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La vida en Shengjin cambió radicalmente en 2021, cuando el Gobierno de Albania, respondiendo a una solicitud de Estados Unidos, acordó recibir temporalmente a ciudadanos afganos que colaboraron con las fuerzas estadounidenses y con organizaciones internacionales para ofrecer un corredor de tránsito a personas que esperan la resolución de sus solicitudes de asilo.
No es extraño y forma parte de la vida cotidiana del pequeño pueblo turístico ver pasear a familias de Afganistán por el paseo marítimo, e incluso a muchos jóvenes jugando al vóley playa en la fina arena de la orilla del mar. El hotel Rafaelo acoge a más de 1.000 personas, muchas de ellas familias enteras que han llegado hasta allí gracias al corredor humanitario que EEUU ha abierto para los refugiados de Afganistán.
De forma distinta, tras el acuerdo entre Albania e Italia, se han construido dos centros de detención en territorio albanés. Estos centros pueden albergar hasta 3.600 migrantes varones considerados ilegales mientras se revisan sus solicitudes de asilo. Los nuevos residentes que llegarán a Shengjin "no podrán pasear por la playa, no podrán tener una entrevista para dilucidar, sin la presión de policías que actuarán de carceleros, si tendrán al menos una oportunidad de poder quedarse en Europa", afirma Arilda, una de las activistas albanesas que, junto a otros compañeros, se plantaron en la entrada principal del puerto. Lograron captar la atención de los periodistas que habían empezado a llegar para documentar la llegada de los primeros migrantes. "El sueño europeo termina aquí", reza la pancarta que desplegaron junto a un roll-up en el que figura una foto del primer ministro de Albania, Edi Rama, y de la jefa de Gobierno italiana, Giorgia Meloni, que aparecen vestidos con uniformes policiales.
La joven está convencida de que el acuerdo es injusto para todas las partes: principalmente para los migrantes, que serán encarcelados sin motivo alguno; para Albania, que se verá en el papel de carcelero de Europa; y para los italianos, debido al alto coste económico que les supondrá toda esta "locura". "Vemos que Europa huye de sus responsabilidades, calla ante los discursos de la extrema derecha, el populismo, la autocracia y permite la violación de los derechos humanos", afirma contundente Arilda.
Los vecinos del pueblo tampoco tienen claros los términos del acuerdo. Una mujer, dueña de un restaurante de comida típica albanesa, nos comenta que no entiende bien los acuerdos firmados, pero ha notado movimiento de italianos que están consumiendo y comprando en la zona. Sobre las personas que serán encerradas, prefiere no pronunciarse. La mujer se refiere a que más de 800 funcionarios italianos han sido movilizados para gestionar los dos centros. Furgones de los Carabinieri circulan de un lado a otro, y todo parece estar preparado para volver a recibir a personas migrantes desde el Mediterráneo. De nada sirvió la decisión de un tribunal de Roma que ordenó el retorno a Italia de los primeros migrantes que llegaron a Shengjin, considerando que Egipto y Bangladesh no son países seguros para ellos. Dos días después, el Gobierno de Meloni, mediante un decreto, cambió el estatus de ambos países, considerándolos "seguros".
Para la investigadora de Amnistía Internacional Elisa de Pieri, este acuerdo se asemeja peligrosamente a una práctica de devolución, prohibida tanto en la legislación internacional como en la europea. "El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha sancionado a Italia por actuaciones similares en el pasado. Este acuerdo es, sencillamente, ilegal e inviable, y debería anularse de inmediato", recuerda De Pieri.
La investigadora también cuestiona las intenciones que se esconden detrás del acuerdo, sugiriendo que su finalidad es eludir los marcos legales de Italia, la Unión Europea y los estándares internacionales. "Aunque Italia asegura que estas personas estarán bajo su jurisdicción, la realidad es que este acuerdo podría emplearse para eludir las leyes que protegen a los solicitantes de asilo. Esto podría tener consecuencias devastadoras para quienes buscan refugio, ya que podrían enfrentarse a detenciones prolongadas y otras violaciones de los derechos humanos, lejos de la supervisión de las autoridades judiciales italianas", señala De Pieri.
La dirección del puerto de Shengjin no permitió el acceso a las instalaciones portuarias sin el permiso previo de las autoridades italianas. "Ahora todo depende de Italia", dijo el director, quien no quiso dar más detalles e hizo responsable a Italia de gestionar el acceso al puerto. Tampoco el Gobierno de Albania se ha pronunciado, ni ha emitido declaraciones tras la llegada de los migrantes.
Días después del retorno a Italia de las personas que llegaron a Shengjin, el ministro del Interior italiano declaró: "Esperamos que las primeras personas sean trasladadas a los centros en Albania la próxima semana. No hay alambre de espino, hay asistencia sanitaria. Todos pueden solicitar protección internacional y obtenerla en cuestión de días". Matteo Piantedosi, el ministro, hizo estas declaraciones enfrentando las críticas de la oposición italiana, que calificó el plan de Meloni como "infame".
La acogida de los refugiados afganos en Shengjin, bajo la protección de EEUU, les permite libertad de movimientos y un entorno más abierto mientras esperan su posible asentamiento en Norteamérica, mientras que los migrantes que llegarán bajo el acuerdo Italia-Albania serán confinados en centros cerrados y fortificados, sin posibilidad de integración ni de libre circulación.