FÚTBOL
SUSURROS DEL DEPORTE

Las heridas del peor Guardiola bajo la tormenta perfecta: lesión de Rodri, ocaso de la generación De Bruyne y un sueño aplazado hasta el Mundial de España

El City cae en Anfield, sexta derrota en siete partidos, en su peor racha como entrenador. Ha decidido renovar por lealtad y dadas las dificultades del club, en el campo y los despachos, amenazado de sanción

Las heridas del peor Guardiola bajo la tormenta perfecta: lesión de  Rodri, ocaso de la generación De Bruyne y un sueño aplazado hasta el Mundial de España
PREMIUM
Actualizado

La autolisis es la acción de herirse a uno mismo, con el objetivo de que el dolor físico sustituya al dolor emocional. Las conductas autolíticas expresan rabia, frustración o culpa, en opinión del doctor Jesús Fleta Zaragozano, que ha estudiado su crecimiento, especialmente en la adolescencia. Pep Guardiola está en la madurez, pero su frustración no tiene edad. Si los arañazos que confesó haberse realizado, visibles en su rostro, después de que el Feyenoord remontara tres goles en apenas 15 minutos en el Etihad y ahondara en la crisis del Manchester City, responden o no a un impulso autolítico, no es materia de este artículo, por respeto a su intimidad. El mismo que mostró el entrenador cuando, un día después de confesar que se había arañado con las uñas, quiso alejarse de cualquier especulación sobre un patrón de quienes padecen problemas de salud mental, a los que facilitó, a través de las redes sociales, los contactos de los organismos donde encontrar ayuda. La frustración, sin embargo, es evidente en su peor momento como entrenador, con seis derrotas en siete partidos, y también cierto sentimiento de culpa para quien lleva la exigencia al límite. Ello empieza por la autoexigencia, que nada tiene que ver con la autolisis, pero puede provocar heridas más profundas que las de unas señales en la epidermis.

Guardiola ha disfrutado siempre de un presente que sabe que es efímero, hecho que le lleva permanentemente a un debate existencial: esto es lo mejor, pero esto se acaba. Es la tortura de los inteligentes. Eso le ha situado una y otra vez frente a la tentación de anticipar el final todavía durante el éxito, porque lo que le sucede es la descomposición. «Mejor separarnos antes de hacernos daño», decía en Barcelona, donde el amor por su club y el sentido de la responsabilidad le hicieron desoír a su instinto. El final fue indeseado e innecesario, derrotado y descompuesto por José Mourinho, y enfrentado a su amigo de la Masía, ayudante y sucesor, Tito Vilanova, posteriormente fallecido.

En Manchester ha pensado en lo mismo más de una vez. El City no le genera las convulsiones interiores del primer amor, pero el sentido de la lealtad a las personas que construyeron un ecosistema emocional a su medida, un Barça en pequeño sin ser 'més que un club', vuelve a contradecir a su instinto. Ferran Soriano y Txiki Begiristain prepararon su llegada desde su desembarco en el Etihad. «Vendrá cuando él crea, pero vendrá», decían con seguridad. Con Pep lo hicieron Manel Estiarte, el preparador físico Lorenzo Buenaventura, el doctor Ramón Cugat como apoyo y hasta la nutricionista Silvia Tremoleda. Un tiempo después, Juanma Lillo.

Guardiola, con las heridas en su rostro tras el partido de Champions.
Guardiola, con las heridas en su rostro tras el partido de Champions.TV

Una plaga de lesiones que encabeza Rodri; una crisis de resultados que se agrava con la derrota en Anfield (2-0), la sexta en siete partidos consecutivos; el ocaso de la generación de los De Bruyne, Bernardo Silva o Gündogan, y la amenaza de una sanción que podría sacar al City de la Premier, componen la tormenta perfecta bajo la que Guardiola reta a Guardiola: esto no se acaba.

La renovación hasta 2027 llevará al catalán a cumplir 11 años en el City, casi el triple del tiempo que estuvo en el banquillo del Barcelona. La prórroga de su contrato es por dos temporadas, pero el club no pondría trabas si, cumplida la primera, el entrenador pidiera una salida. La sintonía no es únicamente con Ferran Soriano o Begiristain, también con el propietario, Mansour bin Zayed, miembro de la familia real de Emiratos Árabes, y su esposa. La anunciada marcha de Begiristain, a final de esta temporada, no ha sido vinculante para Guardiola. El vasco ya lo solicitó el pasado curso, pero le pidieron que continuara un año más. No hay conflicto detrás, sólo el deseo de otro tipo de vida.

En los primeros borradores para la renovación del entrenador siempre se habló de una temporada con opción a una segunda. Guardiola no ha olvidado el día que sumó un patrimonio de 100 millones de pesetas como futbolista. Hoy, es calderilla, ya que en una temporada multiplica esa cantidad por más de 30. «No sabes cuánto me pagan», dijo, irónico, en declaraciones a Sky, aunque no es el dinero el móvil principal de esta renovación.

Guardiola, durante el partido en Anfield ante el Liverpool.
Guardiola, durante el partido en Anfield ante el Liverpool.ADAM VAUGHANEFE

La siguiente temporada concluye con el Mundial de Estados Unidos, Canadá y México, un torneo de corte en el ciclo de los seleccionadores. Es el rol en el que Guardiola piensa hace un tiempo. Le encantaría vivir la experiencia de un Mundial, algo que como futbolista sólo pudo hacer en Estados Unidos, en 1994, de la mano de Javier Clemente, en una selección a contraestilo con su pensamiento y sus condiciones. Un año sabático, como hizo después del Barça, y entonces coger una selección figuraban en su hoja de ruta. El problema era elegir el momento, entre éxito y éxito. Ganada su tercera Champions como técnico, la primera Champions sin Messi, llegaba la hora. Las dificultades, en cambio, han apelado a su conciencia y lo han aplazado: «No quiero huir, quiero estar aquí para reconstruir al equipo en muchos aspectos, de aquí a final de temporada y las próximas campañas. Sé lo que necesitamos y lo que tenemos que hacer».

El crédito del que goza en el City es, por ahora, ilimitado. Seis Premiers y una Champions, entre los 18 títulos, lo avalan. Lo mismo sucede en el fútbol inglés, en general, donde ha tenido una influencia colosal. La Football Association pensó en Guardiola para suceder a Gareth Southgate y, de hecho, lo esperó hasta el último momento, antes de nombrar al alemán Thomas Tuchel, el tercer extranjero al frente de los 'pross' tras el fallecido Sven-Göran Eriksson y Fabio Capello.

Tuchel dirigirá a Inglaterra hasta el Mundial 2026. Para entonces, Guardiola sabrá si ha podido con el desafío de la reconstrucción y el City conocerá su situación, una vez finalizado el proceso por haber presuntamente cometido 130 infracciones financieras entre 2009 y 2018. Si el papel de Tuchel no ha sido sobresaliente, se abrirá para Guardiola la puerta de la selección que mejor encajaría por potencial y conocimiento mutuo. Si el alemán continuará hasta la siguiente Eurocopa, en 2028, el catalán podría disponer del año sabático y entonces estar disponible. A la 'Roja' la descuentan muchas razones, no precisamente futbolísticas, pero los tiempos podrían llevar a Pep a cumplir su último sueño, alos 60 años, de dirigir en un Mundial en 2030, precisamente en España, pero en otro banquillo.