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Órdago de Israel en el Líbano

Con la muerte del líder de Hizbulá, se multiplica el riesgo de una guerra total en el Líbano y de un enfrentamiento directo entre Israel e Irán

Netanyahu ordena desde el hotel de Nueva York el bombardeo que acabó con la vida de Nasrala en Beirut.
Netanyahu ordena desde el hotel de Nueva York el bombardeo que acabó con la vida de Nasrala en Beirut.Efe
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Poco después del mediodía, Hizbulá confirmaba el sábado la muerte del secretario general y líder máximo de Hizbulá, Hasan Nasrala, anunciada horas antes por Israel. Con su muerte, se multiplica el riesgo de una guerra total en el Líbano y de un enfrentamiento directo entre Israel e Irán.

Acabar con él ha sido un objetivo permanente de Israel desde que sucedió, con sólo 32 años, a Abbas Mussawi en 1992 al frente del movimiento libanés tras el asesinato por Israel del primer dirigente del grupo.

La sucesión de Musawi se decidió en pocas horas hace 32 años, pero hoy puede llevar mucho más tiempo. La respuesta de Hizbulá probablemente será con hechos más que con palabras.

Si el asesinato de Mussawi, dos guerras como las de 1982 y 2006, y 40 años de enfrentamiento híbrido, caliente y frío, no han reducido la amenaza de Hizbulá, es improbable que el asesinato de Nasrala produzca mejores resultados, aunque su muerte prueba de nuevo hasta qué punto Israel conoce hoy los planes, intenciones y lugares donde se mueven sus enemigos.

Con su decisión de "acabar con la amenaza de Hizbulá", reiterada el viernes en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, desoye de nuevo todos los llamamientos a favor de un alto el fuego por la Administración Biden y sus principales aliados.

Imagen de Nasrala con una franja negra en una emisión de televisión libanesa.
Imagen de Nasrala con una franja negra en una emisión de televisión libanesa.JOSEPH EIDAFP

"No veo capacidad en EEUU para influir en Netanyahu", reconoce Michael Allen, ex jefe de personal del Comité de Espionaje de la Cámara de Representantes. "El dirigente israelí hace tiempo que concluyó que no puede vivir con la amenaza constante de Hizbulá en el norte..., pero Hizbulá se podrá recuperar, aunque lleve tiempo".

Netanyahu ha decidido aprovechar la infiltración de sus servicios secretos y los preparativos de años para reducir la amenaza de su principal enemigo libanés antes de las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre y sabe que la ventana de oportunidad, gane Kamala Harris o Donald Trump, seguramente se prolongará hasta la inauguración del nuevo presidente a finales de enero de 2025.

Lo que más preocupa en las cancillerías occidentales es que Hizbulá lance centenares o miles de misiles simultáneamente contra objetivos civiles y militares israelíes, provocando un pandemónium en Israel y/o que Irán intervenga en ayuda de su principal aliado libanés. El ataque de abril, con el lanzamiento de unos 300 misiles iraníes, fue un simulacro más o menos pactado. Esta vez sería mucho más serio.

"Aunque siempre ha sido un objetivo de Israel", recuerda David Sanger, del New York Times, "los dirigentes israelíes no se habían atrevido a atacar Beirut ni, directamente, a Nasrala, para evitar represalias contra los principales centros urbanos de Israel. Netanyahu ha traspasado otra línea roja".

La eliminación de Nasrala no es el fin de la campaña de Israel para acabar con la amenaza de Hizbulá, expulsar a sus combatientes del sur del Líbano y facilitar el retorno de unos 65.000 israelíes expulsados de sus hogares en el norte de Israel desde el pasado 7 de octubre, cuando el movimiento libanés se solidarizó con Hamas y reanudó ataques casi diarios al norte de Israel.

En los últimos días Israel ha desplazado a miles de reservistas a la frontera norte en previsión de una ofensiva terrestre y ha multiplicado su ofensiva aérea para impedir la temida represalia masiva de Hizbulá.

La lección principal para Teherán del órdago del Gobierno israelí en el Líbano, por las primeras reacciones, parece ser ganar tiempo, evitar una guerra aérea con Israel y salvar su programa nuclear.

Las acciones israelíes de las últimas semanas, afirmó en la CNN el profesor Fawaz Gerges, de la London School of Economics, "convencerán a los dirigentes iraníes de que lo único que puede mejorar su posición frente a Israel es el arma nuclear".

Irán y, seguramente quien suceda a Nasrala en Hizbulá, seguramente "apostará por una guerra larga... que atrape a Israel en un conflicto interminable". Es lo que ha sucedido en el último medio siglo. Si Irán no ha acudido a rescatar a Hamas, es más que dudoso que lo haga ahora para salvar a Hizbulá.

Hizbulá dispone de un arsenal de unos 150.000 cohetes y misiles, entre ellos balísticos tierra-tierra que pueden alcanzar los principales centros urbanos de Israel, pero es probable que los ataques masivos israelíes de las últimas semanas contra el sistema de mando y comunicaciones del grupo musulmán chií hayan limitado seriamente la capacidad de respuesta a corto plazo de la organización, con unos 30.000 combatientes y unos 20.000 reservistas.

Que Hizbulá retrasase el reconocimiento de la muerte de su líder pudo deberse a que, en el ataque israelí del viernes en los suburbios de Beirut, fueron destruidos seis edificios y muchos cuerpos seguían enterrados bajo toneladas de escombros.

Pudo deberse también a la confusión o caos en la cúpula de la organización tras los ataques masivos de Israel contra sus comunicaciones (centros de mando, depósitos de armas, lanzaderas de cohetes, buscas, walkie-talkies y sedes) y dirigentes de las últimas semanas. En ellos han muerto más de mil miembros de Hizbulá, entre ellos muchos de sus dirigentes, y miles han resultado heridos.

La muerte de Nasrala significa una escalada muy importante por parte de Israel y, al mismo tiempo, la culminación del cambio de estrategia de los últimos meses, cuando empezó a asesinar a dirigentes de Irán, Hamas y Hizbulá en ataques selectivos.

El 24 de septiembre asesinó a Muhammad Kubaisi, el jefe de su fuerza de cohetes y misiles. El 20 de septiembre, a Ibrahim Aqil, relacionado con los atentados de 1983 con camiones bomba contra la embajada estadounidense en Beirut, una base de marines y otra francesa, en los que murieron 362 personas.

Junto a Aqil, en el mismo ataque en la periferia de Beirut, murieron otros mandos de Hizbulá, entre ellos Ahmed Wahbi, responsable de las fuerzas especiales Radwan en la guerra de Gaza en los primeros meses del conflicto.

El 30 de julio Israel mató al jefe militar más importante de Hizbulá, Fuad Shukr, considerado el número dos de Nasrala. Shukr era uno de los supervivientes del grupo fundador de Hizbulá por iniciativa de Irán hace más de 40 años.

El 3 de julio Israel acababa con Mohammed Nasser, según Israel jefe de una de las unidades responsables de más ataques con cohetes contra territorio israelí desde el suroeste del Líbano. El 12 de junio, en otro ataque a Jouya, en sur del Líbano, mató a Taleb Abdallah (alias Abú Taleb), brazo derecho de Wissam Tawill, alto mando de Hizbulá asesinado por Israel en enero.