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Millones de sirios están llamados este lunes a las urnas para elegir un nuevo parlamento, en unos comicios en los que se espera que renueve su mayoría el partido gobernante Baaz, del presidente Bashar al-Asad. Un dato llamativo de esta cita electoral es la ausencia de datos de población que puede votar en estas elecciones, reflejo de la opacidad de las autoridades.
Grupos opositores tildaron las elecciones de "absurdas", porque se celebran solamente en un 70% de territorios del país, en las zonas controladas por el régimen. Unos 8.000 centros de votación se establecieron en los 15 distritos bajo el control del Gobierno para elegir a los 250 diputados que formarán el nuevo parlamento. Las autoridades tampoco han permitido votar a los más de 5 millones de sirios en el exilio que han abandonado el país en los últimos 13 años de guerra.
El partido Baaz de Asad -que cuenta con el respaldo de aliados seculares y nacionalistas árabes- acude a las urnas prácticamente sin oposición y con los candidatos justos para poder aprobar con facilidad las mociones que se presenten en el futuro parlamento. Una de las medidas más importantes que enfrentará el nuevo hemiciclo es una enmienda constitucional que permitiría a Asad extender su mandato. El presidente agotará su legislatura en 2028 y está buscando fórmulas para perpetuarse en el poder.
Después de que las fuerzas del régimen retomaran el control de gran parte del país y alcanzaran un alto el fuego en Idlib hace cuatro años, los combates se han reducido considerablemente, aunque el país continúa agitado por la inestabilidad y la crisis económica.
Importantes áreas del noroeste de Siria siguen bajo control de fuerzas opositoras, como las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) -fuerzas kurdosirias-, otras controladas por grupos rebeldes respaldados por Turquía y las fuerzas islamistas Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que controla gran parte de Idlib, a unos 60 kilómetros de Alepo. Órganos administrativos civiles vinculados a estas fuerzas opositoras están preparando procesos electorales al margen de Damasco, que se llevarán a cabo en los próximos meses.
Los analistas apuntan a una caída de la participación en estas elecciones legislativas, que señalan no son libres ni justas. Pese a la falta de transparencia de las autoridades, los datos electorales muestran una paulatina disminución de la participación electoral, que los expertos achacan a una falta de apoyo al gobierno y la ausencia de mejoras económicas.
En las elecciones parlamentarias de 2020 la participación cayó al 33%, en comparación con los anteriores comicios, en los que un 57% de la población acudió a las urnas. El Gobierno atribuyó la abstención a la pandemia del coronavirus. En 2020 el Parlamento quedó repartido a favor del Baaz, que ganó 166 escaños y contó con otros 17 diputados de partidos afines al régimen. Los 67 escaños restantes fueron para candidatos independientes, en su mayoría de la órbita del partido Baaz.
Grupos opositores en el exilio han pedido el boicot electoral como forma de protesta anti gobierno. En las calles de Siria también se ha pedido la abstención en las provincias del sur, especialmente Sweida, una zona sumida en disturbios y protestas anti Gobierno desde hace un año.
Sweida es una región drusa, una minoría religiosa que ha obtenido ciertas concesiones durante la guerra, a cambio de apoyar tácitamente al Gobierno, pero que se ha visto afectada por la crisis económica y la falta de perspectivas de futuro para miles de jóvenes tras más de una década de guerra. La moneda nacional ha alcanzado mínimos frente al dólar, provocando un encarecimiento de alimentos y combustibles. El Gobierno ha levantado además los subsidios a varios productos de primera necesidad, mermando la capacidad económica de muchas familias.