- Guerra en Europa Trump y Putin inician negociaciones de paz sobre Ucrania sin consensuarlo con Zelenski, la UE o la OTAN
1. División
Donald Trump, de espaldas a Ucrania y la Unión Europea, entra a jugar en el videojuego que quiere Vladimir Putin, un mundo donde el tamaño importa: los grandes países respetan sus respectivas zonas de influencia y el resto asiste impotente. Este nuevo mundo, proyectado por la cabeza de Putin después de un cuarto de siglo en el poder sin contestación, tiene mimbres en las crueles realidades de la Europa dividida en el siglo XX.
2. Cesiones
Trump está encarando esta negociación haciendo lo contrario de lo que haría un buen negociador: mientras Rusia prepara la negociación dejando claro lo que no está dispuesta a ceder (canjear su región ocupada de Kursk), el equipo de Trump encara el pulso anticipando lo que ni siquiera va a plantear (conservar las fronteras ucranianas reconocidas internacionalmente, tropas o garantías de seguridad estadounidenses, entrada en la OTAN) y dando, además, señales de que, quién sabe, "Ucrania puede ser Rusia" o de que, tal vez mañana -o, si no, pasado-, se va a cerrar el grifo de armas a Kiev. Trump asegura querer acabar con la guerra, pero, con sus maniobras de apertura en el tablero, está dando incentivos a Putin para seguir atacando. Vladimir Vladimirovich atacó en 2022 porque creía que tenía fichas estaban bien colocadas. En Rusia, esa ilusión vuelve.
3. El ego
Vladimir Putin se define como un "experto en relaciones humanas". Por deformación profesional, hace un perfil psicológico de todo el mundo: el miedo a los perros de Angela Merkel, la procacidad de Silvio Berlusconi, la religiosidad de George W. Bush. Se adapta y enrosca como una serpiente a cada víctima. El ego frágil de Trump ("I like people who like me") es un caramelito para un agente del KGB que, durante años, posó como un reformador mientras se ocupaba de que nada se moviese en Rusia. El viejo Donald tiene más apetitos personales que transoceánicos, y el veterano Putin ya ha empezado el cortejo al declarar recientemente que la guerra no hubiese sucedido si no le hubiesen robado a Trump las elecciones de 2020. Pura miel para la masculinidad en apuros del líder de Estados Unidos.
4. Rehabilitado
La mera invitación a hacerse una visita, incluso en territorio ruso, supone una normalización de Putin, que sabe que del rincón de castigados se puede volver: ya volvió tras 2014 con un Mundial de Fútbol, y ahora puede volver a hacerlo. De pronto, Putin, buscado por La Haya y amenazando a Europa, es alguien con quien hablar "de Ucrania, Oriente Próximo, energía, inteligencia artificial, el poder del dólar y varios otros temas".
5. Practicidad
Putin no quiere negociar "sólo con Estados Unidos" simplemente porque cree en las potencias, sino por una cuestión práctica: ha comprobado que Ucrania es dura de roer y no se entregará, y sabe que Washington seguramente sí lo hará.
6. Narrativa
Trump ya ha picado en este juego, comprando la narrativa rusa a cambio de nada. Incluso los más partidarios de negociar saben que a Putin no le preocupan las muertes en el frente: lo muestra su táctica militar (respecto a los suyos) y sus crímenes de guerra (respecto a los ucranianos).
7. Confianza
Rusia tiene menos potencia militar que la OTAN, pero Putin siempre ha confiado en dos cosas a su favor: Occidente no quiere más guerras y Ucrania es mucho menos importante para ellos que para él. Trump es la materialización de esa idea.
8. Paraguas de la paz
Discretamente, todo este proceso que ahora empieza es una derrota silenciosa para Washington. Hasta ahora, tiene una cosa que Moscú no puede empatar ni por asomo: Europa como aliada. Estados Unidos puede dejar caer eso si el Viejo Continente, unido en torno a una UE forjada por la paz, la ley y el comercio, pierde el paraguas de la paz, la capacidad de defender la legalidad y la posibilidad de comerciar con su gran socio. Cada nación europea empezará a mirar por sí misma, abriendo la puerta a viejas guerras.
9. Negocios
Trump es un hombre enfadado con sus aliados y está dispuesto a sacrificarlos. Putin es un hombre dolido con sus rivales y está dispuesto a medirse con ellos. Trump está rumiando una guerra comercial con Europa y otros. A Putin no puede hacerle daño porque entre ambos países no hubo negocios ni siquiera en los buenos tiempos. Cuando Trump habla de lo mal que lo puede pasar Rusia económicamente, Moscú sabe que es fogueo y nada más. Y toma nota.
10. La sorpresa
Ucrania y Rusia pugnan por atraer a Trump a su juego. Pero Ucrania necesita todo lo que aporta ahora Estados Unidos, mientras que Rusia no necesita prácticamente nada: cualquier variación le vale. El mero hecho de que Trump se replantee durante unos meses su apoyo a Ucrania puede suponer un derrumbe del frente. Sorpresivo y exponencial. Así cayó Kabul. Y así cayó Damasco. Un día, de pronto, la gente no quiere ser el último muerto en la guerra. Y así, incluso la primera muerte pierde su valor.