Nada menos que cinco pontífices en su trayectoria y más de 160 vuelos papales. Son sólo un ejemplo de los números inalcanzables de Valentina Alazraki (Ciudad de México, 1955), decana de los corresponsales extranjeros ante la Santa Sede. Alazraki es la quintaesencia de la vaticanista. Tras medio siglo como corresponsal de la cadena mexicana Televisa, lo cierto es que, al hablar con ella, su edad no cuadra. Tras preguntarle eso mismo, sonríe: "Me vine a Roma muy joven".
Era 1974, cuando el Papa era Pablo VI. Cinco papados después, EL MUNDO conversa con esta veterana corresponsal en pleno punto de inflexión para el pontificado del Papa Francisco, tras 12 años como sucesor de Pedro y cuatro semanas ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una neumonía bilateral, de donde será dado hoy de alta.
"Francisco ha tenido momentos muy difíciles este mes, pero no siento que estemos viviendo el final de su pontificado", explica la periodista, quien recuerda con detalle el sufrido epílogo de Juan Pablo II. Para ella fue Wojtyla quien abrió el camino para acabar con el tabú de "la enfermedad del Papa".
"Cuando atentaron contra él en 1981, a los dos días lo vimos en la cama ingresado tras cinco horas de quirófano y hasta hoy es la única foto que tenemos de un Papa con ropa hospitalaria", cuenta esta mexicana, que asegura que la imagen fue algo "revolucionario". En julio de 1992, en un Ángelus, "el Papa declaró que ingresaría en el hospital para hacerse unas pruebas, algo que nunca había pasado antes".
Durante el pontificado de Juan Pablo II, el español Joaquín Navarro-Valls era el portavoz del Papa. Era periodista y médico, por lo que unió sus dos formaciones y ejerció de nexo entre el Vaticano y los corresponsales cuando tocaba explicar cómo evolucionaba la salud del Pontífice.
"Eso no significa que fueran más transparentes que hoy", apunta Alazraki. La "falla informativa", de hecho, fue el párkinson de Juan Pablo II, que el Vaticano nunca admitió. Navarro-Valls, por propia iniciativa, habló por primera vez de "síndrome extrapiramidal" a mediados de los 90 para no negar la evidencia. Lo cual, recuerda la periodista, provocó una "pugna entre la Oficina de Prensa y la Secretaría de Estado de la Santa Sede".
¿Por qué resulta tan delicado hablar de la salud de un Papa? "Porque al Vaticano le costaba mucho reconocer que el Pontífice era una persona común", relata. Para ella, "la distancia entre la institución y el ser humano como tal era tan grande, que era la sensación de que la institución no podía estar enferma". Sin embargo, "hoy esa distancia se ha acortado y aún más con Francisco". En uno de los recientes boletines médicos de Jorge Mario Bergoglio, la Santa Sede llegó a comunicar que había inhalado "vómito". Un término muy "crudo" para la experiencia vaticana de Alazraki.
En la prensa se ha barajado la posibilidad de que Francisco pueda renunciar como hizo su antecesor. Para la decana de los vaticanistas, tanto Juan Pablo II como Francisco "siempre dijeron que el Papa gobierna con la cabeza y no con las rodillas". Karol Wojtyla lo tuvo muy claro, "porque era un hombre de acción con una importante componente mística: Jesús no se había bajado de la cruz y él tampoco". Bergoglio "es más pragmático", aunque evitará, como dijo en una ocasión, que "la renuncia papal sea una moda". Todo dependerá de cómo salga del Hospital Gemelli.
En 1978, la muerte de Pablo VI convirtió a esta mujer en la periodista de referencia para los enviados especiales de Televisa. En pocas semanas se consolidó como corresponsal al ser testigo, además del fallecimiento, de la elección y la repentina muerte de Juan Pablo I y del nombramiento de Juan Pablo II. A los pocos meses, se supo que sería a México el primer viaje apostólico de Karol Wojtyla. "Me subí a ese primer avión y ahí empezó la relación entre Juan Pablo II y mi país", que se enamoraron mutuamente a través de Valentina.
La corresponsal mexicana, años después, sigue mostrando pasión por su profesión. Considera que la figura del vaticanista es "más importante que nunca" ante la "excesiva confusión y noticias falsas" procedentes de las redes sociales. "Se necesitan personas preparadas, responsables y éticas". Sobre todo en un pontificado como el de Francisco: "Un Papa con un lenguaje muy espontáneo, libre y poco institucional". "Hace décadas, cuando ibas sólo con tu pluma, era distinto", dice, "porque había más tiempo para pensar y averiguar".
Según su experiencia, aunque todos sean Papas, es la persona la que hace único cada pontificado. "Cada uno tiene su estilo y su carisma", dice Valentina, "incorporando su propia historia al papado". Para Juan Pablo II, viniendo del Este europeo y habiendo vivido la Segunda Guerra Mundial, sus prioridades fueron "la libertad religiosa y la Europa unida". Benedicto XVI aportó "sus estudios, sus libros, su teología y su intelecto". Francisco, "procediendo de los barrios populares", hizo de la periferia el centro de su pontificado.
Alazraki reflexiona sobre su propia trayectoria y reconoce el desafío de haber tratado de "humanizar" a cada uno de los pontífices que ha conocido. Para conseguirlo, se ha mantenido fiel a su papel de observadora sin renunciar a una justa dosis de "corazón".