MACROECONOMÍA
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Ni trabas ni aranceles: el disparatado método 'matemático' usado por EEUU para calcular las represalias comerciales

La administración no ha identificado todas las supuestas barreras de sus socios, como aseguró Trump, sino que únicamente divide el déficit comercial de cada país por el total de las importaciones

Un barco cargado de productos de importación llega a un puerto de China.
Un barco cargado de productos de importación llega a un puerto de China.AFP
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Cuando el miércoles por la tarde Donald Trump, en medio de su anuncio sobre represalias comerciales a sus socios, sacó ante las cámaras unas tablas gigantes con los detalles de los aranceles qué iba a imponer a cada país, los gobiernos de todo el planeta se rascaron la cabeza con incredulidad. En esa extraña representación gráfica, Trump aseguraba que sus técnicos habían calculado las restricciones que el resto del mundo aplicaba a los productos de Estados Unidos. Pero los números no le cuadraban a nadie. Así, por ejemplo, aseguraba que la UE aplicaba en conjunto casi un recargo acumulado del 40% a los bienes estadounidenses. Y por eso, la Casa Blanca había optado por devolver. Pero no completamente, "recíprocamente", sino sólo a la mitad, presumiendo de "bondad".

No fue un malentendido. Trump lo dijo expresamente en varias ocasiones. "Calcularemos la tasa combinada de todos sus aranceles, barreras no monetarias y otras formas de fraude. Y porque estamos siendo muy amables, les cobraremos aproximadamente la mitad de lo que ellos cobran y nos han estado cobrando, así que los aranceles no serán totalmente recíprocos. Podría haberlo hecho, sí, pero habría sido difícil para muchos países", añadió ufano.

Que las cifras, o la argumentación, eran falsas resultó obvio enseguida, porque Europa no carga un 40% a los bienes norteamericanos, ni sumando todas las posibles partidas imaginables que Trump denuncia. Desde el IVA a los aranceles puros pasando por las barreras impositivas. Ni siquiera con la laxa definición usada por la administración, que considera por ejemplo que no comprar verduras o carnes sin conocer el origen del producto no es un problema fitosanitario, sino una restricción, como dijo ayer el secretario de Comercio.

La realidad es mucho más simple y disparatada, aunque hayan tratado de vestirla con una serie de ecuaciones y fórmulas matemáticas. Como descubrieron rápidamente una serie de economistas, lo que ha hecho el equipo de Trump es simplemente calcular el déficit comercial de EEUU con un país o un bloque concreto. Y la cifra resultante, partirla por el total de las importaciones norteamericanas.

Pero para que el resultado sea todavía más sangrante, el Gobierno sólo tiene en cuenta los bienes, no los servicios, que son un factor decisivo en cualquier balanza, pero que casi en todos los casos sale en signo contrario, al ser Estados Unidos una potencia exportadora de ellos. Un ejemplo. EEUU vendió en 2024 a Europa bienes por valor de 370.200 millones de dólares. Y compró bienes por valor de 605,800 millones, con lo que el déficit comercial que tanto denuncia a Trump ascendió a 235.600 millones, redondeando. Si esta cifra se divide por la de las importaciones norteamericanas, los 605.800 millones, el resultado es el 39% que aparece en las tablas de la Casa Blanca.

Económicamente es un despropósito desde todos los puntos de vista, un fraude que nada tiene que ver con barreras. Simplemente consideran que el déficit es un arancel en sí. Y luego parten la cifra, una vez más de forma arbitraria, a la mitad, porque el total resultante era escandaloso hasta para sus estándares. La tarifa promedio ponderada general de los nuevos aranceles, que entrarían en vigor entre el 5 y el 9 de abril, ascendería al entorno del 29%. La más alta en un siglo, por encima de Smoot-Hawley, la ley proteccionista de 1930.

"Los aranceles recíprocos se calculan como la tasa arancelaria necesaria para equilibrar los déficits comerciales bilaterales entre Estados Unidos y cada uno de nuestros socios comerciales. Este cálculo supone que los déficits comerciales persistentes se deben a una combinación de factores arancelarios y no arancelarios que impiden el equilibrio comercial. Los aranceles funcionan mediante reducciones directas de las importaciones", dice el texto 'explicativo' publicado por la Casa Blanca.

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Pero este método de cálculo desmonta buena parte de la argumentación utilizada, que denuncia las barreras no arancelarias "destinadas a limitar la cantidad de importaciones y exportaciones y proteger a las industrias nacionales" y que "privan a los fabricantes estadounidenses de acceso recíproco a los mercados mundiales". En sus documentos, la administración habla por ejemplo de Por ejemplo: las políticas y prácticas no comerciales de China. Los requisitos de prueba y certificación de la India, "singularmente onerosos y/o duplicados, en sectores como el químico, el de productos de telecomunicaciones y el de dispositivos médicos". O cómo China, Alemania, Japón y Corea del Sur habrían implementado políticas que suprimen el poder de consumo interno de sus ciudadanos para impulsar artificialmente la competitividad de sus productos de exportación. "Dichas políticas incluyen sistemas tributarios regresivos, sanciones bajas o no aplicadas por la degradación ambiental y políticas destinadas a reducir los salarios de los trabajadores en relación con la productividad".

Pero lo cierto es que el Gobierno de Trump considera que cada compra no hecha a sus productos es un arancel en sí, y culpa de los demás, no de que el dólar sea demasiado fuerte, sus déficits fiscales demasiado altos o los precios caros, en comparación con los de países mucho menos ricos. Y castiga salvajemente a los países más pequeños, a islas, a los más pobres y que por razones obvias no tienen superávits comerciales con la primera potencia mundial. Lo que se traduce en aranceles forzosos de hasta el 50%, lo que puede destrozar del todo sus economías.

"Dios mío, esto es absurdo. El arancel "recíproco" de la Casa Blanca no guarda relación con las barreras arancelarias reales. Equivale a la mitad del déficit comercial (como porcentaje de las importaciones). Esto es indescriptiblemente loco. Tomemos un ejemplo sencillo: tengo un déficit comercial con un supermercado, porque le compra su comida mientras que ellos no compran las mías. Mi déficit comercial, como porcentaje de mis importaciones, es del 100%. Según la lógica comercial de Trump, este déficit es una evidencia de que están imponiendo aranceles del 100% a las comidas que intento venderles. Obviamente esto es una tontería. Aún más descabellado es que hayan escrito lo que creen que es una defensa de esto. Sé que no todo el mundo habla álgebra económica, así que déjenme traducírselo: es un disparate sinsentido", denuncia Justin Wolfers, profesor de la Universidad de Michigan