Perú, en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima, no da su brazo a torcer y extiende la sospecha, más bien la acusación, de presunto contrabando. La historia es rocambolesca.

A Lara, que es como decir a Roca Rey, se le perdieron unas maletas en Ecuador, donde el astro peruano había toreado el 15 de noviembre, concretamente en la población de Latacunga, mano a mano con Sebastián Castella. «En esas maletas iban los vestidos de torear», narra el mozo de espadas. Ya estaban todos los componentes del equipo en Perú, pues RR se anunciaba el 17 de noviembre en la bicentenaria plaza limeña de Acho. No había apenas margen de maniobra. «El único modo de que llegaran otros trajes desde España era a través de contactos, pidiendo favores, y en este caso fue a través de un piloto. Total, que cuando aterrizó con los trajes en la aduana del aeropuerto Jorge Chávez se los decomisaron. Y allí se han quedado», dice Larita.

«Ellos sostienen que es un contrabando por parte del piloto, y nada más lejos. Se trataba de una situación de urgencia, una causa de fuerza mayor. No lo comprenden, se cierran en banda con el argumento de que un tripulante no puede llevar ningún tipo de mercancía que no sea de uso personal. Ni dos perfumes, sólo uno, el propio», añade.

Se trataba de dos ternos en perfecto estado. De la firma del prestigioso sastre Fermín. Un traje de color mercurio, «así celestito», y un berenjena, ambos bordados en oro. Cada uno está valorado, aproximadamente, en unos 5.000 ó 6.000 euros. Un dineral. «Ya no es el dinero aunque sea súper importante», puntualiza el mozo de espadas, «sino lo que te tardan en hacerte en la sastrería un vestido de torear nuevo».

-¿Y cuál fue la solución para poder hacer el paseíllo en Lima? Imagino el cabreo del matador.

-Menos mal que yo allí tenía un traje en previsión. Si no, no podría haber toreado. Andrés no se lo ha tomado mal, pero no deja de estar preocupado por los tiempos de la costura actuales para encargarse unos nuevos.

La familia de Roca Rey, bien posicionada en la sociedad limeña, ha movido cielo y tierra más allá del trabajo del despacho de abogados contratado, «especializado en aduanas»: «Los peruanos tienen mucha afición a los caballos y suelen comprar y vender en Estados Unidos, así que cuando surge algún problema recurren a este despacho».

Ni hablando con ministros ha sido posible desanudar la rocambolesca historia. «Te dicen que vayas al aeropuerto que en cinco minutos los sacan, pero luego pasa una hora, y otra, sin que aparezcan los trajes. Como si hubiera un tipo antitaurino al frente», sigue el relato Manuel Lara con cierta desesperación en el tono.

Roca Rey, líder de la torería y de la temporada 2024, protagonista del año no sólo por sus 70 corridas, 128 orejas y dos rabos, sino también por el reconocidísimo documental de Albert Serra Tardes de soledad, vive en un empeño permanente por promover la tauromaquia en su país natal. La última tarde de su campaña en España, en la feria de Otoño de Madrid, resultó herido grave en medio de la ya habitual hostilidad con que es recibido en Las Ventas. Pero no quiso faltar al festival por las víctimas de la DANA de Valencia celebrado el 1 de diciembre en el Palacio de Vista Alegre. Afronta la temporada venidera, que arrancará en la feria de Fallas, arropado por el nuevo equipo de apoderamiento -tras la ruptura con el maestro Roberto Domínguez- que forman su hermano Fernando Roca Rey, el también matador de toros José Luis Moreno y Joserra Lozano.

Esa apertura de temporada, salvo que se desenroque el conflicto con la aduana de Perú, será sin los vestidos confiscados, cuyo destino parece abocado a la subasta. «En unos 18 meses se haría la puja. Estoy jodido. Te sientes impotente. Nunca me había pasado una cosa así. Es mi responsabilidad, pero no puedo hacer nada», se despide Manuel Lara «Larita», el hombre de confianza, el fiel escudero del número 1 del escalafón, de la máxima figura del toreo actual y de toda la historia de Perú.