INTERNACIONAL
Guerra en Europa

Por qué Europa está en desventaja con los arsenales: un tanque alemán cuesta 29 millones de euros, uno chino sólo 2,3 millones

Los gobiernos están dispuestos a incluir a Kiev en la cadena de suministro, frenada por las rivalidades, ambiciones y antipatías políticas entre las capitales

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Cuando se alcance un armisticio estable, Ucrania podría integrarse en las cadenas de producción de armamento para los gobiernos europeos: no sólo para sí misma, sino para otros países del continente.

Según tres personas implicadas, el tema se ha planteado en diversas conversaciones entre las autoridades de Kiev y algunas capitales del continente. Por ahora, sólo se trata de escenarios para el futuro, porque hoy toda la capacidad industrial ucraniana está absorbida por el esfuerzo bélico. Pero varios gobiernos europeos siguen abiertos a discutir la hipótesis de deslocalizar la fabricación de equipos sobre los que Ucrania ha desarrollado en los últimos años una capacidad de producción a gran escala, a bajo coste, a un ritmo rápido y con un buen nivel tecnológico: sobre todo drones y artillería.

Presupuesto e integración

La entrada en las industrias de defensa del continente interesa a Kiev -que lo ha propuesto- porque aceleraría su integración en la UE antes incluso de ingresar. Los gobiernos del continente, por su parte, pueden necesitarla porque buscan controlar sus presupuestos mientras llenan sus almacenes de material militar.

Paradójicamente, sin embargo, lo que más puede frenarles es un problema autoinfligido: las rivalidades, ambiciones y antipatías políticas entre las capitales europeas están ralentizando los planes de rearme, generando duplicidades en los proyectos y, en cascada, gastos evitables con resultados inferiores. A pesar de las proclamas, en la industria de defensa Europa y sus contribuyentes siguen pagando el precio de la desunión política de los dirigentes.

Cuatro frentes vitales

Esto ocurre al menos en cuatro frentes vitales y con presupuestos elevados: el espacio, los vehículos terrestres, la defensa antimisiles y los cazas. También porque, desde el inicio, la desventaja económica de Europa es considerable. Según Juan Mejino-Lopez y Guntram Wolff del centro de estudios Bruegel, un tanque alemán Leopard 2A8 cuesta 29 millones de euros, un ruso T-90 cuesta 4,1 millones, mientras que un chino Type 99A apenas 2,3 millones. En cuanto a la artillería, un obús ruso (2S19 Msta-S) cuesta 1,4 millones, un angloamericano M109 cuesta 1,6 millones, pero el Caesar francés llega a 5,8 y los equivalentes alemanes entre 11 y 17 millones.

Satélites

En el sector de los satélites, la necesidad de alianzas es aún mayor. Starlink de Elon Musk tiene hoy al menos 6.750 satélites en órbita baja para la cobertura de internet, con un plan para superar los 30.000, y un costo de lanzamiento de 1.000 dólares por cada kilo de material enviado al espacio por la casa matriz SpaceX.

En Europa, el panorama es diferente. La respuesta debería ser el proyecto Iris 2 (con empresas de Francia, España y Luxemburgo, y la italiana Telespazio entre los proveedores), que promete 290 satélites en unos años; por ahora tiene cero. Pero mientras SpaceX realiza un centenar de lanzamientos al año, toda Europa hace solo cuatro o cinco en total, con costos mucho más elevados: 8.000 euros por kilo para el gran grupo francés Ariane Espace o 20.000 euros por kilo para el lanzador Vega de la más pequeña italiana Avio. Se necesitaría un consorcio entre los tres grandes operadores europeos del sector (Airbus de Francia, Alemania y España, la francesa Thalès y la italiana Leonardo) o una clara separación funcional: Francia especializada en lanzadores, Italia en servicios satelitales. En cambio, las rivalidades entre líderes políticos —a menudo evitables por ambas partes— alimentan duplicaciones e ineficiencias.

Defensa antimisiles

El panorama es similar pero con los roles invertidos en la defensa antimisiles, que requiere al menos 30 o 40 mil millones de euros de inversión para contar con un sistema que proteja las ciudades europeas sin depender de los caprichos de la Casa Blanca. Pero Alemania apuesta por la compra de sistemas estadounidenses (Patriot) o israelo-estadounidenses (Arrows3), para luego revenderlos o alquilarlos a una veintena de otros países europeos. Mientras tanto, el consorcio italo-francés Mbda, aunque rezagado respecto a Estados Unidos, desarrolla sus propias capacidades: es difícil convertirse en autónomo si uno no lo intenta.

En cuanto a los tanques, el grupo alemán Knds busca imponer el Leopard 2A8 como estándar europeo, pero la italiana Leonardo lo considera obsoleto y, junto con la alemana Rheinmetall, impulsa un nuevo Panther más digital y tecnológicamente adaptado a la guerra con drones: por ahora, solo tiene pedidos de Italia y Hungría, pero el tiempo dirá cuál de las dos estrategias es más sólida.

Una rivalidad similar se da en el sector de los cazas, donde el proyecto italo-anglo-japonés del Gcap (40.000 millones solo para los primeros diez prototipos) compite con un plan de Airbus por ahora muy vago.

En una encuesta muy reciente para la revista Grand Continent, el 60% de los europeos pedían una gran defensa europea. Los gobiernos corren el riesgo de darles muchos pequeños fracasos nacionales.