DEPORTES
Entrevista

José Antonio Camacho: "Dejar dos veces el Real Madrid es un acto de amor"

Alrededor de Camacho revolotean tantos clichés que ya pasa de rebatirlos: "¿Para qué? Que digan lo que quieran. Tengo 66 años y mi carrera está ahí". Y tanto: es uno de los grandes defensas de la historia del fútbol español y como entrenador llegó a la cima. Otra cosa es que él decidiera quedarse

Camacho y Cruyff en el Madrid-Barcelona de la 74-75.
Camacho y Cruyff en el Madrid-Barcelona de la 74-75.MARCA
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En 1920, en los Juegos de Amberes, a Belauste se le ocurrió dar la siguiente indicación: "Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo". Y, en efecto, unos segundos después acabaron dentro de la portería Belauste, cuatro suecos y el balón. Un periódico tituló "La Furia Española" y en ese cliché se quedó atascado nuestro fútbol 80 años. Curiosamente, el seleccionador que esbozó el cambio -recuerden aquel 9-0 a Austria- que luego ejecutaría Luis Aragonés fue el mismo hombre que representó como ninguno aquello de La Furia. "La Furia no era nada, un tópico. Una etiqueta que alguien puso y ya fue muy difícil de quitar porque, además, servía como excusa para todo. Perdimos, pero sudamos. Vale, ¿y qué?", reflexiona Camacho sobre una leyenda que él nunca se creyó.

Una de las imágenes emblemáticas de aquello es la tuya con un vendaje ensangrentado en la cabeza en México 86.
Ya ves tú, anda que no habré tenido golpes peores que aquel. Simplemente se me saltaban los puntos de un taco que me habían clavado entre las cejas. La verdad es que la foto quedó bonita. Eso hay que reconocerlo. Lo que pasa es que conmigo se creó una imagen de tío duro, de bruto o cosas así que tampoco pude hacer nada por quitarme. Como era defensa, ya se decidió que yo tenía que ser un tarugo y no es así, pero es una fama que sé que todavía hoy tengo.
¿Te molesta?
Bah, me da igual. Me daba igual con 30 años, así que imagínate ahora, con 66, lo que me preocupa lo que digan de mí. Lo que me importa es que mis compañeros, mis jugadores y la gente que me rodea sepan las capacidades que tengo. Cuando estás en el escaparate público viene cualquiera que no te conoce y saca conclusiones por escucharte o verte un minuto. ¿Cómo voy a tener eso en cuenta o darle importancia? Yo sé lo que he sido. No puedes estar 16 años en el Real Madrid y en la selección sin tener talento ni ser entrenador de Primera sin saber de fútbol y estar al día. A mí siempre me ha gustado estar en la vanguardia, aprendiendo, utilizando tecnología, ciencia, estadísticas... Cualquier jugador mío te dirá que siempre he estado a la última, pero mi estereotipo es que como fui defensa en otra época y hablo llano soy un antiguo o poco sofisticado. Pues vale, ¿qué más me da? Mi carrera está ahí y estoy más que satisfecho con ella.
Eres un símbolo. Eso es un hecho.
Era, era. Con cierta gente sí me doy cuenta por la calle de que aún represento un fútbol y una época, pero el fútbol es constante actualidad y los nuevos ídolos te van pasando a toda velocidad. Noto que cada vez es más difícil que los jóvenes me reconozcan.
¿Cómo definirías al Camacho futbolista para esa juventud?
La cosa más importante es que a mí sí me gustaba el fútbol, que es algo que se da por hecho en los futbolistas y no es tan general. Me ha apasionado desde que empecé hasta hoy. Y eso es lo más fundamental. Luego, fui un futbolista que se supo adaptar a cada situación. Siempre. Jugué de lateral, de central y de centrocampista en partidos de muchísima importancia contra grandísimos rivales, a menudo marcando a los mejores de la historia. Tenía una visión especial para jugar de defensa. Cortaba muchos balones porque sabía que iban a acabar ahí antes de que llegasen, detectaba dónde estaba el verdadero peligro. Esa fue mi gran virtud.
Camacho y Maradona, en la final de Copa de 1983.
Camacho y Maradona, en la final de Copa de 1983.MARCA

¿Qué sentías cuando tu misión era anular a Cruyff o Maradona?
Una responsabilidad enorme. En cada época ha habido un futbolista, dos como mucho, que han marcado la diferencia y a mí me tocó marcar a Diego en algunas ocasiones y a Johan, en muchas. Anularles era anular a su equipo, porque todo pasaba por ellos. Todo. Cada decisión. Y si tú lograbas ganarles un porcentaje importante de duelos individuales, lo normal es que tu equipo venciera. Lo sentía como una misión importantísima.
¿Pegabas mucho?
Nunca he sido violento, pero alguna buena hostia he dado (risas). Recuerdo una en concreto bastante dura a Maradona en la final de Copa del 83. Lo que pasa es que yo ahí llegué bastante quemado, porque él me había dado dos codazos antes en jugadas en las que yo me había anticipado. Le dije: "El tercero no me lo das, ahora me toca a mí". Y me pasé. Pero eran duelos nobles, nadie ha podido decir de mí que he salido al campo a lesionar a un rival. De hecho he sido amigo de Maradona y de Cruyff.
El roce hace el cariño.
Hay cierta comunidad en el fútbol, más entonces que ahora. Cuando luego he sido entrenador, Johan me ha dejado todo lo que he querido. Cada cesión que le pedía me la daba hablándolo directamente con él. Y estuve en la boda de Maradona...
Cuenta eso, por favor.
Fletó un Jumbo sólo para venir a por sus amigos a Europa. Paró primero en Milán y, luego, en Barajas. Nos subimos Alfredo Di Stéfano, Jorge Valdano, Marcos Alonso y yo con nuestras mujeres. Sólo nosotros. Y allí estuvimos una semana en Buenos Aires invitados a todo y pasándolo muy bien. Sin entrar en detalles. Era un tipo fantástico.
Junto a Del Bosque y Miguel Ángel, con la selección en 1976.
Junto a Del Bosque y Miguel Ángel, con la selección en 1976.MARCA

José Antonio Camacho (1955) creció entre Cieza y Albacete, en el extrarradio del fútbol de la época cuando las redes de ojeadores de los grandes equipos consistían en un paisano que era conocido de algún directivo y echaba un ojo a los chavales de la zona al salir de trabajar. Hacerte notar era muy difícil, pero él lo logró. "Yo era extremo en el juvenil del Albacete, pero un día me pusieron de central porque faltaba gente y parece ser que me salí. Se empezó a correr la voz y me llamó la selección de Murcia. Ahí me vieron más y me llevó Rial a la selección española juvenil, donde todos los demás eran del Real Madrid o del Barcelona. Y con 17 años, me fichó el Madrid. Fui un caso único en la época", recuerda. El resto es Historia: 577 partidos de blanco, 81 con la selección,19 títulos y capitán venerado en ambos vestuarios.

Llevabas el fútbol en los genes.
Sí, mi padre y mi hermano mayor fueron porteros. Desde que tuve uso de razón, el fútbol estaba en mi casa y entonces no había televisiones en cada hogar ni podías ver mil partidos, así que vivirlo tan de cerca era una ventaja. En el barrio te pasabas el día jugando en las calles de tierra y de piedras. Eso rascaba, así que cuando me quisieron poner de portero para seguir la tradición no me gustó la idea. Quería jugar de delantero. Y ahí empecé.
¿Ha dejado el fútbol de ser del pueblo?
Ha dejado de ser de la calle, eso está claro. Se ha perdido el fútbol de la picaresca, la imaginación, la improvisación y la supervivencia. Saber rápido cómo tienes que reaccionar porque juegas con chavales mayores y como te pillen... Ese aprendizaje sólo te lo da la calle. Ahora el fútbol se enseña en escuelas y todo es igual. En cuanto asoma alguien un poco diferente lo ves enseguida, porque el resto son todos calcados. Todo se hace según el manual. Antes tenías que buscarte la vida para aprender y cada uno aprendía diferente. Ahora con 10 años están haciendo ejercicios específicos de controles orientados. ¡Yo en la calle no tenía ni idea de qué era un control orientado! La bajaba como podía y chutaba. Era otra cosa.
Cuando rompiste como defensa en el Albacete, se pelearon Madrid y Barça por ti.
Los primeros que se fijaron fueron el Murcia y el Elche, pero enseguida llegaron los demás. Había un señor en la selección murciana que era amigo de Santiago Bernabéu y habló con él. Yo he sido del Madrid de toda la vida y era donde prefería ir, pero la que más influyó en la decisión fue mi madre. Para ella, Barcelona estaba muy lejos. Ir en tren de Albacete a Barcelona era una odisea. Madrid estaba más cerca, tenía familia y mi padre había trabajado un tiempo en la base de Torrejón de Ardoz, así que dijo: "Si el chiquillo tiene que salir, que vaya a Madrid". Y yo encantado.
¿Qué tal fue el aterrizaje?
Progresivo. Me ficharon en febrero y no podía jugar hasta la siguiente temporada por normativa, así que estuve esos meses entrenando con Juan Santiesteban y Antonio Ruiz. Luego ya me pusieron en el Castilla, donde sólo entramos dos en edad juvenil: Alberto Vitoria y yo. Era la época de las pensiones y los dos compartíamos habitación. Estuve viviendo en la pensión de O'Donnell 27 hasta que fui internacional absoluto y el Madrid me dijo que no era serio y me buscase un piso. Mientras, estudiaba Maestría Industrial en un centro sindical de formación que había en la carretera de Barcelona y así vivía: entrenamiento, colegio y pensión. Tan feliz.
Subiste muy rápido al primer equipo.
Sí. Ese primer año, Miguel Muñoz ya me llamaba a menudo a entrenar con ellos y, cuando le echaron, pusieron a Molowny, que me conocía muy bien del Castilla. Ese mismo año ya jugué cinco partidos con el Madrid. Luego llegó Miljanic y ya fui titular para siempre.
A la salida de su operación de rodilla en 1978.
A la salida de su operación de rodilla en 1978.MARCA

¿Entraste bien en el vestuario?
Muy bien. Por una cuestión generacional, aparte de con Vitoria, hice mucha amistad con Del Bosque, García Remón y Rubiñán. Más tarde fueron subiendo otros buenos amigos como Gallego o Míchel, pero en esos primeros años con los que siempre estaba en sus casas y por ahí era con Vicente, Mariano y Benito.
Todos canteranos. ¿Qué tenía de especial el Madrid de aquella época?
El respeto. El que te mostraban y el que te enseñaban a mostrar. Bernabéu no te miraba como a un futbolista, sino como a una persona completa. Le importaban muchas más cosas que tu rendimiento. Recuerdo que al poco de llegar me dijo: "Eh, chaval, no te quiero ver con una chaqueta ni nada raro, aquí vienes con un jersey normal y corriente como cualquier chico de tu edad". No podías andar aparentando. Yo con mi primer contrato apreté mucho con el dinero y no cedían. Hasta que dije que era para comprarles una casa a mis padres y ahí se acabó la discusión: "Si es para eso, cuenta con ello y, además, se la pagamos nosotros". El Madrid de entonces nos cuidaba, nos educaba y nos hacía sentir responsables.
¿Eso se ha perdido?
Totalmente, pero no en el Madrid sino en todo el fútbol actual. Estábamos muy controlados económicamente porque sabían que éramos unos críos ganando un dinero bueno y fácil y se nos iban a acercar muchos interesados. Te controlaban los gastos, las inversiones, no te permitían caprichos absurdos ni ostentaciones. Querían que estuvieras pendiente de entrenar y jugar sin distracciones y que te garantizases un futuro tras la retirada. El futbolista de élite siempre ha sido un privilegiado. Ahora ganan más, sobre todo con el marketing, pero la vida era más barata entonces, se pagaban menos impuestos... El Madrid te enseñaba a no hacer el tonto, no derrochar e invertir bien. Yo no podría vivir ahora de lo que gané, pero sí gracias a las inversiones que el club me recomendó.
Formaste parte de un Madrid que nunca reinó en Europa.
Sí, mira que estuve años y... Después de la sexta Copa de Europa cambió el escenario. El Madrid, antes y después de mí, siempre ha tenido a los mejores futbolistas del mundo, pero en mi época no. Son fases y me tocó la de bajada a nivel internacional. Tuvimos nuestras oportunidades, con cuatro o cinco semifinales y aquella final del 81 que perdimos injustamente. Eso lo hubiera cambiado todo, pero llegar allí con ese equipo de canteranos ya fue importantísimo. Lo que pasa es que cuando juegas en el Real Madrid, sacar pecho sólo por llegar te da vergüenza. También hay que recordar que el fútbol ha cambiado: no podías ganar la Copa de Europa sin ganar la Liga. Ahora hemos visto campeones siendo cuartos en su país. Eso limitaba las opciones.
Sin embargo, esos años 70 y 80, han dejado una cantidad enorme de símbolos del madridismo: Del Bosque, Juanito, Santillana, la Quinta, tú... ¿Había más sentimiento de pertenencia?
Sí. La afición del Madrid es muy exigente y, a la vez, muy leal cuando entiende por qué no ganas. Las noches más famosas del Bernabéu han sido las remontadas en las dos Copas de la UEFA que ganamos. La afición sabe el equipo qué tienes, a quién te enfrentas y que aquellas plantillas las formábamos muchos de los suyos, por así decirlo. Siempre dábamos la cara aunque fuéramos inferiores. Creo que, aun sin ganar la Copa de Europa, competimos incluso por encima de nuestro nivel real, que era bueno, ojo. No quiero que parezca que éramos unos cualquiera.
Aquella UEFA no la ganaba un cualquiera. El nivel era altísimo al no existir una Champions que se llevase a los cuatro mejores de las grandes ligas.
Claro, era una masacre desde la primera ronda. Esos dos títulos tienen más importancia de la que se les da. Además son las noches del miedo escénico, que se dieron por dos motivos: no teníamos miedo a nada y fuera la cagábamos a lo grande. De hecho, hasta en la final contra el Colonia casi la liamos en la vuelta tras ganar 5-1 en casa. En esos partidos del Bernabéu, no salíamos a calentar al césped para que la afición no malgastase energías animando esa media hora previa. Cuando empezaba el partido aquello era una olla a presión y nosotros íbamos como motos. Éramos un poco descerebrados, porque varias de esas remontadas llegaron al final del todo, cuando ya parecían imposibles, pero nosotros seguíamos ahí con una fe absoluta. Era muy emocionante.
Camacho, en uno de sus primeros partidos de blanco.
Camacho, en uno de sus primeros partidos de blanco.MARCA

¿Cómo mezclaste con la glamourosa Quinta del Buitre?
Muy bien, porque veníamos del mismo sitio con la misma educación y los mismos principios. La diferencia era de estilo futbolístico, pero no como personas. La Quinta nos subió el nivel. Butragueño ya sí aparece en quinielas para ser el mejor de Europa y gana un Balón de Bronce. Cambian a la vez la directiva y la filosofía. Pasamos de una época de mucha austeridad económica con don Luis de Carlos en la que, aunque éramos el Madrid, asumíamos que no podíamos hacer más, a otra con Ramón Mendoza en la que se apostó por ir con todo: grandes fichajes, grandes contratos... Fue un vuelco que, sinceramente, no sé si fue mejor o peor, pero ilusionó a la gente. Eso se junta con que la Quinta empieza a jugar con otro estilo, el país estaba cambiando... Es un punto de inflexión. Yo he jugado desde Zoco a Butragueño y desde Franco a Felipe González. Lo he visto todo.
De todos esos con los que jugaste, ¿cuál fue el que más te impresionó?
Amancio. Siempre. Desde que tengo uso de razón y sé lo que es el fútbol, me ha maravillado. Creo que Amancio ha sido injustamente tratado en el mundo. No en España y en el Real Madrid, donde ha sido un ídolo, sino fuera. Que Amancio no haya sido Balón de Oro es una tomadura de pelo. Te digo catorce que lo han ganado y están a años luz de él.
En el 78 sufriste una lesión de rodilla y estuviste casi dos años sin jugar. ¿Te dio miedo no volver nunca?
Mi último partido antes de lesionarme fue el famoso en Yugoslavia del botellazo a Juanito y el gol de Rubén Cano que nos metió en el Mundial de Argentina. Unos días después, en un partidillo contra el juvenil en la Ciudad Deportiva, fui a despejar el balón, escuché un clic en la rodilla y me rompí el cruzado. Con la medicina de entonces, era una lesión que normalmente te retiraba. Me operaron una vez y no funcionó; al año, otra vez al quirófano, y a los 20 meses logré reaparecer. Me perdí un Mundial y un Europeo, pero logré volver y jugar doce años más. Tuve suerte. Entonces no me paraba a pensarlo, pero muchísimos compañeros se quedaron en el camino por esa misma lesión.
¿Te han dejado muchas secuelas los golpes?
Buah, me duelen cosas todo el día, la rodilla sólo me dobla un 45%... Lo que pasa es que te acostumbras a convivir con tu cuerpo y tu dolor. En aquel fútbol de marcajes al hombre el choque era constante y, en contra de lo que se cree, el defensa tenía mucho más que perder que el atacante. Si miras las estadísticas de entonces, siempre hemos sufrido más lesiones graves los defensas que los delanteros. Yo llevo en el cuerpo siete operaciones que no las sumaban entre Cruyff, Maradona y un par de amigos. Las rodillas, los tobillos, la cara, la nariz... Todo. Los duros somos los defensas, pero los que hoy estamos cojos también.
¿Los cambios de normas han hecho blando el fútbol?
Para mí, sí. Ahora parece que no se puede saltar a cabecear, ya no se distingue un codazo de una disputa, hay pisotones completamente inevitables que acaban en roja... Son normas que no favorecen al fútbol, van contra su esencia. Yo sufriría mucho jugando hoy.
Con la selección también te faltó un punto de suerte: la final del 84, el Mundial 86...
Ese Mundial podríamos haberlo ganado, fuimos superiores a Bélgica y creo que estábamos al nivel de Argentina. Me hubiera tocado coger seguro a Maradona en semifinales y eso me gustaba. Ese Mundial me debían ver raro porque me hicieron control antidoping tras cada partido, estaba muy fuerte y muy rápido. Tengo la sensación de que a lo largo de toda mi carrera, tanto en el Madrid como con España, me ha faltado un poco de suerte en esos partidos grandes. Sólo recuerdo uno que ganamos sin merecerlo, contra Alemania en la Eurocopa del 84, que jugamos bien, pero nos bombardearon. Pero, luego, esos penaltis contra Bélgica en México... Teníamos que haberles ganado antes. Y tengo marcadas dos semifinales de Copa de Europa con el Madrid: contra el Hamburgo en el 80, que nos chuleó el árbitro tras ganar 2-0 en la ida y la final era en el Bernabéu, y la del PSV con la Quinta que fuimos muy superiores. En el fútbol necesitas suerte, pero eso no vale de excusa. Aparte de ser muy buenos, tienes que demostrarlo en todas las circunstancias y con buena y mala suerte como hizo luego la España campeona. Es lo que hay.
¿El liderazgo se tiene o se trabaja?
Se tiene que llevar algo dentro, pero el resto es mirar, copiar y aprender. Mi primer capitán fue Zoco y me doblaba la edad. Yo a Zoco no le discutía nada. Si me hubiera querido llamar Juan, pues soy Juan. Y a través de él fui viendo y adquiriendo unos valores porque, si no eres tonto, en un ambiente así vas asimilando lo que es un líder. Después lo vi en Grosso, Velázquez, Pirri... Y, de golpe, un día te das cuenta de que tú eres ése y los demás te hacen responsable de asumir ese liderazgo. Lo acepté con orgullo, como un honor. Aunque ahí es cuando empiezas a pensar que el siguiente homenaje al que vayas será el tuyo. Esto ahora ha cambiado: muy pocos futbolistas duran tanto en un equipo y un gran fichaje llega al club mandando más que el presidente, el entrenador y el capitán juntos. Es otro concepto.
La selección, justo antes de viajar a la Eurocopa 84.
La selección, justo antes de viajar a la Eurocopa 84.MARCA

Tras la retirada, en 1989, Camacho dio el salto a los banquillos. Subió al Rayo a Primera, llevó al Espanyol a la UEFA, fue seleccionador... Pero lo que más le recuerdan es lo que (casi) no hizo: entrenar al Real Madrid. Dos veces le fichó, dos veces se fue: en 1998 antes de empezar y en 2004 tras tres jornadas. "Siendo jugadores, Vicente (del Bosque), Mariano (García Remón), Juanito y yo siempre supimos que seríamos entrenadores. Hubo una revolución cuando vino Miljan Miljanic, con Radisic de preparador físico, que nos interesó muchísimo. Apuntábamos los entrenamientos, los comentábamos, disfrutábamos de ir a trabajar... Vi pronto que era mi futuro, pero nunca me obsesionó que fuese en el Madrid. Sobre todo, no a cualquier precio", explica.

¿El banquillo te evitó el bajón de la retirada?
Sí. Nada más dejarlo me dieron un juvenil y, además, me fui a jugar varios partidos con la selección europea, de homenaje en homenaje: a Platini, a Yashin, a Zico, a Altobelli, a Antognoni... De hecho, soy internacional por Namibia. Rumenigge y yo. El día de la independencia de Namibia ahí estaba con el ministro Fernández Ordóñez: primero les di la independencia y luego jugué con su selección contra unos rusos (risas). A veces lo pienso y... Qué vida he tenido.
No te puedes quejar, no.
De nada. Pienso en el chiquillo que era en Albacete y jamás pude soñar que el fútbol me iba a dar tanto como me ha dado, las experiencias que he tenido, las cosas que he aprendido... Ha sido increíble.
¿Cómo explicas haber dejado dos veces el Madrid?
Es un acto de amor, de responsabilidad y de respeto hacia mi casa, mi camiseta y mi escudo. Nunca he escondido mi madridismo. He tenido el honor de trabajar en muchos sitios pero, vaya donde vaya, a Camacho se le relaciona con el Madrid y es un orgullo. Y el mismo valor que tuve durante 16 años para ser un futbolista importante en ese equipo, lo tuve para asumir que no había más remedio que irse porque las circunstancias no eran las que debían ser. En otro equipo quizás no lo hubiera hecho, pero mi exigencia hacia el Real Madrid es mayor. Si no te valoran, no te respetan, te fichan por ficharte, no cumplen su palabra y las decisiones que toma el club no van contigo, lo mejor es irte y no vincularte a un Madrid que no es el Madrid en que crees y has conocido. Así que dimití antes de empezar
Con eso te refieres a la primera vez, con Lorenzo Sanz.
Sí. La segunda vez vi que la afición pensaba que por venir yo se iban a conseguir unos objetivos que eran imposibles con esa plantilla y esa filosofía.
Era la época de los Galácticos.
Eso es. Yo advertí al presidente [Florentino Pérez] de la realidad, que esa plantilla no daba más de sí y no íbamos a ser campeones así. Por desgracia, él no lo vio entonces sino un tiempo después, cuando ya era tarde: el equipo no dio la talla y él también dimitió. Había grandes jugadores de nombre, pero eso siempre lo ha tenido el Madrid. Los nombres solos no valen gran cosa y, en aquel momento, Zidane, Figo, Ronaldo, Beckham, Roberto Carlos y compañía no estaban al nivel futbolístico que el Real Madrid requería para aspirar a algo.
¿Te hicieron la cama?
Eso me da igual. Es posible que lo intentaran, pero no me la hicieron porque yo sabía lo que ellos eran y lo que pretendían. Igual que ellos sabían quién era yo, que también he sido futbolista y tengo un respeto máximo al jugador: siempre de frente. Mientras un futbolista entrene y rinda, me da igual todo lo demás de su vida privada, pero si fallas ahí, no me vales. Muchos de ellos, ahora que están al otro lado, se están dando cuenta de que yo tenía razón. Es natural.
Aguantaste tres jornadas.
Le expliqué muy claro a Florentino que había que cambiar la filosofía y fichar jugadores que pudieran ser Balón de Oro en el Real Madrid, no a todos estos que venían con el Balón de Oro de fuera y ya no estaban para ganarlo aquí. Que sus premios y logros fuesen por hacer algo por el Real Madrid y no por la Juve o el United, mientras les pagamos nosotros cuando ya no están a ese nivel. Eso el presidente lo aprendió y lo ha hecho de maravilla en su segunda etapa: Cristiano Ronaldo ha ganado mil premios porque se ha hinchado a meter goles para el Real Madrid y Modric ha sido Balón de Oro gracias a su rendimiento aquí. Pero en aquel entonces, Florentino no lo veía así.
¿Qué te respondía cuando le explicabas esto?
"Joder, que estos son muy buenos, que lo dice todo el mundo". Y yo: "Discrepo. Fueron muy buenos, pero ya no lo son". Si estás en el Real Madrid, me parece muy bien que tengas tus negocios, tus hobbies y tus intereses fuera. Perfecto. Pero lo primero es el Real Madrid, es el equipo y es ganar. Y si no estás centrado y no ganas, ¿de qué me sirve que hagas anuncios o vendas camisetas? No, no. Esto es el Real Madrid, insisto. Es lo único que yo pedía: profesionalidad y máxima exigencia. Ahí se produjo un choque, no éramos compatibles y me fui sin ningún problema.
Como capitán del Madrid, celebrando la Liga 88-89.
Como capitán del Madrid, celebrando la Liga 88-89.MARCA

¿Te cuesta reconocer hoy el Madrid que mamaste?
Ha habido épocas, pero ahora sí lo reconozco. Creo que se ha adaptado al fútbol actual sin perder sus valores históricos. Ha tenido estos años el mejor equipo del mundo y ahora le toca volver a reconstruir en un escenario más difícil, porque cada vez hay más enemigos con grandes fortunas. En su primera etapa, Florentino hizo cosas que yo consideré un error y me tocó pagar el pato, pero ahora tengo que reconocerle que lo está haciendo fenomenal. Ya no ficha nombres sino futbolistas que se hagan ese nombre en el Madrid.
En cualquier caso, no habrá jugador o directivo que te haya sacado de tus casillas más que Al-Ghandour con aquel arbitraje frente a Corea del Sur en el Mundial 2002. ¿Tienes pesadillas con él?
No, pesadillas no, pero hace un tiempo vinieron a decirme que el Al-Ghandour este ahora hace entrevistas y quería hacerme una. Lo mandé a pastar. Sólo me faltaba, ahora me vas a venir con el jijiji jajaja. Aquello no fue futbolístico, fue político. Blatter tenía unos intereses, nos pusieron un linier que estaba mojao seguro y todas esas circunstancias nos dejaron a nosotros con cara de tontos, porque jugamos un partidazo. Pero daba igual lo que hiciéramos: aquel partido estaba sentenciado desde antes de empezar. Vimos cosas raras todo el rato, el arbitraje sólo fue la guinda.
¿Qué más sucedió?
El día anterior casi me pego con uno de la organización que nos quería tener una hora metidos en el autobús antes de entrenar mientras estudiaba las acreditaciones una a una como si fuéramos una banda de delincuentes... Me preguntaron cómo queríamos el césped y les dije que muy largo, así que lo dejaron cortísimo. Lo que pasa es que esta la vi venir y les pedí lo contrario a lo que quería. Antes de la prórroga, Hiddink estaba tranquilamente dando órdenes a sus jugadores y a mí vino el linier a decirme que no hablase. Ahí casi se me va la olla y acabo en comisaría. En fin, estábamos jodidos.
Como comentarista se vive mejor, ¿no?
Sí, sí, aunque la gente también critica mucho. Lo que intento es explicar lo que está ocurriendo, no jugar a adivino que es lo que se lleva ahora: yo haría esto o esto otro. Eso sería faltar al respeto al entrenador que de verdad conoce cada detalle para decidir. Bueno, yo me divierto, intento aportar y, si me siguen llamando, será que no sale tan mal.
¿Echas de menos estar dentro de un vestuario?
No lo pienso, la vida te va llevando y yo soy un hombre feliz. El fútbol me ha dado infinidad de amigos y he podido disfrutar de una vida privilegiada haciendo lo que más me gusta. Estoy contentísimo. He disfrutado del fútbol de todas las maneras posibles menos una, que es como directivo, y vamos a ver si no lo hago.
¿Me estás dando una noticia para acabar?
No me voy a comprar el Bayern de Múnich, pero ya veremos qué nos depara el futuro. Hoy hemos quedado para hablar del pasado (risas).
Un buen pasado.
El mejor que podía soñar.

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