La extraña pero poco sorprendente combinación de proyectiles lanzados desde el Líbano e informaciones sobre un alto de fuego de 21 días para lograr un acuerdo elevaron este jueves la indignación de los dirigentes y residentes de las localidades fronterizas con Líbano que exigen "aprovechar el momento para acabar con Hizbulá". Su grito en el cielo ante los proyectiles, drones y misiles penetró en el avión que llevaba al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Estados Unidos donde este viernes tiene previsto realizar un discurso en la Asamblea General de la ONU.
"Las noticias sobre el alto el fuego son incorrectas. Se trata de una propuesta franco-estadounidense sobre la que el primer ministro no contestó", señaló el comunicado del gabinete de Netanyahu sobre la información en Sky News acerca de una tregua "en las próximas horas" en base a la iniciativa de la coalición liderada por EE.UU y Francia y que incluye países tan importante como Alemania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
El segundo desmentido del día fue dedicado al Canal 12 que informó sobre la orden de Netanyahu de moderar los ataques contra Hizbulá en Líbano tras haber sido los más duros y extensos desde la guerra del 2006: "El primer ministro dio instrucciones al ejército seguir combatiendo con toda la fuerza siguiendo los planes que le presentaron".
Y por si había dudas ante su coalición, gobierno y partido, su oficina difundió una imagen en el interior de su avión indicando que Netanyahu "aprueba la operación de liquidación en Beirut" en alusión al ataque al mediodía en el feudo de Hizbulá en los suburbios de la capital que mató al jefe de la Unidad Aérea del grupo proiraní, Mohamed Srour. Al aterrizar en Nueva York, Netanyahu declaró que seguirán "golpeando a Hizbulá con toda la fuerza hasta lograr todos nuestros objetivos" citando en primer lugar la vuelta de los ciudadanos del norte a sus casas tras ser evacuados por los ataques de la milicia de Hasan Nasrala iniciados el 8 de octubre como apoyo a Hamas y la Franja de Gaza.
Las palabras de Netanyahu descartando un alto el fuego inminente pero no la negociación para ello no calmaron a los residentes que aún quedan en Kiryat Shmona, a escasos kilómetros de la frontera. Sobre todo porque saben que dio luz verde a su único hombre de confianza, el ministro Ron Dermer para entablar negociaciones con la Administración Biden basadas en la exigencia de alejar los milicianos chiíes al norte del Río Litani como establece la resolución 1701 de la ONU, y desvincular el frente Norte del del Sur. Cabe recordar que incluso en sus peores momentos en la escalada -y en las últimas décadas- Nasrala condiciona acabar la escalada con Israel "al fin de la agresión contra Gaza".
Fuentes de la Casa Blanca aseguran que Netanyahu sabía de antemano cada palabra del anuncio de la propuesta de tregua por lo que se sorprendieron cuando al día siguiente se distanció de la misma. Según fuentes diplomáticas citadas por el diario Haaretz, Netanyahu se retractó de su aceptación verbal del plan estadounidense-francés debido a presiones políticas internas. De confirmarse, se repetiría en cierta forma lo ocurrido en alguna fase del hasta hoy estéril proceso negociador para lograr una tregua con Hamas. En esta ocasión, sin embargo, no se echa atrás solo por el ala ultranacionalistas en el ejecutivo sino también por las protestas en el norte y el hecho que incluso en la oposición lo ven con recelo. Dirigentes del centro izquierda pidieron que la pausa sea de tres o siete días y no 21 como marca la propuesta para comprobar la seriedad de Nasrala y no permitir recuperarse tras los golpes sin precedentes recibidos.
"La única persona que está hoy interesada en una tregua debe ser Nasrala que está perdiendo oficiales, soldados e incluso no tiene aparatos de comunicación para dar órdenes. Por eso, necesita la pausa para reorganizarse", dice Doron Shnaper en el centro de la semivacía Kiryat Shmona. Nacido en 1972 en esta ciudad fronteriza, denuncia que nunca había sido evacuada pese a las guerras y ataques. "Es inaceptable que un grupo terrorista inicie la escalada, pueda echar a los habitantes de sus casas y convertir la vida imposible a los que seguimos aquí", comenta a EL MUNDO cerca del impacto de varios proyectiles que lograron sortear el escudo defensivo para provocar un pequeño incendio. El resto de ataques fueron interceptados.
Shnaper, que trabaja como portavoz del ayuntamiento de Kiryat Shmona, aconseja "destruir Hizbulá que además tiene Líbano bajo secuestro". Cuando le pregunto si es realmente posible, asegura sin dudarlo que sí.
Su receta no es compartida por el ejército israelí que aspira golpear de forma crítica las capacidades del grupo armado. Su máximo responsable, Herzi Halevi, fue claro este viernes enviando quizá un mensaje a los mediadores de la tregua: "Tenemos que seguir atacando a Hizbulá, hemos estado esperando esta oportunidad durante años".
Mientras continúan las oleadas de ataques aéreos, la operación terrestre sigue en la recámara esperando también si hay acuerdos en el canal de Washington-París. Por si acaso, Israel difunde declaraciones de los oficiales y maniobras en el terreno. El hecho de que la escalada con Hizbulá alcance ya un año es negativo a casi todos los niveles para Israel y Líbano. Por otro lado, concede al ejército de Halevi suficiente tiempo para prepararse a fondo con ejercicios que simulan modelos exactos del sur del Líbano. De momento, las unidades siguen entrenándose como medio de preparación pero también de presión a Nasrala.
Por la noche, Israel interceptó un misil disparado por los hutíes desde Yemen contra la zona de Tel Aviv recordando que se trata de una escalada en varios frentes en una semana en la que hubo varios ataques con drones a cargo de milicias proiraníes en Irak.