- Redeia invierte en la red eléctrica española 3.200 millones menos de lo previsto en la ley en la última década
- El 'boom' de centros de datos ya satura la red eléctrica de Madrid y pone en jaque 6.000 millones de inversión
El cuello de botella de las redes eléctricas en España ha empezado a desencadenar un goteo de proyectos industriales que están siendo paralizados por la saturación de dicha infraestructura que vive una congestión sin precedentes, principalmente, debido al aluvión de peticiones de conexión de los centros de datos.
En esta situación se encuentra Laboratorios Normon, el fabricante español de genéricos que suministra el 20% de los medicamentos administrados al conjunto de los hospitales del país. Según ha podido saber EL MUNDO, la empresa ha tenido que dejar en vía muerta un proyecto de 400 millones de euros para ampliar la capacidad de producción de su planta en la localidad madrileña de Tres Cantos, al habérsele denegado el acceso al suministro eléctrico que exigiría dicho crecimiento.
Fue hace tres años cuando la compañía solicitó entre cinco y seis megavatios (MW) para alimentar la ampliación de la planta madrileña, una iniciativa que el grupo de capital 100% español impulsó en el marco del creciente interés público por garantizar la autonomía nacional en el abastecimiento de bienes estratégicos, entre ellos, los productos sanitarios. Desde un primer momento, la respuesta que recibieron fue que en Tres Cantos no había «ni un megavatio disponible».
Esta saturación eléctrica es absolutamente inédita. Históricamente, los productores se peleaban por conectar sus plantas de generación de energía a la red. Ahora ocurre lo contrario, es en el plano de la demanda donde los grandes consumidores se dan codazos por acceder a la infraestructura eléctrica. En España, esta se divide en redes de alta tensión, autopistas que gestiona Red Eléctrica, y redes de media y baja tensión, carreteras secundarias que gestionan por zonas las filiales de distribución de Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP.
Laboratorios Normon mantiene intensos contactos con Iberdrola, la distribuidora de la zona, y con la Comunidad de Madrid. «Hemos logrado que nos concedan un único megavatio, suficiente para ir tirando este año, pero nada más», explica en una llamada con este medio Gonzalo Fernández Govantes, director de Operaciones del grupo, quien detalla que un 75% de sus inversiones anuales, 50 millones de euros, se destinan al proyecto de Tres Cantos desde hace tres años. «Preveíamos mantener este ritmo de inversión durante 10 años para completar la ampliación proyectada», expone. Y cifra en 1.500 los puestos de trabajo contemplados para la culminación de la planta. «Hoy trabajan casi 400 personas y ya hemos contratado a 100 más de cara al próximo año. A partir de ahí todo es incertidumbre, sin suministro no podemos garantizar nada», expone Fernández, quien explica que Iberdrola les propuso desplegar su propia línea desde Alcobendas hasta Tres Cantos. «Era inviable, por costes y por plazos», zanja.
Las distribuidoras llevan meses alertando de que la red en nuestro país se ha quedado demasiado pequeña. Están presionando al Gobierno para que eleve la retribución a sus inversiones en esta infraestructura, así como para acabar con el actual tope anual a la inversión en redes. Además, las eléctricas piden que se agilice el actual proceso quinquenal de actualización de la planificación de la red de transporte, cuyas actuaciones afectan, a su vez, a las que pueden realizar ellas aguas abajo.
Los obstáculos que denuncian desde las distribuidoras son barreras reales para el desarrollo de una infraestructura que ha aflorado como la columna vertebral de la transición energética y la reindustrialización nacional. Pero no es menos cierto que hay otro gran problema de base: mucha de la capacidad de demanda actualmente reservada en la red no responde a proyectos reales.
Algunas solicitudes buscan especular con los codiciados puntos de conexión, otras responden a promotores que han pedido de forma simultánea enchufarse al sistema en varios puntos de la geografía española. Los data center son el principal solicitante y, según las cifras que maneja el sector, han pasado de pedir 760 MW en 2021, a 5.000 en 2022 y a más de 10.000 en 2023. «Muchas de sus peticiones se concentran en distribución, lo que está desplazando a la industria que también demanda más energía», explican fuentes del sector. Aunque quisieran, las distribuidoras tampoco pueden elegir a quién conceden la potencia disponible y a quién no, sino que los megavatios se otorgan por ley por orden de prelación.
La falta de una foto real de las necesidades de red complica a Redeia, al Gobierno y a las propias eléctricas dimensionar las auténticas carencias de una infraestructura donde cada ampliación implica inversiones multimillonarias que, en última instancia, pagan todos los consumidores con sus recibos. Sin embargo, son muchas las industrias que no pueden esperar hasta que todo eso se resuelva.
«El nuestro es un proyecto estratégico y debería priorizarse porque es una cuestión de salud pública», reclama Fernández. ¿Está sobre la mesa trasladar la inversión a otro lugar dentro o fuera de España? «Si esto no se resuelve...», responde. No sería la primera. Según fuentes del sector, este mismo problema fue lo que llevó al grupo de bombas de calor Valliant a abrir en Eslovaquia una planta que, inicialmente, pensó levantar en País Vasco.