DEPORTES
Los correveidiles

Felipe del Campo: "Seguir el ritmo de Pedrerol provoca divorcios, alcoholismo, ansiedad y depresión"

Tras media vida en la televisión, afronta su primer curso al frente de Radio Marca. Valora el estado del periodismo deportivo con un optimismo sorprendente... incluso para los propios periodistas.

Felipe del Campo: "Seguir el ritmo de Pedrerol provoca divorcios, alcoholismo, ansiedad y depresión"
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El nuevo director de Radio Marca es un hombre que sonríe tanto que a veces inquieta, porque es este un gremio más de gruñidos y sarcasmo que de optimismo y vitalidad, pero cualquiera que haya leído el libro que Felipe del Campo (Madrid, 1976) escribió sobre el periodismo deportivo español ['Buenas noches y buenos goles', mismo nombre que el programa nocturno que conduce] sabe que su visión positiva de la vida no es impostada. Es complicado encontrar a alguien que hable tan bien del oficio. "Es la mejor profesión del mundo. He estado en los Juegos de París viendo trabajar a los periodistas deportivos españoles y no tienen que envidiar a ninguno del resto del mundo. Tengo la sensación de que nosotros mismos no nos lo creemos", explica.

¿Eres de los que piensa que vivimos el mejor momento de la profesión?
Lo creo por muchos motivos. Hay cuatro programas radiofónicos deportivos todas las noches, hay una radio temática, hay dos canales televisivos deportivos, hay dos plataformas de pago, el periódico más leído en nuestro país es Marca y hay otros tres diarios deportivos más... Esto no tiene parangón en el resto del mundo y, además, creo sinceramente que los periodistas deportivos españoles están a un altísimo nivel.
Si el CIS encuestara sobre esa afirmación, no sé si el resultado iba a gustarnos.
Cuando hay mucho, lógicamente se cometen más errores. Se me olvidó decir que hay también un programa televisivo nocturno, 'El chiringuito', que es trending topic mundial y se ve por todo el planeta, guste más o menos. Los profesionales que hacen periodismo deportivo valen para cualquier otro tipo de periodismo y, lo siento por los compañeros que hacen economía o cultura, eso no sucede al revés ¿Te imaginas a Paco González haciendo 'El Hormiguero'? Sí, sin duda. ¿Te imaginas a Pablo Motos haciendo 'Tiempo de juego'? No. Y hay muchos ejemplos diferentes de eso: Matías Prats, Olga Viza, Vicente Vallés, Jordi Évole, Andreu Buenafuente... Todos ellos son periodistas deportivos. Con sus historias buenas y malas, yo, que vengo de un verano muy convulso, tengo la sensación de que valemos para todo.
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Luego volvemos al estado de la profesión, pero hablemos de ese verano convulso. Imagino que es por tu nombramiento en Radio Marca.
Sí. Te confieso que vengo de un verano de sonrisas y lágrimas. Sonrisas porque hemos hecho unos muy buenos Juegos Olímpicos en la radio, gracias al esfuerzo de la redacción. Creo que hemos estado al más alto nivel. La COPE es referencia siempre en los Juegos, pero, con todo el respeto, creo que hemos estado a la altura. Hemos dado un salto importantísimo con 24 horas seguidas de retransmisiones, por las noches venían todos los medallistas y encima hemos tenido la suerte de que vinieran los Reyes a visitarnos. Eso me ha hecho sonreír, igual que la Eurocopa, pero... Sí, he llorado. He llorado mucho este verano.
¿Por qué?
He llorado porque los productos que llevo me los tomo muy a pecho, me vuelco en las empresas en las que trabajo, lo dejo todo y haber abandonado GOL, que es un niño que creé desde el principio con 'Directo GOL', me dejó una sensación tremenda de vacío. He estado dejándome la vida estos últimos ocho años, todos los fines de semana, horas y horas y horas, e irme da un poco de vértigo. Cuando uno se distancia de un hijo, sufre y ha sido un verano un poco extraño, sonriendo con Radio Marca y llorando por despedirme de ese niño que vi nacer. Porque sólo una vez me han echado de un despacho y fue por defender una y mil veces ante los jefes de GOL que hiciéramos un programa de seguimiento minuto a minuto de los partidos, porque no todo el mundo tiene tele de pago. Me dijeron: "No seas pesado, aquí no venimos a hacer la radio en colores". Al noveno intento me hicieron caso y fue lo que mejor funcionó, pero me supuso un esfuerzo brutal. Me costó hasta el físico.
¿En qué sentido?
Las personas tenemos dos cuerdas vocales y yo ya sólo tengo una. Perdí otra durante el trayecto de GOL. Se me paralizó porque le metí tanta caña que petó. Hacía ocho horas el sábado y ocho el domingo, luego decidí que podíamos hacer también un programa por las mañanas de 12 a 2, que a raíz de ahí se les encendió la bombilla a 'Jijantes' o a Rubén Martín. Vieron que hay un hueco matinal para el deporte entre tanta política. Nos fue muy bien hasta la pandemia, pero me dejé la salud. Yo he llegado a pagar dinero de mi bolsillo por trabajar.
Mal negocio.
Tras la pandemia hubo un recorte en GOL, vivo en Madrid, el programa se grababa en Barcelona y me dijeron que no podían seguir pagando constantemente el viaje y el hotel, así que me los pagué yo. Estuve 24 años en una empresa maravillosa como Mediapro y supongo que cualquier persona que lleva muchísimo tiempo en una empresa se lo deja todo. Si esta entrevista es para abrir el corazón, yo te lo abro: sonrisas y lágrimas.
Vamos a las sonrisas ahora. ¿Qué planeas para la radio?
El primer impulso han sido la Eurocopa y los Juegos, intentar que el verano no sea un tiempo de descanso y de becarios en Radio Marca. En verano se consume radio y la gente está pendiente de los fichajes aparte de los grandes eventos como los de este año. La sensación que tengo es que la gente que está haciendo Radio Marca desde dentro no sabe la importancia que tiene Radio Marca fuera.
Siempre ha sufrido ese prejuicio cultureta y clasista, que persigue a todo el periodismo deportivo en distintos grados, de ser "para taxistas", como si eso tuviera algo de malo.
Sí, de taxistas y autobuseros. Primero, es fantástico que eso sea así, gracias a todos ellos, pero ese prejuicio lo noto también interno, como que no nos creemos lo buenos que somos. Creo sinceramente que hemos hecho los mejores Juegos Olímpicos de la radio española, con nuestras limitaciones y nuestras posibilidades, y creo que Radio Marca está en condiciones de competir a campo abierto. Tenemos una marca maravillosa y ahora hay que dar un impulso audiovisual. Yo vengo de hacer tele radiofónica y ahora tengo que intentar hacer radio televisada. ¿Por qué? Porque creo que hay que cambiar y el futuro exige que tus vídeos lleguen a través de las diferentes plataformas.
A veces montas comidas para juntar a periodistas de distintas generaciones que no se conocen. ¿Cuál es el objetivo?
En la presentación de mi libro junté a cuatro generaciones de periodistas: Alfredo Relaño, nacido en los 50; Pedrerol, de los 60; Juanma Castaño, de los 70, y Miguel Quintana, que es de 1990. Después de la generación de Juanma, que es la nuestra, me ha costado encontrar líderes jóvenes que lleguen por detrás diciendo: "Me quiero comer el mundo". Quintana lo es, pero me falta ambición en algunos chavales que son muy buenos, pero no acaban de ser líderes.
Creo que influye el contexto. La profesión, en cuanto a oportunidades y sueldos, estaba mucho mejor cuando llegamos nosotros que ahora. Tienen tan difícil encontrar trabajo que van con lógicos pies de plomo.
Probablemente sea una de las razones, pero me falta un poco de carácter, que vean que se puede lograr lo que ha hecho Miguel. 'La pizarra de Quintana' se ha hecho un nombre y es un líder de la tarde. Por ejemplo, tiene más oyentes que RNE en su franja, que es brutal. Una radio temática con 50 emisoras comparada con un transatlántico que se escucha en el último rincón del país. A eso tiene que aspirar Radio Marca. David Sánchez es original, Vicente Ortega es el amo de las mañanas, 'La Tribu' es claramente la alternativa a la política en la radio matinal, el objetivo de 'Marcador' es entrar en el podio y el de 'Buenas noches y buenos goles', convertirse en el jefe de la oposición de 'El partidazo'. Tenemos que ser ambiciosos y potenciar las cosas buenas que tiene esta radio, que son muchas.
Me da la sensación de que eres ese tipo de periodista deportivo que con siete años ya soñaba con serlo.
Sí. De niño, era el fan número uno de la rana Gustavo. Mi madre me contaba que cuando me daba los potitos y salía él en 'Barrio Sésamo' me quedaba mirando embobado. Siempre quise ser periodista y hubiera sido feliz siendo narrador o reportero. Luego los compromisos, las responsabilidades y las cargas te van llegando y las vas asumiendo. Sé que habrá gente a la que le molest esto, pero el periodista deportivo ha cometido un error y lo está pagando: se ha dejado comer el espacio de dirección de los medios de comunicación por el de marketing, el gerente, el productor ejecutivo, el de personal... En el periodismo deportivo manda todo el mundo menos el periodista deportivo. Tan mal no le fue a la prensa deportiva en los 80 y los 90 cuando mandábamos.
Felipe del Campo, en la redacción de Radio Marca.
Felipe del Campo, en la redacción de Radio Marca.

El cambio de la tele a la radio te libera de la esclavitud de las audiencias diarias.
Esto no sé qué dice de mí, pero es una de las cosas que más echo de menos ahora. Soy un loco de las audiencias y me desespera no tenerlas cada mañana. Me provocaban una adrenalina muy útil: nos hemos equivocado aquí, no hablemos mañana cosas tristes del Valencia porque nos ha bajado la curva, hablemos cosas felices del Betis que nos mandan para arriba...
Me estás poniendo muy fácil la siguiente pregunta. ¿Justifican las audiencias que se hable del Madrid por encima de todo?
Claro. Lo justifica la audiencia y, no como algunos creen, el gusto personal. Cuando llevas muchos años en la profesión sabes que es tanta la diferencia que, en caso de duda, a hablar del Madrid. Por muchas vueltas que le demos, la sociedad se divide en dos deportivamente: hay gente del Madrid y gente que quiere que pierda el Madrid. En ese cajón no hay otros equipos, con lo que cualquier cosa que lances del Madrid genera un caldo de cultivo para que todo el mundo esté con las orejas grandes escuchando. Ese grado de antis no lo tienen el Barça ni el Atleti, a nadie le va la vida en que pierdan. Sin embargo, en un Madrid-Valladolid todos están pendientes y no hay término medio. Eso supone más audiencia siempre.
De todos los compañeros con los que hablaste para el libro, ¿cuál te impresionó más?
Comí con Pepe Domingo Castaño dos meses antes de que falleciera y fue muy especial para mí. Me ha pasado algo muy extraño y es que he conocido a las grandes estrellas de la radio cuando ya no estaban en su punto álgido de poder. Pepe ya no estaba mandando, conocí a José María García cuando ya estaba retirado y a José Ramón de la Morena cuando ya estaba de vuelta... Eso me ha servido para ver su cara más reflexiva.
Al que sí has conocido en plenitud y sufrido como rival es a Josep Pedrerol.
Presentó mi libro. La gente desde fuera cree que la rivalidad que teníamos en la época de 'Futboleros' y 'Punto Pelota', que era muy fuerte, también era personal, y para nada. El problema es que Pedrerol es un loco, es un tsunami. Vive por y para esto. En Marca TV competimos con él tres años y en el último conseguimos más o menos empatar, pero el coste para nosotros fue brutal. Seguir el ritmo de Pedrerol provoca divorcios, alcoholismo, dejadez, crisis de ansiedad, depresión... Yo me separé al año siguiente y acabamos todos desfondados porque es muy difícil funcionar como él. Es imposible ser un diez en la profesión, un diez en la familia y un diez en relaciones sociales. Si eres un diez en el trabajo, alguna de las otras patas se cae.
Tú has hecho programas en un tono similar. ¿Cuánto puede o debe invadir el show un programa periodístico?
Cuando trabajas en esto no puedes estar mirando todo el rato las redes sociales o lo que opina la gente. Yo me siento más a gusto con los resúmenes y con las imágenes y Josep se siente mucho más cómodo con el debate, pero es indudable que hay un antes y un después de la llegada de Pedrerol y 'El Chiringuito' en el periodismo deportivo español en televisión. Está clarísimo y te puede gustar más o menos el programa. Reniego de los que dicen que no hace periodismo. El año tiene 365 días y es inviable que alguien saque una exclusiva cada noche y, entonces, él lo que hace es un espectáculo televisivo periodístico, pero es periodismo digan lo que digan.
¿Es esta una profesión muy cainita?
Qué va. Miguel Quintana me dijo que dentro de diez años, cuando conociese bien cómo era esto, iba a escribir 'Malas noches y malos goles', pero yo creo que hay muy buena gente.
¿Me vas a hablar bien de todo el mundo? Alguien te habrá decepcionado.
Dentro del periodismo deportivo, no. Hay una persona: César Antonio Molina, que luego fue ministro con Zapatero. Era mi profesor en la universidad, le pedí por favor que me dejase retrasar un examen porque tenía que narrar un partido de Champions del Valencia y me dijo que no. Probablemente sea a la única persona que guardo algún rencor [risas]. En la profesión hay alguna gente que disfruta con el mal ajeno, pero yo me lo tomo con filosofía. Por ejemplo, Miguel Gutiérrez me sacude en 'La libreta de Van Gaal' y no me molesta. Es más, lo hace muy bien, colabora en la radio y va a seguir colaborando. Me encanta. Luego hay algún tuitero con muchos seguidores que me pega por todos lados, pero lo asumo con una sonrisa.
¿De verdad no te afecta ni un poco?
Un poco por mi familia, que a veces dice: "Joder, te han puesto a parir en las redes". En París, por ejemplo, tuvo mucha viralidad que estuvo la Reina en el programa y me dirigí a ella como "señora", porque tenía en la cabeza que normalmente cuando se dirigen al Rey le dicen "señor". Hubo una cascada de gente diciendo que era un maleducado y tal hasta que salió un experto en protocolo y me dio la razón. Pero, bueno, son chorradas. Tenemos una profesión apasionante, para mí la mejor del mundo, porque todos crecimos soñando con marcar un gol en la final de un Mundial y estar allí y narrarlo es lo más parecido que se puede vivir.