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Ya no es una fantasía: el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer, preparan un plan para desplegar militares de sus respectivos paísesen caso de alto el fuego en Ucrania. Son de momento los únicos que no sólo ven un riesgo en la propuesta, sino una oportunidad. Donald Trump, en su reunión del pasado lunes en la Casa Blanca con el mandatario galo, aseguró que «Putin permitirá» ese movimiento como parte de las garantías de seguridad propuestas por Washington para este acuerdo de paz.
Horas después, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, negó que Moscú estuviera a favor de tropas europeas en Ucrania. Parece el primer punto en el que EEUU y el Kremlin van a chocar en esta negociación.
¿Qué clase de despliegue sería y con qué objetivos? Por lo poco que ha transcendido, estos dos países son los que de momento más esfuerzos están dispuestos a hacer, pero como ya ha explicado Estados Unidos, se trata de una misión al margen de la OTAN. Es decir, en caso de ataque ruso ni Francia ni Reino Unido podrían invocar el Artículo 5 de la Alianza, que sí pueden activar en el caso de que esas mismas tropas sean atacadas, por ejemplo, en la región del Báltico.
Una fuerza capaz
¿Qué tamaño debería tener ese despliegue? Sobre esto no existe un consenso. Volodimir Zelenski habló de 200.000 soldados, algo que puede parecer exagerado, aunque si lo comparamos con otros despliegues, quizá no lo sea tanto. La fuerza de mantenimiento de la paz de la OTAN en Kosovo comenzó con 48.000 militares en 1999, asegurando un territorio de 11.000 kilómetros cuadrados, mientras que Ucrania tiene casi 55 veces ese tamaño, con un frente activo de batalla de unos 850 kilómetros de largo y y otra frontera a cubrir de unos 1.200 kilómetros, como es el borde con Bielorrusia, aliada de Moscú.
Pero en un plano más realista, las estimaciones sobre la fuerza necesaria oscilan entre 30.000 y 150.000 militares, además de las fuerzas ucranianas ya estacionadas en las trincheras, asegura Claudia Major, analista del grupo de expertos alemán SWP. Michael Kofman, miembro senior del Carnegie Endowment, afirma que un despliegue de tres brigadas, unidades de entre 3.000 y 5.000 soldados, podría ser suficiente para asegurar los cuatro o cinco sectores del frente donde se concentraban los combates. Es decir, una fuerza de acción rápida acantonada en Ucrania que pueda alcanzar la zona atacada en unas horas y rechazar los ataques.
«Las rotaciones habituales para formación y entrenamiento triplicarían el número requerido a quizás 50.000», dice Kofman, «sin cancelar todos los requisitos del plan de defensa regional existente».
Es el modelo que le gusta a Macron, que el lunes deslizó esta idea: «No ir a la línea del frente, no ir a la confrontación, sino estar en algunos lugares, definidos por el tratado, como una presencia para mantener esta paz y nuestra credibilidad colectiva con el respaldo de Estados Unidos», dijo Macron, que aseguró también que había hablado con otros 30 líderes y aliados europeos y muchos de ellos estaban dispuestos a ser parte de las garantías de seguridad para Ucrania, aunque sabemos cuáles de momento han dicho que no: España, Países Bajos, Polonia y Alemania. Otros de momento se ponen de perfil.
Según el diario británico The Guardian, que consulta fuentes de Defensa locales, comenta que «entre los objetivos de la fuerza estarían garantizar la reapertura segura del espacio aéreo de Ucrania a los vuelos comerciales y mantener la seguridad del comercio marítimo sobre el Mar Negro, fundamental para las exportaciones de alimentos y granos del país».
El almirante español Juan Rodríguez Garat asegura a EL MUNDO que en este debate «se están mezclando dos conceptos que son como el agua y el aceite. Uno es la disuasión y el otro es el mantenimiento de la paz por interposición. Para el segundo, que es lo que parece sugerir Macron, y que solo implica la vigilancia y el control de una línea de alto el fuego aceptada por las partes -algo parecido a lo que hace la FINUL en el Líbano- seguramente bastarían esos 30.000 hombres que se han barajado públicamente. Su misión se limitaría a patrullar y denunciar los incumplimientos».
Hueco en seguridad
Pero la pregunta fundamental de estos días es si Europa puede ocupar el enorme espacio de seguridad que EEUU va a dejar en el continente y si sus fuerzas van a ser tan contundentes como para disuadir a Rusia: «La disuasión, que es lo que quiere Ucrania, implica fuerzas de combate de entidad suficiente para asegurar el efecto tripwire, es decir, una carnicería suficiente para asegurar que la UE entra en guerra si son atacadas. Tendría que ser al menos similar a la ya desplegada por la OTAN en sus fronteras, y solo sería de verdad disuasoria si hubiera brigadas de EEUU».
El despliegue de Francia y Reino Unido, de momento los dos países que barajan su presencia en Ucrania, no debe ser a costa de su presencia en otros puntos calientes de la OTAN, como los países bálticos, posiblemente la zona más vulnerable de la Alianza en estos momentos. Con un hipotético frente congelado en Ucrania, fruto de estas conversaciones, si la OTAN se debilita en el mar Báltico proyectaría un escenario muy negativo para la defensa de estos países.
En las últimas horas Rusia ha vuelto a referirse a las tierras raras codiciadas por Trump. El Kremlin afirmó que veía «un potencial amplio» de cooperación con EEUU para desarrollar las grandes reservas rusas de minerales estratégicos. Putin se mostró favorable a las inversiones estadounidenses en los minerales estratégicos que hay en territorio de Rusia, pero también en las regiones ocupadas por Rusia en Ucrania.