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Cuando cotizar en Bolsa salva a una empresa de un desvarío del ministro: Ábalos, Aena y el intento de destrucción del 'delcygate'

Estar sujeto a la disciplina del mercado ayudó al presidente de Aena a rechazar una orden de Ábalos de destruir imágenes con la vicepresidenta de Venezuela.

Cuando cotizar en Bolsa salva a una empresa de un desvarío del ministro: Ábalos, Aena y el intento de destrucción del 'delcygate'
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La situación judicial del que fuera poderoso ministro de Transportes y número dos del PSOE, José Luis Ábalos, no es aún peor gracias a que un subordinado lo desobedeció en un impresentable intento de obstrucción de la Justicia. El caso muestra cómo cotizar en Bolsa y estar sujeto a la disciplina del mercado salva a una empresa, incluso aunque tenga mayoría pública, de un desvarío ministerial. Los hechos han sido admitidos por el presidente de Aena, Maurici Lucena, a su consejo de administración y equipo, según ha podido saber Actualidad Económica. La empresa declina hacer comentarios, pero esto fue lo sucedido, según varias fuentes informadas por los protagonistas.

Era el viernes 14 de febrero de 2020 cuando el entonces poderoso ministro citó en su casa a Lucena. Era un piso en El Viso propiedad del Estado y su vecina de arriba era la entonces vicepresidenta Nadia Calviño. Según admitió Lucena a su equipo tras aparecer una información de The Objective sobre este encuentro, no tenía más remedio que acudir. Aena es una empresa que tiene al Estado como principal accionista a través del Ministerio de Transportes. Formalmente era Ábalos el responsable de su nombramiento. Además, hay que tener en cuenta que el ministro era entonces el secretario de Organización del PSOE y Lucena es militante del PSC. Un jefe político.

Ábalos le explicó que quería que Aena destruyera las imágenes de lo ocurrido en el aeropuerto de Barajas el 20 de enero anterior, que es cuando subió al avión de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en un aterrizaje que nunca debió producirse al tener ésta prohibida la entrada en territorio europeo. El ministro se había visto envuelto en una enorme polémica y pidió a Lucena que eliminara las imágenes. Esgrimió astutamente que así lo obligaba la ley de protección de datos, reacia a que se conserven más de un mes.

Lucena se negó. Entonces no se sabía que hubiera envueltos en el escándalo comisionistas, sino sólo un error político, pero no quiso destruir pruebas. Lucena no sólo tiene formación política, sino también empresarial. Es economista y había sido directivo del Banco Sabadell hasta que fue nombrado en 2018 presidente del gestor de aeropuertos tras la llegada a Moncloa de Pedro Sánchez. No descartaba que un caso tan controvertido tuviera recorrido parlamentario o incluso se pudiera judicializar. Eliminar imágenes era peligroso para la empresa, que, según recordó a Ábalos, es una sociedad cotizada con un 51% en poder del Estado, sí, pero también con un 49% de capital privado. Que una de las primeras empresas del Ibex se viera envuelta en un caso de obstrucción al Parlamento o incluso a la justicia podía ser un escándalo.

El presidente de Aena se resistió y, cuatro días después, este diario adelantaba una decisión judicial sorprendente entonces. Un juzgado de guardia requirió a Aena el día 18 de febrero de 2020, a petición del PP, que conservara las imágenes aunque se cumpliera el mes. Fue el argumento definitivo para que Lucena viera refrendada su decisión y Ábalos reaccionó con estupor. Sabía que sería visto no sólo junto a su escolta Koldo García, sino a su comisionista clandestino Víctor de Aldama, desconocido entonces.

Finalmente el delcygate no tuvo recorrido judicial, lo que habría sido menos evidente si hubiera habido obstrucción a la justicia con Ábalos al mando y Aena de cómplice y encubridor, pero el episodio arroja varias lecciones.

En contraste con esta actuación de Aena, hay ejemplos contrarios. Empresas públicas bajo control absoluto del Ministerio como Ineco y LogiRail contrataron a las amantes de Ábalos mientras que Puertos del Estado se prestó a comprar las mascarillas a la empresa patrocinada por Koldo y Aldama. Se dice que las leyes de contratación del Estado son más estrictas que las del sector privado y menos expuestas a corrupción, pero todo apunta a que en Aena no pudo penetrar la trama como en otras que no tienen accionistas ni miembros del consejo de administración procedentes del sector privado. Otra lección es que un subordinado que cumple su deber, protege en realidad de males mayores a su desnortado jefe cuando le desobedece. Por cierto, lo de intentar destruir pruebas se ha visto que no era solo cosa de Ábalos en los entornos del poder.