- Congreso El PNV y Junts plantan a Hacienda en la mesa del impuesto a las energéticas y Podemos les llama "cachorritos de Repsol"
- Política Podemos amenaza al PSOE con una "ruptura total" por el impuesto a las energéticas
La descomposición del bloque de investidura que sujeta a Pedro Sánchez empieza por la izquierda. Podemos entra en una escalada más agresiva y queda fuera de control para el Gobierno porque amenaza con no pactar nada más hasta que éste cumpla el compromiso de aprobar un impuesto a las empresas energéticas. Eso deja al PSOE atrapado en la contradicción de sus propios pactos -suprimir y aprobar al mismo tiempo ese impuesto- y bajo asedio por el choque ideológico de sus socios. Si no lo hace, Podemos declarará la «ruptura total de la confianza». Pero si lo hace vía real decreto -como anunció ayer- se enfrentaría al rechazo de PNV y Junts y arrastraría al Gobierno a la crisis de sufrir una derrota parlamentaria por la oposición de estos partidos a prolongar un impuesto que decae el 31 de diciembre.
Salvar a toda costa la reforma fiscal con pactos casi imposibles de cumplir se vuelve, pues, como un bumerán contra el Gobierno casi tres semanas después. Aquel 21 de noviembre el PSOE prometió a Podemos a cambio de sus cuatro votos una mesa de negociación de «todos» los partidos del bloque de la investidura para alumbrar una propuesta de impuesto a las energéticas que luego fuera aprobada. Ayer, en la primera reunión, quedó constatado el fracaso de ese foro por la incompatibilidad de posiciones entre los socios del Ejecutivo. Y la realidad es que ahora ese impuesto a las energéticas se ha convertido en uno de los principales factores que desestabilizan a Sánchez.
Es que ni siquiera se cumplió lo más básico de aquel pacto, que era al menos aparentar una negociación. El PNV y Junts plantaron a Hacienda y se borraron de la reunión por considerarla un «paripé» y un formato al servicio de una «estrategia» de «propaganda» de Podemos.
El rechazo a entrar en ese juego no era tan sorprendente, puesto que en el contexto de la reforma fiscal habían arrancando al Gobierno el compromiso de eliminar el impuesto a la energéticas. Así que desde el primer momento se analizó como altamente improbable que Junts y PNV se avinieran a impulsar con las fuerzas de izquierdas un impuesto «permanente» a las energéticas que garantizara un recaudación importante y que a la vez no pudiera sortearse por la vía de las bonificaciones.
Graves consecuencias
El fiasco de la primera reunión y el negro horizonte que se vislumbra ha terminado de envalentonar a Podemos y anticipa graves consecuencias para el Gobierno si no inventa una fórmula para reconducir la situación y poder sacar adelante algún tipo de gravamen.
Las amenazas son totalmente explícitas. «Es obvio que en este contexto no se dan las condiciones siquiera para comenzar la negociación de Presupuestos Generales del Estado», señalaron fuentes oficiales de Podemos al acabar la reunión.
Pero esto es sólo una parte muy concreta. La de las cuentas de 2025. Y no es la única. En el Congreso hay multitud de votaciones cada semana y muchas leyes y decretos que acabarán llegando antes o después. «Hasta que no se cumpla ese compromiso [el impuesto a las energéticas] evidentemente no vamos a cerrar otros», advirtió la secretaria general de Podemos, Ione Belarra.
Estas palabras colocarían al partido morado fuera del bloque de la investidura y libre de obligaciones. Y no sólo porque desde hace tiempo se repita esa sentencia que dice «no somos socios del Gobierno», sino porque también la máxima de la dirección del partido es la siguiente: «Vamos a hacer valer nuestros votos». Son cuatro, sí, aparentemente pocos, pero son decisivos si pasan del sí al no en cualquier votación a la que se sumen con PP, Vox y UPN.
Se fiaron
Podemos cerró aquel pacto con el PSOE para apoyar la reforma fiscal después de que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, tuviera que intervenir de urgencia en las negociaciones para sacar del atasco a María Jesús Montero. Se fiaron de su palabra porque «nunca» les había fallado en lo que había prometido. Por eso es al PSOE al que trasladan toda la presión para reaccionar y darle la vuelta a esta tensa situación.
Hacienda trató ayer de calmar al partido morado insistiendo en que quiere cumplir. Por eso ha convocado para el miércoles otra reunión. Ahora está por ver si a ella acuden PNV y Junts o vuelven a ningunearla. En cualquier cosa, no se oculta la encrucijada. Se admite que actualmente «las posiciones están muy alejadas» y que el objetivo de aprobar un impuesto es «complejo».
«Sin embargo, hay que dar una oportunidad al diálogo y evitar generar mayor crispación», señalaron ayer fuentes oficiales del Ministerio de Hacienda. Este mensaje final va para Podemos para que rebaje el tono. Y es que, Belarra llamó al PNV y Junts «cachorritos de Repsol» después de saberse que se borraban de negociar.