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La ministra de Igualdad hace doblete el 8-M por primera vez: acude a título personal a la marcha abolicionista

Ana Redondo llama a una "unión" del movimiento feminista con "todas las diferencias"

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, en el acto institucional por el Día Internacional de la Mujer.
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, en el acto institucional por el Día Internacional de la Mujer.EFE
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Prepárense. El morado volverá a teñir el día de hoy, 8 de marzo; esta vez en forma de cardenales. A golpe de escándalo sexual en las formaciones de la izquierda y de cuitas internas entre las propias feministas, al movimiento le hará falta algo más que el apósito de la presencia de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en las dos manifestaciones de la jornada, por novedoso que sea éste.

Redondo viene de cumplir un año al frente de la cartera que le dejó Irene Montero. La socialista aterrizó frente a un movimiento de irreconciliable bicefalia y se propuso «reconstruir y recomponer» un fenómeno que ahora languidece. Aún así -o precisamente por eso-, la ministra ha decidido hacer un «esfuerzo personal», según fuentes del ministerio, para sacar adelante su promesa: acudirá a la manifestación tradicional y a la crítica para acercar, en la medida de lo posible, a las dos ramas del feminismo.

En una entrevista concedida a El País, la ministra adelantó que el sábado celebraría y reivindicaría el 8-M en Valladolid. No obstante, en un desayuno informativo el pasado jueves comunicó su decisión de acudir a ambas convocatorias. «Frente al divide y vencerás que pretenden imponernos, la unión del movimiento feminista con todas las diferencias y dificultades», clamó ayer desde el acto institucional que tuvo lugar en el Museo del Prado.

Pero, al menos aparentemente, lo tiene negro: «Salgamos feministas, antirracistas, antifascistas, transfeministas con [...] libertad para ser, para transitar, para fluir, para cambiar y para no hacerlo», dicen desde la Comisión 8-M. Y ahora, la otra postura, del Movimiento Feminista de Madrid: «El feminismo es abolicionista del sistema prostitucional, de la pornografía, de la explotación reproductiva y del género». Cada una de ellas pertenece a una de las dos ramas del feminismo. Aceite y agua.

La primera es una de las muchas reivindicaciones que hace en su manifiesto la Comisión 8-M -partidarias de la ley trans y sin una postura definida respecto a la prostitución-, la convocante oficial de la manifestación que hoy tiene lugar. La segunda pertenece a las feministas críticas, contrarias a la labor que desempeñó la ahora eurodiputada Montero, a «la idea reaccionaria del cuerpo equivocado» y al «sistema prostitucional y de la pornografía». Ellas consideran que «la única manifestación feminista para el 8-M es la convocada por el Movimiento Feminista de Madrid (MFM)»; o sea, la suya, a la tarde.

CONCILIACIÓN

Acudir a una manifestación equivale a apoyar una causa. Y estas dos son, a todas luces, distintas. ¿Se puede comulgar con ambas a la vez? Igualdad no sólo cree que sí, sino que lo ve necesario porque cree que refuerza ese mensaje de «unión» al que Redondo apela. Hasta este año, tanto en el 8-M como en el 25-N, la ministra había acudido a la convocatoria oficial. Este año, aprovechando la flexibilidad horaria que le brindan las convocatorias, Ana Redondo doblará el turno por primera vez para poner de manifiesto su apoyo transversal al movimiento por completo.

Pero en su departamento son conscientes de que esta actitud conciliadora no es la opción preferida por el sector abolicionista, que ha trazado sus líneas rojas con rotundidad: «Lo que haga es bajo su responsabilidad», airean desde el MFM. La C8M, en cambio, se presenta «abierta» a cualquiera que quiera apoyar su causa. Allí estarán también Podemos y Sumar, además de una representación oficial del Gobierno.

Aunque coinciden en muchos puntos, como en la «denuncia del genocidio en Palestina», en su exigencia de medidas contra «la feminización de la pobreza» o la «lucha por la seguridad de una vivienda, una sanidad, una educación y unos servicios públicos universales», difieren en tantas otras. Una de las más notables, dado el contexto, es la omisión de los escándalos sexuales de la izquierda en el caso de la C8M, que en cambio sí protesta contra «el extractivismo» al exigir una «justicia climática». Tampoco entran, como sí lo hace la MFM, en los vientres de alquiler, en la pornografía o conflictos con las tradiciones religiosas.

Ana Redondo tiene por delante el reto de conciliar estas dos posturas, pero también tendrá que hacer frente -así como el Ejecutivo, Podemos y Sumar- a un reflejo nada atractivo de su formación a ojos del feminismo: un movimiento zarandeado y amoratado que si bien ha perdido los colmillos, el dedo acusador aún no.

Manifiestos

COMISIÓN 8-M. Notablemente más corto que el de la contraparte, el manifiesto de las convocantes oficiales reivindica la «seguridad», «vida», «libertad», «justicia» y «memoria» de las mujeres, dejando estas cuestiones abiertas a la interpretación porque aseguran ser un «movimiento inclusivo».

MOVIMIENTO FEMINISTA. Las críticas protestan «contra el retroceso en los derechos de las mujeres». Perciben esta situación por « todas las formas de desigualdad», como «la brecha laboral, los régimenes opresivo o el borrado de las mujeres» además del «auge de políticas reaccionarias que niegan la existencia de violencia machista», recoge su manifiesto.