INTERNACIONAL
Guerra en Europa

Ucrania sofoca la ofensiva rusa y contraataca en varias zonas del frente

Estas operaciones ofensivas en los cuatro sectores del Donbás ponen de manifiesto que Kiev está lejos de ser vencida, como proclama la propaganda del Kremlin

Un soldado del ejército ucraniano combate a las tropas rusas en la región de Járkiv.
Un soldado del ejército ucraniano combate a las tropas rusas en la región de Járkiv.ALBERTO ROJAS
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Mientras que Donald Trump trata de castigar a Ucrania para imponerle las condiciones leoninas de Rusia, el ejército ucraniano lleva 48 horas de contraataques con éxito en los cuatro sectores del frente del Donbás que las tropas de la Z se habían fijado como objetivos para este invierno: Pokrovsk, Chasiv Yar, Toresk y Kupiansk. Ante la amenaza estadounidense de cortar las comunicaciones de Starlink, muchos comandantes han vuelto a desenterrar sus viejas radios soviéticas y sus mapas de papel para el momento en el que las terminales de la empresa Palantir, que integran las imágenes de todo el frente, dejen de funcionar.

Estas operaciones ofensivas ponen de manifiesto que Ucrania está lejos de ser vencida, como proclama la propaganda rusa, y que el frente que mantiene Kiev no sólo no colapsa, sino que mantiene fuerzas que pueden pasar al ataque. Los Milbloguer rusos, únicos autorizados por el Kremlin para cubrir la guerra cerca del frente, no ocultan su decepción: "Hay una falta enorme de personal y tenemos muchos drones, pero pocos operadores para volarlos. Esto no se trata de la lucha por la patria o por Vladimir Putin. ¡Se trata de avanzar!".

En el sector de Toresk, los ucranianos han vuelto a irrumpir desde hace varios días en el centro de la ciudad, borrando así los avances que los rusos consiguieron los últimos meses a un coste de miles de soldados gracias a un movimiento en pinza. La Tercera Brigada de asalto, una de las unidades más dotadas en este tipo de operaciones, sorprendió a las desgastadas fuerzas rusas, que han tenido que retroceder para no quedar embolsadas.

En Pokrovsk, la ciudad que el Kremlin había reclamado a sus tropas para este aniversario de la invasión el 24 de febrero, los rusos siguen empantanados a seis kilómetros desde hace semanas y soportando contraataques ucranianos que ya los han echado de Shevchenko, Upenivska, Kotlyne, Udatchne, Pishchane y Lysivka, es decir, ganancias rusas que costaron semanas e incluso meses de combates. En los canales de Telegram rusos no se ahorran críticas a los mandos militares responsables de haber agotado hasta el límite las unidades que defendían esas zonas.

En Kupiansk, los ucranianos han terminado con las cabezas de puente rusas sobre el río Oskil y los han devuelto a sus posiciones iniciales, a unos tres o cuatro kilómetros de la ciudad. El desgaste es evidente también en ese frente, donde Rusia lleva queriendo avanzar sobre esa ciudad desde invierno de 2022 en que cambió de manos pero sin conseguirlo.

Hace dos meses, varios comandantes del ejército ucraniano aseguraban a este reportero que ahora no era el momento de negociar con Moscú, ya que el desgaste de Rusia en su última ofensiva iba a permitir hacerlo en mejores condiciones unos meses después, cuando quedara claro que su reserva de blindados ya está bajo mínimos y la liquidez del Kremlin no permita ya seguir soportando una guerra de desgaste. Desde entonces la logística rusa ha sido golpeada con fuerza por enjambres de drones ucranianos que cada vez vuelan más lejos, comprometiendo la llegada de soldados, alimentos y municiones al campo de batalla, donde además Moscú cada vez cuenta con menos blindados y manda sus huestes a asaltar con motos, Ladas y carritos de golf.

Además, Ucrania sigue manteniendo una parte de la región de Kursk, precisamente donde combaten los refuerzos norcoreanos, sin que Moscú haya conseguido desalojar a las tropas de Kiev. Es el único punto en el que Rusia sigue tratando de abrirse paso tras desfondarse en el resto de frentes. En el sector izquierdo de esta bolsa, Ucrania está pasando por dificultades para mantener la línea, pero la intención del general ucraniano Olexander Sirsky es mantener ese territorio a toda costa como moneda de cambio en posibles conversaciones de paz, tal vez por la central nuclear de Zaporiyia, en manos rusas desde los primeros compases de la invasión.

La guerra se encamina ahora a un escenario desconocido. La falta de apoyo de Estados Unidos tendrá un impacto menor en el frente que hace un año, cuando la ayuda dejó de llegar durante seis meses. Ahora, Ucrania basa su defensa en los drones, los dueños del campo de batalla. Pero Kiev tiene poca munición en sus baterías antiaéreas Patriot, que defienden las ciudades de los bombardeos rusos. A su vez, Moscú ha incrementado los ataques nocturnos con drones de origen iraní Shahed, con enjambres de casi 200 unidades cada noche a los que se unen misiles balísticos. Estados Unidos también ha cortado la Inteligencia para el lanzamiento de misiles ATACSM, fundamentales para abatir objetivos de gran valor dentro de Rusia o en zonas ocupadas.

Esta semana, y de forma siempre coral y coordinada, los satélites habituales de la propaganda rusa en España anunciaban en redes sociales la victoria de las tropas de la Z en la invasión de Ucrania. "¡Rusia ha ganado la guerra!", proclamaban. La realidad sobre el terreno es que siguen en un punto muerto en el Donbás tras unos avances mínimos a un coste de decenas de miles de muertos. Sólo Donald Trump, aceptando las condiciones de Moscú, puede darle a Rusia una victoria que jamás logró en el campo de batalla.