Un joven desconocido alzaba su voz contra el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, acompañado de su mujer y vicepresidenta, Rosario Murillo, en la mesa de diálogo celebrada tras las protestas de abril de 2018. Aquellas imágenes, junto con un impactante discurso, dieron la vuelta al mundo. Un gesto muy simbólico por parte de aquel representante estudiantil de la Alianza Cívica en el contexto que en ese momento vivía esta pequeña nación latinoamericana y que cambiaría el rumbo de su vida para siempre. A partir de ese instante, Lesther Alemán (Managua, 1998) pasó a encabezar una lucha que marcó un punto de inflexión, pero también experimentó en sus carnes la represión del Gobierno. Hoy, seis años después de aquella movilización ciudadana, recuerda desde el exilio todo un camino de sinsabores, sin arrepentirse de nada y pidiendo a la comunidad internacional que no olvide la grave crisis nicaragüense.
"Mi rutina era despertarme, prepararme para ir a la universidad, retornar, ir a la iglesia y regresar a casa. Pasé a ser una persona que debía defender en cualquier espacio la libertad de Nicaragua en la búsqueda de la democracia y, evidentemente, la exigencia de justicia que continúa pendiente. Esta vida fue transformada hasta el punto de que ya no pude convivir con mi familia", recuerda el opositor vía telefónica a este diario. Asumió entonces una "responsabilidad de país" que le privó de cualquier espacio de esparcimiento propio de su juventud y toda su vida quedó reducida a "una sola maleta". Abandonó su hogar y comenzó a vivir de manera clandestina. Las aulas tampoco formaban ya parte de su día a día. Empezó a participar en foros internacionales. En definitiva, "del anonimato a ser la segunda o tercera persona en toda Nicaragua más conocida de la Historia".
¿Lamenta haberse enfrentado a Ortega? "No me arrepiento ni un solo minuto de haber encarado a Daniel Ortega", responde tajante. "Fue regresarle el poder a la ciudadanía, porque le has regresado la voz, las propuestas, la confianza, la participación, la conciencia de sus derechos, que por 17 años también nos privaron de esos elementos. Es decir, el nicaragüense prefería estar en silencio para no tener problemas". "Retornó el poder donde radica, y yo lo decía en mi intervención en el diálogo, porque el poder radica en el pueblo", añade. "Hablé desde el corazón, desde la realidad, desde la necesidad como joven", continúa, recalcando que no tenía trayectoria política, ni militancia en ningún partido.
Pese a su arrojo aquel día, no todos vieron aquello como algo positivo. "Hay personas que me culpan de que yo destruí la oportunidad que había para negociar, consideran que increpar a Ortega fue un error más que un acierto, pero te puedo decir que evidentemente Ortega llega ahí sin ninguna voluntad de cumplir un acuerdo, llega exactamente para lograr capitalizar el respaldo de la Iglesia Católica al mostrarse él como un poco obediente a soluciones pacíficas", intenta aclarar seis años después.
"En ese momento, yo no consideré los costos de lo que yo estaba haciendo", rememora el joven Alemán. "Que eso iba a costar cárcel o muerte, y eso fue lo que creo que me impulsó a levantarme. Es decir, yo no tuve miedo porque no dimensioné lo que significaba levantarse y qué bueno que no lo hice", agrega.
A finales del año 2018, se vio obligado a salir de Nicaragua al ser amenazado de muerte. "La embajada de Estados Unidos en Managua intercepta un plan para asesinarme", dice el disidente Alemán. Salió entonces de manera clandestina hacia EEUU, donde llevó a distintos foros la situación de su país. A mediados de 2019, tomó la decisión de regresar, volviendo a vivir en la "semiclandestinidad", puesto que participaba en reuniones de Alianza Cívica. El movimiento se estructuraba entonces para convertirse en una opción política que participara en las elecciones y que finalmente se llamó Alianza Ciudadana. En el 2021, "la presión se intensificó", cuando ya era portavoz oficial de esa alternativa de cara a un proceso electoral. El 5 de julio de ese año un operativo de la policía nacional se personó en su casa y, ante la mirada de su madre, se lo llevaron a 'El Chipote' -como se conoce a la Dirección de Auxilio Judicial-. "Ahí iniciaron más de 500 días, fueron 20 meses de interrogatorio permanente para intentar amedrentarme, casi dos años de tortura psicológica, emocional, física...", relata. "No respetaron el debido proceso porque no me permitieron el derecho a mi abogado, nunca hablé con él, tampoco pude llamar a mi madre y fue hasta 90 días después de mi captura que me dieron una visita de 30 minutos como una prueba de vida para que mi madre supiera que yo estaba vivo, pude verla", continúa Alemán, quien estuvo recluido en una celda de máxima seguridad, de dos por dos metros, con luz artificial, privado de sus medicinas y haciendo sus necesidades en un agujero. Una reclusión que compartió con "ex embajadores, ex cancilleres, periodistas, campesinos, defensores de Derechos Humanos y, evidentemente, los siete candidatos que iban a competir para el proceso electoral del 2021".
En 2022, fue acusado del delito de "traición a la patria". Alemán puntualiza que entre las pruebas que se aportaron para acusarle se encontraban "una fotografía en Disney a los 10 años" y "un boleto de avión comprado en 2010 hacia Miami para ver a mi hermana". Además de ser "inhabilitado a perpetuidad", en febrero de 2023 aumentaron su pena a 15 años de prisión. Lo que no sabía era lo que le esperaba poco después de ser dictada esa sentencia. Fue uno de los 'desterrados' en avión hacia Estados Unidos. En pleno vuelo se enteró que el Gobierno de Nicaragua aprobó una ley para arrebatar a esos más de 200 presos políticos que viajaban en la aeronave su ciudadanía. "¿Cómo me van a quitar algo que es intrínseco, es decir, es mi ombligo?", se cuestionó. "Soy y seré nicaragüense, le duela a quien le duela, porque yo nací en ese país y mis padres nacieron allí", prosigue su relato el joven opositor.
Sin embargo, este representante estudiantil alcanzó su libertad aquel 9 de febrero y fue gracias al ofrecimiento del Gobierno español que pudo obtener una nueva nacionalidad, dejando así de ser un apátrida. "Nací de nuevo porque Estados Unidos logra mi excarcelación y España logra que yo me apropie aunque sea de un pedacito de patria, al ofrecerme y otorgarme la nacionalidad por nacimiento", explica agradecido.
Licenciado en Comunicación, su sueño es seguir formándose y, ante todo, "visibilizar la crisis aguda de una dictadura con perfil dinástico", apunta Alemán. "Hoy estamos viviendo un régimen que ha cometido crímenes de lesa humanidad", que en su opinión "supera en mucha ventaja" a la de los Somoza.
El opositor nicaragüense recuerda la creciente diáspora y alerta que el modelo de poder de Ortega es "muy atractivo" para ser replicado ya que "ha pagado muy pocos costos políticos internacionales". "Nicaragua es un país que se está quedando vacío, que es cárcel de cielos abiertos para los nicaragüenses", condena Alemán.
"Nos corresponde a quienes estamos fuera luchar por Nicaragua", reitera el opositor, haciendo referencia a los que todavía se encuentran allí, y "alzar la voz para lograr que la comunidad internacional actúe a favor de los derechos y la democracia para Nicaragua". En la actualidad, hay "121 presos políticos, que son 121 familias que están incompletas", subraya. También hace mención especial a las madres que todavía no pueden llorar a sus hijos muertos durante las protestas porque sus tumbas fueron destruidas y porque son perseguidas.
Por eso manda un mensaje claro a Europa: "Hay un país en Latinoamérica muy pequeño, puede ser, pero que enfrenta un drama que no tiene precedente".
¿Volverá al país que le vio nacer? "Es mi convicción que sí y le respondo convencido y seguro. No hay dictadura que no haya sido derrotada por la ciudadanía en la Historia. Han caído más fuertes, más altos y más poderosos que Daniel Ortega. ¿Cómo no va a caer Ortega? Por eso le aseguro que sí, regresaré".