Tiene una misión delicada en un momento en el que Francia es una olla a presión. Ya mostró sus habilidades como negociador durante el proceso de salida de Reino Unido de la UE, pero el reto ahora es mayor, pues lo tiene en casa. Michel Barnier (La Tronche, 1951) toma los mandos del Gobierno francés, 50 días después de las elecciones legislativas convocadas por anticipado por Emmanuel Macron y en el momento más insólito que ha vivido en Francia en décadas: con la Asamblea fragmentada en tres bloques irreconciliables y una situación que dificulta la gobernabilidad.
Barnier es un histórico de la política francesa y europea. Lleva medio siglo dedicado a ello. Empezó cuando no tenía la mayoría de edad. Fue el diputado más joven de Francia. Llegó al escaño en 1978, cuando tenía 22 años. Emmanuel Macron, entonces, tenía apenas unos meses de edad. Fue ministro con Jacques Chirac y con Nicolas Sarkozy. Primero en 1993, después lo fue de Exteriores (2004) y de Agricultura entre 2007 y 2010, con Sarkozy.
Es más conocido en Europa que en Francia, fue comisario europeo de mercado interior entre 2010 y 2014, participó en el proyecto de Constitución Europeo y fue negociador del Brexit. En 2022 se presentó a las primarias del partido conservador de Los Republicanos para poder ser candidato a las presidenciales. Quedó tercero y no pudo aspirar a ello. Fueron los comicios que ganó Emmanuel Macron frente a Marine Le Pen.
Dentro de su partido, es respetado y apreciado, se le considera un tecnócrata, un estadista. En su entorno le llaman "el Joe Biden francés", también apodado "Mister Brexit". Tiene posturas controvertidas, sobre todo en lo relacionado con la inmigración. Pidió una moratoria de tres a cinco años sobre este tema para que Francia pueda estudiar la situación y una soberanía jurídica para que el país no tenga "que estar sometido a las decisiones de la Corte de Justicia de la UE".
"Si no cambiamos nada al respecto, tendremos otro Brexit", dijo. Para algunos, estas posturas se alejan de los principios de la UE. Criticó en su momento la presidencia de Macron por ser "vertical y solitaria" y, según detalla el periódico Le Monde, en 2020 su nombre sonó para reemplazar a Edouard Philippe como primer ministro, pero Macron le exigió que saliera de Los Republicanos. Él se negó.
Uno de los requisitos que Macron buscaba en el nuevo primer ministro es que no se opusiera a sus grandes reformas. Barnier no va a censurar la de las pensiones, clave de su segundo mandato, y que fue aprobada tras meses de violentas protestas y con medio país en contra. Barnier también partidario de elevar la edad de jubilación.
Tiene un perfil muy económico. Esto tampoco es casualidad, pues es área clave para Macron. Dará credibilidad en Europa en un momento en el que Francia sigue rectificando al alza sus objetivos de déficit. Su nombramiento ha sido recibido con cierto alivio en Bruselas, donde se le ve como un político dialogante, con capacidad de negociación.
La tarea es gigantesca: tratar de desatascar el bloqueo político que vive Francia. Su nombramiento cuenta con la luz verde de la extrema derecha de Marine Le Pen, que de momento no va a censurarlo en el Parlamento. Sí lo hará la izquierda. Uno de sus colaboradores ha señalado a Le Monde que Barnier es alguien capaz "de sentar a todo el mundo a la mesa y encontrar una solución".
En 2021 dijo al periódico Le Figaro lo siguiente: "Siempre he pensado que esta Asamblea, que ocupé durante 17 años, debería ser un lugar de dignidad, no una arena de gladiadores. Me llama la atención esta lucha permanente de la extrema izquierda y, en ocasiones, la extrema derecha. Los franceses han enviado un mensaje claro a Macron: cambiar políticas y métodos".
El jueves por la tarde el primer ministro más joven de Francia y el más veterano se dieron el relevo. Gabriel Attal, 25 años, y Barnier, 73. Este último avanzó algunas de sus prioridades: seguridad, inmigración.. Abre una nueva etapa "con mucha humildad".
En este periodo convulso "habrá que decir la verdad, aunque esta sea difícil. Y esto tiene que ver con la ecología y con el déficit. Hay que decir la verdad sobre la influencia de nuestro país en Europa, sobre la inmigración, sobre el rol vital que tienen en Francia los actores del mundo económico. Habrá que decir la verdad y diré la verdad", dijo Barnier en su primer discurso como primer ministro.