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La próxima vez que vea una película o una serie, piense en cuánto de humano hay en ella. ¿Hay detrás de su concepción una persona o es obra, en parte, de una inteligencia artificial? ¿Son reales los actores que está viendo en pantalla o han sido recreados, parcial o completamente, mediante herramientas tecnológicas? Apenas una decena de parpadeos nos separan de un hecho tan perturbador como fascinante: que la ficción supere a la ficción, tal como la conocíamos.
Esta revolución no es algo que preocupe en exceso a la industria cinematográfica en España, aunque la sombra de la duda sobrevuela ciertos sectores de manera inevitable. En Hollywood, guionistas y actores han entendido la IA como una amenaza casi apocalíptica, la gota que ha colmado el océano de su paciencia. Testigos de la progresiva transformación de un sector que genera miles de millones de dólares cada año pero que cuenta con convenios obsoletos, los sindicatos WGA y Sag-Aftra convocaron sendas huelgas en mayo y junio, respectivamente, un parón que se ha prolongado hasta esta semana en el caso de los escritores y que continúa en el de los intérpretes.
Actores y actrices de Hollywood reclaman que se están digitalizando su voz y fisionomía para ser utilizadas en películas y series futuras con ayuda de la IA -los llamados deep fakes- sin percibir un pago adicional por ello. Parece el argumento de un episodio de Black Mirror -literalmente; véase el episodio Joan es horrible que abre la sexta temporada de la serie-, pero ya está sucediendo: el actor Stephen Fry, narrador de los audiolibros de Harry Potter en inglés, denunciaba hace unos días haber sido víctima de una suplantación mediante IA para generar la locución de un documental sin su consentimiento.
María Zamora, productora de Alcarràs, no cree que algo así pueda suceder en nuestro país a corto o medio plazo. Ni la huelga, ni el uso indiscriminado de la IA. Lo primero porque, "lamentablemente", el sector audiovisual español no se encuentra tan sindicado, dice. Lo segundo, porque el cine que se hace en España transita por una vereda muy diferente a la del cine de EEUU. "Es verdad que la IA puede ser una amenaza para cualquier industria cultural, pero para la industria del cine, que usa tecnología punta, aún lo es más. Hasta donde yo sé, que es el entorno del cine de autor, no se está pensando en aplicar herramientas de inteligencia artificial. En todo caso sería para casos muy puntuales, no es algo que esté en la conversación habitual del gremio".
En el entorno del cine de autor no se está pensando en aplicar herramientas de inteligencia artificial, sería en casos muy puntuales
Ni actores ni guionistas se ven amenazados... por ahora. Pero, ¿es esta una buena noticia? Los síntomas de la fragilidad del sistema audiovisual en España son evidentes desde hace décadas. Que la IA no esté presente en los planes de la industria (ni se la espere) en un futuro próximo puede ser interpretado como un inconveniente, pero también como una ventaja. Apunta Virginia Yagüe, presidenta de DAMA -la única entidad especializada en gestión de contenidos audiovisuales-, que actualmente "los usos son más experimentales que prácticos en la elaboración de guiones y estos no tienen, en ningún caso, la calidad, coherencia, significado y profundidad de un texto humano".
Sin embargo, señala Yagüe, el caso de los traductores audiovisuales es "especialmente sangrante". Pone como ejemplo Poseidon, una herramienta que genera subtítulos para las películas de forma automática y que no solo pone en peligro el trabajo de los traductores profesionales, sino que afecta a la baja calidad del producto final, pues genera subtítulos que distan mucho de los textos originales, algo que ya se evidenció con fenómenos de éxito como El juego del calamar en Netflix.
Los guiones generados con IA no tienen, en ningún caso, la calidad, coherencia, significado y profundidad de un texto humano
En el ámbito de las series televisivas tampoco se baraja explotar la lA, aunque su aplicación en los contenidos pensados para plataformas como Netflix o Prime Video no está completamente descartado. Estos servicios de streaming ya la emplean por defecto para personalizar el contenido y mejorar la experiencia del usuario, por lo que su utilización en las propias producciones no se trata de algo descabellado. De hecho, ya es algo factible: ocupa un lugar reseñable en los procesos de preproducción de Bambú, "donde se le saca bastante partido", según el guionista y productor Ramón Campos, creador de Velvet, Gran Hotel, Fariña o Las chicas del cable. "En temas de guion y desarrollo de proyectos no lo hemos incorporado porque creemos que no tenemos el suficiente potencial en España todavía, estamos a años luz de Estados Unidos", confiesa.
"Lo que sí utilizamos es Midjourney para hacer dosieres y storyboards y elaborar una presentación más visual de localizaciones o propuestas de vestuario", continúa. "Te ahorras contratar a diseñadores y puedes tener todo el trabajo hecho en una tarde, en lugar de esperar semanas". En este sentido, agradecen su inclusión en departamentos como el de Arte, pues ya no tienen que preocuparse por encargar cuadros de estilo Renoir o idear decorados interiores de inspiración victoriana; la máquina se encarga por ellos.
A Juan Cavestany, guionista, director y dramaturgo, la imagen de actores y actrices "revividos" o rejuvenecidos de manera convincente mediante la tecnología deep fake le recuerda al 3D o el odorama, "inventos que realmente no han tenido ningún impacto central en la evolución del cine como arte y lenguaje". La utilización de avatares es, además, una práctica habitual en el cine de animación. "Ya hay muchas películas con personajes creados por CGI y videojuegos de realismo extremo que tienen su sitio en el audiovisual, no es para tanto", opina.
Pese a todo, la llegada de la IA ha trastocado el sector audiovisual, precisamente por el desconocimiento y la incertidumbre que genera su evolución acelerada y sus posibles implicaciones. Sin jurisprudencia ni precedentes legales a los que aferrarse, los abogados estadounidenses generalmente aplican dos conceptos legales clásicos cuando abordan el tema en relación a los derechos de voz e imagen: el derecho de publicidad y el derecho de autor. El derecho de publicidad impide el uso comercial del nombre, la imagen u otros aspectos reconocibles de una persona sin su consentimiento y domina cada vez más el debate en torno a la IA generativa.
Andreu cree que todavía falta mucho tiempo para que el uso de la IA en la generación de la imagen digital llegue a España, pero habría que plantearse ya su regulación a escala supranacional, antes de que la situación se desborde. Muchos estudios de EEUU han empezado a exigir a los actores y actrices que concedan derechos de simulación o creación digital en sus contratos, sobre todo en los reality shows. Son formatos que habitualmente son exportados a otros países; y, con ellos, sus cláusulas y exigencias también llegan a España.
"Llevamos dos años viendo cómo proliferan este tipo de cláusulas abusivas de derechos de imagen, réplica de otros países, en los que el actor debe ceder todos los materiales ligados a su identidad", explica Abel Martín, director general de AISGE y profesor de Derecho especializado en propiedad intelectual. "Las grandes multinacionales piden no someterse a la jurisdicción española poniendo como pretexto que se lo solicitan las grandes plataformas, cuando en realidad estas quieren conservar la armonía en el sector y cumplir la ley en cada lugar", aclara.
Ya hay muchas películas con personajes creados por CGI y videojuegos de realismo extremo que tienen su sitio en el audiovisual, no es para tanto
Las redes sociales suponen el ejemplo más cotidiano: los filtros molones de Instagram o TikTok plantean un peligro inadvertido para el derecho de un individuo a su propia imagen. Del mismo modo, cuando alguien juguetea con un generador de imágenes subiendo una foto personal, tanto la imagen original como el contenido resultante pasan a ser de dominio público y pueden ser utilizadas libremente por cualquier persona para propósitos comerciales o de otro tipo, puesto que no se encuentran protegidas por la ley de derechos de autor.
"Hemos visto tal vorágine de pretensiones regulatorias estos años con todo el tema de la protección de datos que no tener en cuenta esto ahora es adoptar una perspectiva un poco cínica, porque se trata de algo muy grave e inquietante. Si no vamos con pies de plomo, podríamos hacernos el harakiri", argumenta Martín.
Incluso en los casos en que los derechos de autor protegen a los artistas u otros creadores cuya propiedad se utiliza para entrenar programas como DALL-E y Chat-GPT, los desarrolladores tecnológicos aseguran que no es factible rastrear los materiales originales hasta sus legítimos propietarios. No existe, de hecho, ningún programa que permita distinguir con efectividad si una obra está escrita o no con IA. "No tengo muy claro cómo podría regularse esto en España, e incluso en Europa. Los humanos también nos inspiramos en otros autores y textos para escribir nuestras obras, así que, ¿cómo juzgas el alcance de la información que tiene una máquina?", se pregunta Campos. Insiste Martín en que las obras audiovisuales creadas por IA tendrían que garantizar cierta transparencia en cuanto a las fuentes que utilizan para ser generadas porque, de lo contrario, "se pierde todo el sentido del derecho de autor, que es beneficiarse del acervo cultural humano".
Los humanos también nos inspiramos en otros autores y textos para escribir nuestras obras. ¿Cómo juzgas el alcance de la información que tiene una máquina?
En Estados Unidos, la Copyright Office rechazó en febrero de 2022 la solicitud de protección de una creación de Inteligencia Artificial presentada por Stephen Thaler -Doctor en Física y Matemáticas que defiende la consciencia de los robots-, precisamente por la ausencia de contribución humana, ya que la autoría, con nombre y apellidos, se trata de un elemento esencial para la protección. "Si esto es así en un país con tradición sobre el copyright, cuánto más habría de serlo en los países de tradición continental, donde el componente personal y moral es el centro del sistema", se cuestiona Yagüe.
Para DAMA, lo que requiere de una urgente intervención legislativa es el uso indiscriminado de obras artísticas para sustentar los programas de IA sin que se obligue a reconocer la autoría de los creadores. Es decir, si se utilizan materiales de Amar en tiempos revueltos o cualquier telenovela turca para generar automáticamente propuestas de guion de una nueva serie de tarde, habrían de reconocerse plenamente los derechos de sus autores originales. Pero, según Martín, el modelo de negocio televisivo -con especial énfasis en las plataformas- no deja margen para compensar los derechos de propiedad intelectual a los autores y artistas de las obras en condiciones normales; mucho menos si se enfrenta a circunstancias complejas como la irrupción de la inteligencia artificial.
Aunque ve difícil que una máquina llegue a replicar el estilo de dirección de un cineasta como Christopher Nolan, Ramón Campos está convencido de que, más pronto que tarde, alguien subirá a recoger el Oscar y dirá que su película fue escrita con IA. Pero para que suceda eso con los Goya aún queda un trecho. "Yo tengo la sensación de haber visto ya muchas películas y series hechas por humanos que parecen salidas de la IA. Estas películas sin profundidad ni emoción real son relegadas en ocasiones al relleno televisivo en la hora de la siesta y otras veces son grandes éxitos de taquilla e incluso de crítica", sostiene Cavestany.
El guionista y director concluye que la amenaza que se cierne sobre los guionistas en España no es tanto la digitalización como las dinámicas de un mercado en el que el contenido se devalúa por el exceso de oferta, "diseñada generalmente para ser compartida o simultaneada con la atención al teléfono móvil".