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Primer plano

Nayib Bukele: el 'predicador' del populismo que fascina a América Latina

Pese a la deriva autocrática del presidente de El Salvador, cuenta con millones de seguidores y mandatarios que quieren seguir su estela

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en San Salvador.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en San Salvador.AP
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El fenómeno Bukele recorre las Américas desde Río Bravo hasta Tierra de Fuego, desde el Caribe al Amazonas, subido en el corcel 2.0 de antiguos padres de la patria y empujado por su política de 'mano dura' contra la violencia. Presidentes en ejercicio imitan sus políticas en materia de seguridad y candidatos a serlo levantan sin sonrojo su bandera. Hasta mandatarios situados al otro lado del espectro político, como el colombiano Gustavo Petro, fuerzan desesperados combates digitales en Twitter contra "el presidente más cool del planeta" en busca de focos mediáticos.

Estamos ante la "estrella política de América Latina", como le ha definido Los Angeles Times. En el Perú de las protestas, en el Ecuador devorado por el narcotráfico, en las Honduras de las otras maras, en la Venezuela del caudillo Nicolás Maduro, en la Colombia donde las guerrillas y los grupos armados mantienen sus batallas contra la sociedad. El populismo punitivo del presidente de El Salvador cuenta con millones de seguidores, pese a su deriva autocrática y pese a las constantes violaciones de derechos humanos.

Así lo ha confirmado la última investigación del Latinobarómetro, que concluye que Nayib Bukele es más popular en estas tierras que el Papa Francisco, el primer latino de la Historia al frente del Vaticano. Sólo en México y Brasil, los grandes graneros del catolicismo en el continente, el Sumo Pontífice aguanta la embestida de quien fuera alcalde izquierdista de San Salvador, convertido hoy "en un evidente caso de autocratización, en un iliberal de derechas", precisa para EL MUNDO María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.

Un joven autócrata en una región que solo disfruta de tres democracias plenas (Uruguay, Chile y Costa Rica) y que ya cuenta con tres dictaduras revolucionarias consolidadas (Cuba, Venezuela, Nicaragua), con un estado fallido (Haití), con otro que en la actualidad acelera para manipular las elecciones presidenciales (Guatemala), con otro cuestionado tras la represión después del fallido golpe de Estado de Pedro Castillo (Perú) y con un último empeñado en profundizar estrategias antidemocráticas con la detención de líderes opositores (Bolivia).

90% de popularidad

La aprobación presidencial confeccionada por el mismo Latinobarómetro lleva meses arrojando el mismo resultado a favor de Bukele. Una goleada: el líder de Nuevas Ideas reúne un apoyo del 90% de sus ciudadanos. Muy lejos aparecen el costarricense Rodrigo Chaves (65%) y Lula da Silva (61%). Los últimos lugares lo ocupan el argentino Alberto Fernández (20%), la peruana Dina Boluarte (15%) y el ecuatoriano Guillermo Lasso (14%), este último obligado por la crisis a convocar nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias para el mes que viene.

Es una anécdota, pero refleja con trazos gruesos en qué se basa el culto al presidente de un pequeño país centroamericano, tan alejado siempre de los debates continentales. Los jugadores del Manchester City porfiaban para conseguir su primera Champions frente a los italianos del Inter, pero en el bodegón Santos, en la zona universitaria de Caracas, los aficionados presentes olvidaban la emoción de la final para disfrutar en teléfonos móviles con las fotos almacenadas de los pandilleros de la famosa mara Salvatrucha, maniatados ante el poder de quien les ha puesto de rodillas ante los ojos del mundo y de su propio país.

Reclusos de la nueva prisión de Tecoluca.
Reclusos de la nueva prisión de Tecoluca.PRESIDENCIA DE EL SALVADOR

A ninguno de los seguidores continentales de Bukele parece importar que su ídolo llegó a pactar previamente con los líderes de esas mismas maras. "Bukele ya controla todas las instituciones del Estado. Va camino a una dictadura pero, efectivamente, con el aplauso de multitudes, que ensalzan su aparente mano dura para terminar con la delincuencia", resume Carlos Dada, ganador del Premio Internacional de Periodismo de EL MUNDO, hoy en el exilio. Bukele, como tantos otros populistas, ha convertido a los periodistas en sus grandes enemigos.

La popularidad de Bukele comienza por su mano dura en un continente que sufre la violencia como ningún otro. Pese a que América Latina y el Caribe ni siquiera llegan a sumar el 10% de la población mundial, padecen más del 40% de los homicidios del planeta. Una violencia incansable que ha provocado históricamente desplazamientos, como en Colombia o Centroamérica. De forma más reciente fue una de las causas que empujó al gigantesco éxodo venezolano y hoy en día lo hace con los ecuatorianos, sorprendidos por la ola de violencia provocada por el narcotráfico y el crimen organizado.

Como si fuera un flautista de Hamelín adaptado a los nuevos tiempos, el Bukele millennial, sus compulsivas redes sociales y su populismo también han sabido atraer a quienes están hastiados de la corrupción y del sistema clásico de partidos políticos. En El Salvador las encuestas confirman que los ciudadanos culpan al izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), la antigua guerrilla, y a la derechista ARENA, encargados de gobernar antes de la irrupción de Bukele, de los males nacionales.

No es casual que el Latinobarómetro también haya confirmado que el apoyo a la democracia cae en las Américas a toda velocidad: ya sólo el 48% cree en la democracia y en sus valores. La corrupción ha erosionado los pilares del sistema de partidos políticos de norte a sur, con especial protagonismo para la constructora brasileña Odebrecht, que se expandió por el continente favorecida por Da Silva y su Gobierno. El descubrimiento de su sistema millonario de sobornos entre la élite política ha dinamitado aún más la confianza de los ciudadanos.

Ante semejante escenario no dejan de surgir candidatos a ser como Bukele. Uno de ellos es el ecuatoriano Jan Topic, antiguo legionario combatiente en Siria y Ucrania, que basa todo su programa político en la mano dura, la misma que intentó aplicar sin éxito Lasso durante su segundo año de mandato. A la postre su poca contundencia, a ojos de la población, socavó su poder político.

La presidenta hondureña, la izquierdista Xiomara Castro, también ha intentado copiar a Bukele con sus recetas antimaras, pese a que está situada al otro lado del espectro político.

Hasta varios candidatos para las primarias de la oposición venezolana ondean la bandera de Bukele. Como el democristiano César Pérez Vivas, que sin ambages ha declarado que "vamos a asumir una política al estilo de Bukele para ponerle orden al país". Todo ello en un país donde la mano ya es muy dura: 1.240 personas murieron en 2022 a manos de las fuerzas policiales.

"El bukelismo parece haber llegado a América para quedarse", concluye el analista colombiano David González Escobar.