Francisco José Medina y sus cuatro compañeros de la Federación Andaluza de Detección Deportiva (FADD), de la que es presidente, partieron del punto donde se había hallado la moto de Félix, junto a unos contenedores, nada más tomar la salida de la N-332 a la urbanización El Poblet, en la localidad alicantina de El Campello. Era la última pista del paradero de Félix José Esquerdo Martínez, técnico auxiliar de farmacia, quien tenía 34 años cuando desapareció el 3 de octubre de 2020.
Tres años y medio después -20 de abril de 2024- un grupo de voluntarios, respondiendo a la petición de ayuda de la madre, habían organizado una batida que pretendía barrer 145 hectáreas buscando algún indicio de su paradero. Entre los voluntarios estaban los expertos en detección de metales, Guardias Civiles Solidarios -con el agente José Cabrera a la cabeza, coordinación de la operación-, la Plataforma Adonay, que colabora en el rastreo de desaparecidos, un grupo de guías caninos, montañeros, senderistas, piragüistas, militares, bomberos, el investigador privado contratado por la madre...
"Nosotros buscábamos unas llaves, un objeto, algo que pudiese tener relación con Félix. Los cinco íbamos andando con los detectores a la par, y, al poco tiempo de empezar, apareció un blíster de pastillas semi enterrado. Pitó porque lleva aluminio", cuenta Francisco cuál era su cometido. "Nos habían dicho que en la moto aparecieron muchos blísters vacíos, por lo que pensamos que el hallazgo tenía importancia. No moví el blíster, le hice una foto y mandé la posición a José [Cabrera]".
Continuaron avanzando en línea recta, explica, hasta llegar a una zona de matojos pegada a la carretera. "Un compañero me dijo: 'Cuidado, que parece que ahí hay un agujero'. Pisé con cuidado pero no era un agujero. Al cruzar ese seto, me dio la impresión de ver unas telas viejas. Desde donde estaba no podía acceder al interior porque era muy tupido. Lo rodeé hacia un punto donde sí podía ver, y efectivamente, ahí estaba Félix".
Según los datos de la app que todos los voluntarios tenían en el móvil para que quedara registrado qué zonas peinaban cada uno, Francisco y los de la FADD arrancaron a las 10:38 horas, encontraron el blíster a las 10:47 y el cadáver a las 11:29. Lo que no había logrado la investigación en tres años y medio, lo hicieron ellos en exactamente 51 minutos. Félix siempre había estado ahí, a 203 metros de donde se halló su moto.
"Se fue con 102 kilos de peso y me devolvieron un puñado de huesos". La madre de Félix, Isabel Martínez, de 74 años, repite la frase hasta tres veces durante la entrevista. Junto al cadáver de su hijo, explica, había un saco de dormir sin desplegar, su mochila, el teléfono móvil, varias botellas de agua, otro blíster de pastillas. A falta de que la autopsia lo confirme, la hipótesis del suicidio se da por prácticamente segura.
"Si es verdad que se quitó la vida, que no lo discuto, hasta para eso fue elegante, porque no dejó que yo sospechara nada". Por mucho que Isabel ha repasado los últimos momentos que pasó con su hijo, no ha podido encontrar ni un sólo indicio de se encontrara mal, de que planeara suicidarse Al contrario.
Salió de casa sobre las 08.30 horas del sábado 20 de abril de 2020. Ella vio cómo se marchaba su único hijo desde el balcón del piso donde ambos vivían, en Alicante capital: "Se puso su casco, cogió la moto, me dijo adiós con la mano". Pasaría el día, le contó, con un grupo que había conocido por internet; iban a Serra Grossa, una zona montañosa con vistas al Mediterráneo, volvería para cenar.
Cuatro días antes, le había cambiado el tapizado al asiento de su moto. El día anterior, viernes, Isabel lo había acompañado a El Corte Inglés. "Se compró dos bolsas de ropa", cuenta. Minutos antes de marcharse a la supuesta excursión a la sierra, rellenó el documento que la inquilina de un piso que tenía alquilado necesitaba para empadronarse.
Se alarmó Isabel cuando Félix no regresó a dormir a casa ese sábado, pasó la noche del domingo en el sofá -"no dormí, claro"-, llamó a primera hora del lunes a la farmacia de Benidorm donde trabajaba. "Félix no ha venido", le dijeron. Colgó y se fue a presentar una denuncia por desaparición a la comisaría de la Policía Nacional de Alicante.
Unos días después, la Guardia Civil de El Campello, a 15 kilómetros de Alicante, halló la moto. Isabel no conoce el contenido de las investigaciones, qué se hizo para intentar dar con Félix, pero sí que ella no cejó en el empeño de que lo buscaran. "A diario los llamaba, todos los días me presentaba en comisaría. Y cuando les dije que íbamos a ir a buscarlo me dijeron: 'Vaya usted si quiere, pero aquello está trillado'".
"La madre de Félix, Isabel, contactó con nosotros por Facebook y nos solicitó ayuda desesperada", cuenta José Cabrera, presidente de Guardia Civiles Solidarios, cómo llegó el caso a sus manos en febrero pasado. Guardias Civiles Solidarios se creó hace nueve años y está formado por ocho agentes, quienes han colaborado, por ejemplo, en la búsqueda del niño Gabriel o en la entrega de ayuda en catástrofes internacionales: Ucrania, Filipinas, Honduras, Nepal, Siria, Haití, República Dominicana... Ahora recaudan fondos a través de Facebook para comprar una cámara que pueda bajar a 100 metros de profundidad para revisar un pozo cercano al cortijo donde se vio por última vez a Juan Barranco, almeriense desaparecido desde febrero de 2020.
Fue José Cabrera quien, tras estudiar la información disponible del caso de Félix, decidió que había que centrar la búsqueda en las inmediaciones del lugar donde se halló su moto. Junto a los de Adonay, recabaron voluntarios y fijaron una fecha para trasladarse a El Campello: el fin de semana del 20 y 21 de abril.
"Mi teoría es que o la búsqueda no se hizo correctamente o no había efectivos. Cualquiera que hubiera tenido un poco de picardía policial lo hubiera localizado", dice cuando le preguntamos cómo es posible que nadie encontrara el cadáver en tres años y medio y ellos lo hicieran en minutos. Félix se encontraba, explica, cerca de la urbanización, pero en una zona vallada donde no hay acceso.
"Lo principal, que es mi hijo, ya lo tengo. Pero quiero que esto no vuelva a ocurrir porque me volví loca. Que estés cuatro años matándote, pensando dónde estará, y que en una hora lo encuentren no es normal", dice Isabel. Este diario se ha puesto en contacto con la comisaría de la Policía de Alicante, a cargo del caso. Han declinado hacer declaraciones.