El Partido Liberal de Canadá, el del todavía primer ministro Justin Trudeau, ha escogido este domingo a Mark Carney, ex gobernador de los bancos centrales de Canadá e Inglaterra, un tecnócrata sin experiencia política en su larga carrera, como nuevo líder, primer ministro y candidato a las elecciones que se celebrarán a lo largo de este año, con fecha por definir.
Carney no sólo asume el reto de intentar mantener en el poder a un partido que parecía moribundo hace unos meses, sino de dirigir al país, si las encuestas mantienen las estimaciones actuales, en medio de una crisis sin precedentes, no sólo interna, sino con Estados Unidos, su vecino y hasta hace poco socio y aliado.
Se espera que Trudeau permanezca en el cargo apenas unos días más para facilitar la transición, antes de que el nuevo líder liberal, que no tiene escaño en el Parlamento, asuma como el 24º primer primer ministro del país desde el nacimiento de la nación, en 1867. Será la primera vez que un líder no tenga asiento en la cámara desde 1984, cuando John Turner ganó el liderazgo del Partido Liberal, sucediendo curiosamente al padre de Trudeau, Pierre Trudeau.
Mark Carney, de 59 años, que dirigió el Banco de Canadá durante la crisis financiera mundial de 2008 y el Banco de Inglaterra durante el Brexit, se ha impuesto de forma abrumadora en las primeras, con casi el 90% de los más de 150.000 votos emitidos. De los cuatro aspirantes, era el favorito casi desde el principio, pero su victoria fue contundente frente a su amiga Chrystia Freeland, la ministra de Finanzas que dimitió el pasado mes de diciembre y provocó con sus discrepancias con Trudeau la caída del Gobierno, principalmente por cómo gestionar la respuesta a los constantes ataques de Donald Trump. No sólo comerciales, sino con los desprecios y cada vez más preocupantes mensajes hablando de una anexión para que el país se convierta en el 51º estado.
Carney está dispuesto a defender su país, y no le faltan guiños al deporte. "No pedimos esta pelea, pero los canadienses siempre están listos cuando alguien suelta los guantes. Que los estadounidenses no se equivoquen: en el comercio, como en el hockey, ganará Canadá", declaró en su discurso de victoria. "Donald Trump está atacando a las familias, a los trabajadores y a las empresas canadienses y no podemos permitirle que triunfe y no lo haremos [...] Estados Unidos no es Canadá. Canadá nunca, jamás, será parte de Estados Unidos de ninguna manera", reiteró Carney en su discurso de aceptación el domingo por la noche. Una idea, un mensaje, un lema que se ha convertido en clave durante la campaña, y que lo ha aupado en las encuestas. Las internas y las nacionales. "Estoy listo para darlo todo por Canadá", ha asegurado.
Durante su intervención de más de media hora en Ottawa, el nuevo líder liberal habló largo y tendido sobre los retos a los que se enfrenta el país con Trump de nuevo en la Casa Blanca e indicó que cree que la amenaza del presidente de anexionarse Canadá es creíble. "Los estadounidenses quieren nuestros recursos, nuestra agua, nuestra tierra, nuestro país", afirmó. "Si lo consiguen, destruirán nuestro modo de vida". En consecuencia, explicó, los aranceles iniciales de 30.000 millones de dólares canadienses sobre las importaciones que cruzan su frontera seguirán en vigor hasta que "los estadounidenses nos muestren algo de respeto".
Trudeau anunció su dimisión en enero, después de 10 años al frente del país, después de haber perdido la confianza del Partido, que veía casi imposible mantenerse al frente del Gobierno ante la subida del coste de la vida y la vivienda. Carney, un experimentado economista, es una opción arriesgada. En 2009, los liberales apostaron entonces por Michael Ignatieff, un respetado profesor y académico de enorme renombre en Estados Unidos o Reino Unido, y su derrota fue aplastante. Ahora se vuelven a encomendar a alguien de fuera, aunque su perfil sea diferente, ya que ha dirigido instituciones cuyo peso en la política es muy elevado, a pesar de que sean técnicas.
"En una situación como ésta, se necesita experiencia en gestión de crisis, se necesitan habilidades de negociación. Y yo tengo esa experiencia", ha repetido en las últimas semanas en entrevistas, mítines y debates con sus rivales. "No es el resultado que esperaba, pero felicito a Mark por su victoria. Esta campaña ha traído ideas frescas, renovado la energía y reforzado nuestra unidad. Tienes todo mi apoyo", ha dicho Freeland en un comunicado.
Ahora le corresponde también a él poner fecha para las elecciones, que como máximo pueden retrasarse hasta el 20 de octubre. Algunos analistas creen que necesita todo el tiempo posible para lograr un nombre en todo el país y darse a conocer, mientras que otros dentro de su partido creen que debe aprovechar el momento actual, con la presión de Trump y las declaraciones que lo han hecho célebre. Si no convoca rápido, la oposición podría forzarlas con una moción de confianza en las próximas semanas.
Hace unos pocos meses las encuestas pintaban muy mal para los liberales, gracias al resurgir del Partido Conservador. Trudeau anunció en la primera semana de enero que prorrogaría el mandato del Parlamento hasta el 24 de marzo para que el partido tuviera tiempo de elegir un nuevo líder, tras lo cual dimitiría, poniendo fin a una era de casi 12 años.
En las últimas semanas, el aumento de cierto sentimiento nacionalista, como respuesta a Trump, lo ha cambiado todo. El gran activo de Carney es su reputación, ya que se le atribuye el mérito de mantener el flujo de dinero en la Gran Recesión al actuar rápidamente para bajar los tipos de interés a su nivel más bajo de la historia, así como trabajar con el sector financiero para mantener lo más alto posible el nivel de préstamos durante la crisis.
El Partido Liberal, pero sobre todo Carney en particular, se ha beneficiado de la nueva realidad geopolítica. Según los últimos datos del Angus Reid Institute, el 43% de los canadienses cree que el ex banquero central sería el mejor rival de Trump, en comparación con el 34% que se decanta por el conservador Pierre Poilievre. En buena medida gracias a que los liberales han logrado que cale la idea de que los conservadores simpatizan en buena parte con la agenda proteccionista de Trump.
"En diciembre, la gente descartaba a nuestro Partido Liberal, pero esta noche, todos sabemos que podemos, debemos y venceremos a Pierre Poilievre y su campaña MAGA [Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande] con jarabe de arce", se burló durante la noche la ex ministra y vice primera ministra Freedland de sus principales rivales.