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Especial Top Líderes LGBTI+

Los jefes de Amazon y AstraZeneca en España reivindican el liderazgo LGBTI+ en la empresa: "La militancia debe ser molesta, perturbadora, hay que cambiar las cosas"

Mariangela Marseglia y Rick R. Suárez son la punta del iceberg del posicionamiento del colectivo en las cotas más altas del sistema empresarial español: "Ojalá ser un altavoz para un cambio cultural en el ámbito de la empresa"

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Desde aquella sofocante noche neoyorquina de hace ahora 55 años, cuando un grupo de desarrapados sin más razón que su rabia y un puñado de adoquines le dieron un revolcón al sistema, los disturbios del bar Stonewell son la X en el calendario de todos los Orgullos del mundo. Y a la manera del paseo triunfal de Neil Armstrong por los terruños yermos de la luna, gays, lesbianas, transexuales y bisexuales han ido arañando pequeños pasos para el hombre (y la mujer, of course) y, sin embargo, grandes zancadas para la Humanidad. Añadiendo siglas en su lucha por la diversidad sexual, pregonando derechos humanos varados en el limbo, sacudiendo la tiranía de las leyes y aireando banderas a las que apenas le caben más colores.

Tan lejos ya el Stonwell, el colectivo LGBTI+ ha escrito con más o menos sangre su propia narrativa, su lugar en el mundo, su canción de Gloria Gaynnor como himno inmortal. Y aunque muchos le están ganando a Goliat la partida, todavía le quedan a David muchos territorios por conquistar. De homosexuales está Hollywood lleno y el frenesí de las televisiones e, incluso, la Universidad y sus cátedras más combativas. Pero ¿qué hay del Ibex, de los puestos de alta dirección de las grandes compañías, de los centros de poder que manejan los hilos del mundo?

Mariangela Marseglia y Rick R. Suárez son la punta del iceberg del posicionamiento del colectivo en las cotas más altas del sistema. Desde Amazon ella y desde AstraZeneca él, su salida del armario profesional es mucho más que una declaración de intenciones. Es, también, una manera de impregnar en el ADN de sus respectivas compañías la igualdad de oportunidades, un entorno seguro para sus trabajadores, las políticas LGBTI friendly desde el tuétano de sus despachos a la última cadena de montaje. Sobre todas estas cuestiones han hablado para Actualidad Económica en dos de sus entrevistas más sinceras, realizadas hace unos días por separado en Madrid.

Suárez, norteamericano de ascendencia cubana, es presidente de AtraZeneca en España desde el año 2020. Licenciado en Química y Sociología, antes de mudarse a Madrid lideró en Estados Unidos equipos de Ventas, Márketing, Médico y Acceso al Mercado. Miembro orgullosísimo de la comunidad LGBTI+, en todos estos puestos ha sido un activo impulsor de la inclusión en los mimbres del gigante farmacéutico. "Me han ofrecido trabajos en distintas partes del mundo, pero donde existían leyes que no nos apoyaban", reconoce. "España es un lugar seguro para mi marido y mis dos hijos y quiero que se críen aquí".

¿Y no le ha costado dejar pasar algunos trenes a cuenta de esta filosofía de vida?
Rick R. Suárez. Yo no diría que he perdido oportunidades. He apostado por lo que no impactará negativamente en mi familia. Sé que en cualquier país vamos a encontrar homofobia, gente que discrimina e incluso odia a las mujeres... Pero a grandes rasgos, España es un lugar increíble. Y pongo un ejemplo: en el colegio de mis hijos no hemos tenido ni un solo problema por ser la familia que somos.
Tampoco es Estados Unidos un territorio tan hostil... ¿O me equivoco?
R. R. S. Estados Unidos son 50 países diferentes. Yo empecé mi carrera en un lugar llamado Paducah, en el estado de Kentucky. Mi primer día de trabajo estrené muy orgulloso una camisa buena, muy bonita, que causara una buena impresión en mi estreno. Al verme, una compañera me dijo: "¿Pero qué llevas puesto? Van a pensar que...". Ese "van a pensar que" me dio igual. Soy lo que soy. Si en ese momento yo me hubiera quitado la camisa, ocultándome, ¿cómo les hubiera dicho después a mis hijos "sed vosotros mismos"?

Mariangela Marseglia -licenciada en Economía y Gestión por la Università Cattolica del Sacro Cuore en Milán- se incorporó a Amazon en 2010: allí ha sido directora de Prime Now, el servicio de entregas ultrarrápidas, y desde 2018 es la country manager de Amazon Italia y España. Casada con otra mujer con la que es madre de un hijo, es desde este puesto donde ha revolucionado la manera de trabajar no solo en las oficinas, sino también en los centros de logística. "La palabra clave es el equilibrio", explica. "Los seres humanos, y por lo tanto los trabajadores, somos una mezcla de muchas cosas, no solo rendimiento. He trabajado en empresas donde solo importaban los beneficios, el rendimiento, donde ni siquiera se podía decir "hoy estoy cansado" porque te consideraban una persona débil. Eso te lleva directamente a no mostrarte tal y como eres y, en definitiva, a no ser feliz.
P. ¿Y cómo se materializa ese equilibrio?
M.M. En primer lugar, somos flexibles. Eso quiere decir que el trabajador no tiene que marcar la hora de entrada y de salida, por ejemplo. No estamos en la oficina de 09.00 a 18.00 horas. Y damos la opción de hacerlo desde casa si tienen tareas del hogar de las que necesitan ocuparse. También contamos con muchas políticas para apoyar problemas de salud mental, algo que se ha vuelto muy importante después de la pandemia, pues supuso un momento de gran estrés para toda la Humanidad.
¿Son las emociones importantes en un cargo como el suyo, o éstas pueden llegar a ser peligrosas?
M. M. En efecto, hay momentos en los que no puedes dejarte arrastrar por las emociones. Hay que tener la cabeza fría para tomar decisiones importantes. Pero a la hora de conectar con tu equipo, los sentimientos están ahí y no puedes parecer un robot. ¿Qué está sucediendo, por ejemplo, con la Inteligencia Artificial? En los próximos años, muchas tareas técnicas serán realizadas por máquinas. Pero hoy por hoy, lo más importante es entrenar a esa IA, asegurarnos de que las máquinas entiendan lo que necesitamos de ellas. Por eso se está contratando a muchas personas con formación humanística, psicólogos... De nuevo sale a relucir el equilibrio.
Mujer y lesbiana. Menudo doble techo de cristal ha tenido que romper usted para llegar a donde ha llegado...
M. M. Algo que no estoy segura de que sea necesariamente positivo para nosotras las mujeres y para nuestras carreras es que somos buenas organizadoras. Y eso se debe a que hemos de ser muy minuciosas para compaginar el trabajo con el cuidado de los niños, de los mayores, de las tareas de la casa, algo que, en todo caso, debería ser compartido. Por eso tenemos muy buenas capacidades organizativas. ¿Eso es algo bueno? Si atendemos a estas razones, no lo tengo tan claro.

¿En el devenir de estas carreras de éxito, recuerdan algún momento complicado por su condición sexual?
R. R. S. Una vez, cuando optaba a un puesto en Nashville, Tenesse, su argumento para rechazarme fue que yo era demasiado abierto y animado... Que brillaba mucho. Mi personalidad les debió de parecer excesiva. Fue duro y, aunque esa persona ya no está en la compañía, aquello me hizo reflexionar.

M. M. Salir del armario marcó un antes y un después en mi carrera. En esa primera fase, estar dentro no me ayudó en mi vida profesional. No es que estuviera mintiendo; simplemente no contaba cosas sobre mí. Y eso hizo que la gente de mi alrededor pensase: "Esta mujer no hace nada durante los fines de semana, no tiene vida...". Y claro que tuve momentos duros, como cuando estaba en un grupo de personas y tenía que escuchar bromas sobre mujeres e, incluso, sobre lesbianas. Era triste, porque yo incluso me reía como una coraza de protección, para ser parte del grupo. Era como: "Odio a estas personas por estar haciendo estos chistes estúpidos, pero en realidad me estoy comportando como ellos. Es tan vergonzoso...". Eso me absorbió muchas energías. Y cuando decidí que ya no podía soportar más esa situación y me atreví a mostrarme tal y como soy, dejé de excluirme y conecté mucho mejor con todo el mundo. El trabajo se volvió más divertido. Y por supuesto, ayudó a mejorar mi rendimiento.
Habrá quien piense que todo ese viaje de aceptación es más sencillo desde un puesto de responsabilidad como el suyo. Y que tal vez un perfil junior se ande con pies de plomo...
No voy a negar que estoy en una posición de privilegio. Pero no olvidemos de donde vengo: un chico de origen cubano cuyos padres no le aceptaban y que solo contó con el apoyo de su abuela. Pero con 14 años tomé la decisión de seguir adelante... y gané.

M. M. El hecho de tener más responsabilidad, o más dinero, o más estatus, por supuesto que son privilegios. Pero eso puede funcionar para mí, pero no para personas que trabajen en condiciones mucho más frágiles. Por eso yo puedo ser un altavoz para un cambio cultural en el mundo de la empresa. Necesitamos hablar, escuchar si alguien ha sido discriminado por su orientación sexual, decir que eso no está bien. Por eso es importante la celebración del Orgullo. Y por eso es importante que yo conceda esta entrevista; para que las personas más vulnerables tengan modelos a seguir que no son muy comunes estos días. No somos perfectos, pero al menos hemos iniciado un viaje.

En el caso de Amazon, entiendo que será más fácil controlar ese flujo de respeto a la diversidad desde las oficinas centrales que desde los centros logísticos, espacios más masculinizados, disgregados por toda la geografía...
M. M. En España tenemos 40 almacenes. ¿Puedo decir con un 100% de certeza que en esos lugares no sucede nada en términos de discriminación? Honestamente, no. Pero puedo afirmar que si alguien viene a mí, incluso anónimamente, y denuncia una situación desagradable, estoy obligada a hacer algo. Y lo haré.
Bajando a la tierra todo este discurso, ¿qué medidas concretas están tomando AstraZeneca y Amazon para cristalizar estas filosofías LGBTI-friendly?
R. R. S. Yo soy muy disruptivo y siempre estoy intentando marcar la diferencia para los que vienen detrás. La diversidad y la inclusión no pueden ser solo un proyecto, sino una forma de trabajar las 24 horas del día, todos los días del año. Un ADN. Cuando yo llegué a AstraZeneca, ni siquiera se podía hablar de salud mental. "Ahí no te metas, eso es tabú", me dijeron. No hice caso, y ahí están hoy nuestros ERG.
¿ERG? Desarrolle...
R. R. S. Los Employee Resource Groups: grupos formados por embajadores voluntarios que brindan apoyo a compañeros de distintos colectivos. En la actualidad hay 5: de LGBTI, de diversidad funcional, de diversidad generacional, de salud mental y de diversidad cultural. El objetivo es construir un ambiente seguro, poner en marcha distintas actividades, charlas, talleres... En la compañía somos 650 personas de 39 nacionalidades diferentes. Se trata de que todos se vean en la foto.

M. M. Amazon cuenta en distintos países con unos grupos llamados Glamazon, formados por empleados que representan las necesidades de la comunidad LGBTI. Se aseguran que sus derechos estén protegidos, y colaboran muy directamente con asociaciones del colectivo. Tenemos programas específicos para el eslabón más frágil de la comunidad, las personas trans, para apoyar, por ejemplo sus procesos de transición.
Y de cara a los clientes, ¿Amazon sigue alguna estrategia alineada con la filosofía LGBTI?
M. M. En el pasado había juguetes para niñas y para niños, y decidimos eliminar el sesgo de género y presentarlos todos en nuestra web como neutrales. Nada de planchas y cocinitas para ellas y coches de carreras para ellos. El cambio, aunque pequeño, debe empezar así de pronto y desde tan abajo.

Visto en perspectiva, ha podido su condición sexual dar lugar a la paradoja de ser un freno, pero también un trampolín en sus carreras?
R. R. S. A mí me ha favorecido, y te voy a explicar por qué. Me encanta trabajar y llevo la empresa en la sangre, pero desde dentro del armario no podría disfrutar como lo disfruto, ni sonreír. Mi liderazgo no sería auténtico. Hay datos que confirman que el 64% de las personas LGBTI no quieren hablar de ello en el trabajo por miedo a la discriminación. Y yo tengo una gran responsabilidad para revertir ese dato.
Habrá compañías donde todavía se estile aquello del don't ask, don't tell. O sea: puede ser usted lo que le venga en gana, pero en privado. ¿Es la militancia todavía un tabú?
M. M. La militancia es fundamental. Y tiene que ser molesta, porque necesita cambiar cosas. Y las personas que dicen 'haz lo que quieras, pero no lo muestres', básicamente están tratando de preservar su statu quo. Queremos y debemos ser perturbadores, obligar a la gente a pensar sobre estos asuntos, o nada cambiará.
Usted que vive a caballo entre España e Italia, ¿qué diferencias percibe entre ambos países?
M. M. Aquí puedes casarte con quien quieras. En Italia no es posible, así que allí yo tengo una esposa aunque no es un matrimonio real pues no hay tal ley. Y tampoco podíamos adoptar a mi hijo, así que tuvimos que venir a Barcelona para concebirlo. En Italia existen 10.000 niños de parejas gays y lesbianas que, básicamente, no existen para la ley y eso es una auténtica locura. También te digo: creo que la sociedad italiana está mucho más avanzada que sus políticos.
P. ¿Y qué pasó con sus padres, Rick? ¿Me regala usted un final feliz y me cuenta que las cosas se enderezaron?
R. R. S. Mi padre no llegó a tiempo de ver mis éxitos profesionales, pero sí me conoció como un hombre gay y feliz. Con mi madre la relación ha cambiado muchísimo y ahora nos pide a mi esposo y a mí que le demos más nietos. Y mi abuela ha sido siempre mi ejemplo a seguir. Una vez me dijo algo que he seguido cumpliendo toda la vida: "Nosotros en lo que nos tenemos que concentrar es en los problemas reales. No tenemos comida, no tenemos agua, no tenemos dinero para pagar la luz... Lo demás no importa en absoluto".