El monasterio de Dier Mar Musa surge de imprevisto ante el viajero. Encaramado en el desfiladero como si se tratara de una de esas fortalezas imponentes de Juegos de Tronos. El padre Paolo Dall'Oglio lo descubrió así en 1982, perdido en medio del desierto que se extiende al este de la ciudad de Homs, y abandonado por sus antiguos moradores.
El acceso hasta la imponente edificación se realiza a pie, superando los cerca de 300 escalones de una larga escalinata construida en piedra.
Yihad Yusef visitó el convento por primera vez en 1996, atraído por la leyenda que se había generado en torno al sacerdote italiano que pretendía crear allí un espacio de encuentro entre cristianos y musulmanes.
"Vine con un grupo de amigos y aquí sentí la llamada de Dios, la necesidad de incorporarme a la vida monástica", explica sentado en la amplia explanada que sirve como centro principal de actividades del edificio.
El superior del monasterio se adentra por la capilla que restauró Paolo y que todavía mantiene muchos de los frescos pintados hace siglos. Un templo cristiano desprovisto de bancos, donde los fieles se sientan sobre una moqueta emulando el estilo de las mezquitas y la biblia se coloca sobre los caballetes habituales que se usan para leer el Corán en los recintos de esa fe.
Los muros están decorados con escritos en árabe, griego y en el antiguo dialecto arameo, con frases en las que se lee "Dios es amor" o "En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso", una expresión usada de forma sistemática por los musulmanes al iniciar una conversación.
"Paolo siempre quiso que este lugar fuese un ejemplo de coexistencia, incluso en la forma de rezar. Por eso eligió el rito bizantino, era el que le parecía más cercano al sufismo (musulmán)", precisa el sucesor del conocido clérigo, que desapareció en la ciudad de Raqqa en 2013, después de entrevistarse con miembros del Estado Islámico, a quien siempre se atribuyó su secuestro.
Miembro de la orden jesuita desde 1975, Paolo se había instalado en unas grutas cercanas a Deir Mar Musa en 1982. Dos años más tarde comenzó la restauración del edificio -cuya construcción data del siglo quinto o sexto-, que había sido saqueado y permanecía parcialmente derruido. En 1991 comenzó a recibir peregrinos y organizar encuentros interreligiosos.
Conexión entre las dos religiones
"Paolo quería que Deir Mar Musa fuese un puente de conexión entre las dos religiones. No quería convertir a los musulmanes sino convivir con ellos, buscar los puntos en común. Por eso estudió 'Sharia' (ley islámica) en Damasco y se convirtió en un experto en esa religión", apunta Yusef.
Su apertura hacia los musulmanes le hizo ganar muy pronto un nutrido número de seguidores pero también de antagonistas entre los sectores más ortodoxos del clero cristiano, que nunca comprendieron su actitud.
Este "oasis religioso" -así lo definen sus seguidores- llegó a recibir a 30.000 personas en el año 2010, justo antes de que comenzara la sublevación contra Bashar Asad, que paralizó el experimento.
Pese a ser extranjero -nació en Italia en 1954- y cristiano en un país de mayoría musulmana, el padre Paolo Dall'Oglio fue una de las figuras más carismáticas de los primeros años de aquella revuelta.
Dall'Oglio se significó desde un primer instante en contra del dictador y su figura se convirtió en una especie de referente simbólico para millones de musulmanes sirios, especialmente tras su incorporación al programa Residencia Temporal que emitía la cadena Orient TV, que en los primeros años del alzamiento fue uno de los canales preferidos de la oposición a Bashar Asad.
En mayo del 2012, el jesuita envió una carta al entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Anan, pidiendo un "cambio democrático" en el país y una intervención internacional para frenar la represión del régimen.
"El problema es que Paolo también denunció la corrupción dentro de la iglesia y en especial casos de pedofilia. Al final, lo expulsaron del país a mediados de 2012", relata Yusef.
Para esa fecha, la posición de Deir Mar Musa era especialmente compleja ya que un significativo sector de la minoría cristiana se había alineado junto al régimen. En su libro La rabia y la luz, Dall'Oglio alertó contra esta posición, que dijo provocaría un notable éxodo de los miembros de esta confesión. "De forma colectiva, los cristianos nos hemos quedado al lado de un estado fascista y con él perderemos todos. El cristianismo sirio se convertirá en algo residual", escribió.
Tras ser incluido en la lista negra del régimen, el religioso italiano participó de numerosas iniciativas de mediación para intentar mitigar los secuestros que ya se habían convertido en una plaga en aquellas fechas. Dall'Oglio regresó a Siria y llegó a entrevistarse en 2012 en Qusair, en una de las regiones de Homs más afectadas por el conflicto, con varios líderes salafistas vinculados a Al Qaeda.
En 2013, el clérigo volvió una vez más al norte del país donde fue protegido y escoltado por militantes de grupos extremistas como Jabhat al Nusra (la filial de Al Qaeda) y Ahrar al Sham.
Su último intento de mediación le llevó a Raqqa, convertida ya en el principal bastión del Estado Islámico (ISIS), con quienes intentó dialogar para averiguar el paradero de varios rehenes, incluidos dos obispos sirios.
Según una investigación que realizó el medio de comunicación North Press, Paolo informó a uno de sus amigos, Khalaf al-Ghazi, que pensaba acudir a entrevistarse con la cúpula del Estado Islámico en Raqqa, el 29 de julio de 2013, visitando la antigua sede del gobernador de esa localidad, convertida en cuartel general de los extremistas. El propio Ghazi dijo a ese medio que vio salir a Paolo del edificio -situado en pleno centro de la urbe- pero que antes de que cruzara la calle fue secuestrado por varios individuos que le esperaban en un todoterreno.
Esa es una de las dos versiones que manejan los residentes actuales de Deir Mar Musa. "Está esa persona que dijo que le había visto entrar y salir del Palacio del Gobernador, y hay otra versión que dice que entró y nunca salió de allí", explica Carol Cooke-Eid, otra de las religiosas que formaron el núcleo inicial de Deir Dar Musa junto a Dall'Oglio.
La monja recuerda que pese al carácter impetuoso de Dall'Oglio, el clérigo no ocultó su desasosiego en las fechas previas a ese último desplazamiento. "Me dijo que le estaba preguntando a Dios que era lo que realmente quería de él. Había varios amigos que le habían desaconsejado ir, pero al final me contó que había comprendido que debía ir a Raqqa incluso si eso significaba su 'pasión' (muerte)", agrega.
"Es evidente que me gustaría morir para poder confirmar esta postura de solidaridad e intersección", llegó a escribir Paolo Dall'Oglio al referirse a su esfuerzo por promover la coexistencia de cristianos y musulmanes.
La suerte del religioso
La Liga de Derechos Humanos de Siria informó en junio del 2014 que un desertor del ISIS había sido testigo de la ejecución del religioso poco después de su secuestro en julio del año anterior a manos de dos radicales saudíes, miembros de la misma facción.
Yusef asegura que la caída del régimen de Damasco en diciembre reavivó la esperanza por conocer su suerte, pero su destino sigue siendo un misterio. "Nos dijeron un montón de cosas, incluso que lo habían visto vivo en la prisión de Adra en 2019, pero nada que fuese fiable", manifestó.
La guerra civil colocó a Deir Mar Musa en una situación extremadamente compleja. Los escasos discípulos de Paolo que permanecieron en el lugar como la hermana Carol, se encontraron atrapados entre las fuerzas del régimen sirio instaladas en el valle cercano y las fuerzas rebeldes asentadas en las montañas del entorno y la cercana ciudad de Nabek.
"Nunca le dieron al monasterio, pero teníamos que pasar la mayor parte del tiempo bajo tierra porque se cruzaban los disparos", rememora Carol.
"El régimen nos acusó de dar cobijo a los terroristas y yo le respondí que quizás se hubiesen convertido en monjes y monjas, porque no veíamos a ningún terrorista en el convento", le secunda el padre Yusef.
Los radicales del ISIS también llegaron a estar muy cerca de Deir Mar Musa. Sus huestes secuestraron al superior del cercano monasterio de Mar Elian, a cientos de cristianos de la aldea de Qaryatain -donde se encontraba el recinto- y arrasaron la simbólica edificación, que como Deir Mar Musa fue erigida muchos siglos atrás. La comunidad cristiana de aquella población, que llegó a ser cerca de un millar de personas, ha quedado reducida a pocas decenas.
El actual superior de Deir Mar Musa tuvo que regresar a Roma durante algunos meses y sólo pudo volver al reducto en 2016, cuando las fuerzas leales a Bashar Asad ya habían recuperado el control de Nabek y habían obligado a retroceder al Estado Islámico.
El décimo aniversario del rapto de Dall'Oglio en el año 2023 no sólo fue recordado con una gran ceremonia en Roma sino que propulsó la recuperación de las actividades de Deir Mar Musa. La pequeña comunidad que sigue dirigiendo el padre Yusef ha conseguido concluir la construcción de un nuevo convento a pocos metros del original y ahora se encuentra empeñada en editar todos los discursos que pronunció Dall'Oglio mientras que se desempeñó como máximo referente espiritual del monasterio.
"Ya hemos editado dos tomos y estamos preparando el tercero", indica Yusef, empeñado en mantener viva la memoria del clérigo desaparecido.