El ejército saudí abre las puertas de sus cuarteles a la mitad de su población. El reino acaba de iniciar el proceso de reclutamiento de mujeres en las filas de un estamento militar reservado hasta ahora a la parroquia masculina. Un hito en un país que sigue manteniendo en vigor un sistema de tutela masculina cuya abolición reclaman las castigadas defensoras de los derechos de la mujer.
Las solicitudes de aquellas saudíes que deseen enrolarse en las fuerzas armadas pueden presentarse desde este domingo a través de una plataforma digital del ministerio de Defensa. Los puestos ofertados oscilan entre el de soldado hasta el de sargento en las distintas ramas del ejército, desde la división de tierra hasta el aire, la armada hasta la fuerza de misiles estratégicos y los servicios médicos.
Las candidatas deberán superar una entrevista personal para "garantizar su buena conducta" y tienen que presentar una declaración de estar libre de antecedentes penales; no sufrir patologías que impidan el desarrollo de sus funciones; tener entre los 21 y los 40 años y una altura superior a los 155 centímetros. No serán elegibles aquellas que ya sean funcionarias, estén casadas con un ciudadano no saudí o no hayan cursado al menos la enseñanza secundaria. En el caso de los hombres, se busca a aspirantes entre los 17 y 40 años y con una altura mínimo de 160 centímetros.
La incorporación de la mujer a la carrera castrense fue anunciada inicialmente en 2019 en el marco de "Visión Saudí 2030", el programa de reformas que impulsa el controvertido príncipe heredero Mohamed bin Salman. La iniciativa trata de impulsar el acceso laboral de las féminas para reducir así la necesidad de mano de obra extranjera. La tasa de empleo femenino actual ronda el 20 por ciento y el propósito es elevarla hasta el 30 por ciento en 2030.
El país levantó en 2018 la prohibición que impedía a las mujeres ponerse al volante y ha ido eliminando algunas de las restricciones que padecían la población femenina pero el sistema de tutela aún sojuzga a las saudíes. El mahram -el tutor varón, ya sea progenitor, cónyuge o hermano- sigue controlando los movimientos de las mujeres y la toma de decisiones como estudiar, acceder a asistencia sanitaria o casarse. En los últimos años las autoridades han rebajado su poder reconociendo el derecho de las súbditas a viajar sin autorización del tutor pero, pese a los avances, el sistema sigue ampliamente vigente.
La reducción de las leyes discriminatorias ha ido acompañada de la apertura de sectores laborales hasta vedados. El pasado año el ministro de justicia nombró al primer centenar de notarias y el mes pasado el régimen anunció que comenzaría en breve a designar a las primeras jueces. Según datos gubernamentales, el fin de las restricciones ha alimentado un aumento de la presencia femenina en sectores como el derecho. El número de abogadas en ejercicio aumentó de las 618 en 2019 a las 1.029 el año pasado.
El ejército de la mayor economía del mundo árabe, que en los últimos años ha desempeñado un papel clave en la guerra civil que aún desangra el vecino Yemen, se ha sumado a esa tendencia después de que las primeras mujeres sirvieran como guardafronteras. El año pasado las fuerzas armadas crearon su división femenina.
"Por comparación con los ejércitos occidentales, la integración de la mujer en los ejércitos árabes ha sido inconsistente, lenta y social y políticamente problemática", reconocen Dalia Ghanem y Dina Arakji en un informe reciente del Instituto Árabe de la Mujer de la Universidad Americana Libanesa que precisamente repasa su papel en media docena de países de la región.
"Esta situación ha comenzado a cambiar gradualmente e incluso en un país con importantes normas patriarcales y una estricta segregación de género como Arabia Saudí ha permitido el reclutamiento de mujeres", subrayan las autoras de un documento que analiza su presencia en los ejércitos de Egipto, Argelia, Jordania, Túnez, Siria y el Líbano desde la mitad del siglo pasado. "La selección está limitada a aquellos países con información disponible", reconoce el documento.
Entre las barreras que impiden el avance figuran la estructura patriarcal de las fuerzas armadas, la ausencia de una estrategia de igualdad de género y de voluntad política o las percepciones negativas que mantiene parte de la sociedad sobre las capacidades de la mujer y su integración laboral.
La inclusión en las filas castrenses coincide con la liberación hace semana y media de la activista Loujain al Hathloul, condenada a cinco años y ochos meses entre rejas por un tribunal antiterrorista por sus actividades en favor de los derechos de la mujer. Otras cinco defensoras con un perfil similar al de Loujain permanecen entre rejas en el reino saudí.
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