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Migrantes indios encadenados en los vuelos de deportación de Trump: "Va en contra de la dignidad humana"

Las humillantes condiciones en las que vuelven los migrantes desatan una tormenta política en el país asiático

Legisladores indios se esposaron a finales de febrero en protesta por la reciente deportación de ciudadanos indios de EEUU.
Legisladores indios se esposaron a finales de febrero en protesta por la reciente deportación de ciudadanos indios de EEUU.Santosh KumarGetty Images
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Tres días después de la visita del primer ministro de India a Estados Unidos, dos aviones militares que llevaban a bordo a más de 200 personas, entre ellas a familias con bebés, aterrizaron en el estado indio de Punjab. Los pasajeros adultos iban encadenados de manos y pies. Eran migrantes ilegales indios que acababan de ser deportados. "Quienes se encuentran ilegalmente en otros países no tienen derecho a permanecer allí", soltó el líder indio, Narendra Modi, tras un encuentro con Donald Trump en el que había vendido a India como una de las grandes aliadas de Washington. Mientras, en su país, comenzaba a desatarse una tormenta política por las humillantes condiciones en las que volvían los compatriotas.

"¿Es necesario que viajen esposados? El proceso de deportación es degradante y va en contra de la dignidad humana. Están maltratando a nuestros ciudadanos. No es propio de una gran democracia como EEUU", protestaba Gaurav Gogoi, un diputado del principal partido de la oposición en India. El viernes, más de un mes después del regreso de los primeros indios con grilletes, el Ministerio de Exteriores indio compartió un comunicado asegurando que había "expresado enérgicamente su preocupación ante las autoridades estadounidenses" por el trato dispensado a los deportados.

Después de que en febrero se hicieran virales en las redes sociales del país asiático las imágenes de otro grupo de migrantes indios maniatados en un viaje de 40 horas en avión, varios legisladores y manifestantes se han concentrado en distintas ocasiones frente al Parlamento de Nueva Delhi llegando a prender fuego a una efigie de Trump. "Este trato inhumano es más propio de dictaduras como China o de democracias iliberales como la nuestra. Así que ya sabemos en lo que se está convirtiendo EEUU con Trump al frente", soltó el popular comentarista Prithviraj Sathe.

El término democracia iliberal fue acuñado en la década de 1990 por el escritor indoestadounidense Fareed Zakaria, que actualmente trabaja como presentador y analista en la CNN. El ascenso de la democracia iliberal, tituló Zakaria un ensayo que publicó en la revista Foreign Affairs y en el que defendía que los hilos que mantenían unidas las tradiciones de la democracia y el liberalismo se estaban erosionando rápidamente. Zakaria hacía referencia a sistemas en los que se celebran elecciones libres regularmente, pero que sus principios liberales -como la separación de poderes, el respeto a la prensa libre y los derechos fundamentales- se van progresivamente agrietando; países que conservan muchos mecanismos democráticos y de libertad de expresión, pero en los que sus gobernantes tienen muchos ramalazos autoritarios, con un control del Gobierno mucho mayor, sobre todo el aparato del Estado y los medios de comunicación.

Esto es lo que ocurre ahora, como denuncian muchos críticos, en la India de Modi. Y también, según los mismos, en los EEUU de Trump. Esta semana, un investigador indio de la universidad de Georgetown, Badar Khan Suri, fue arrestado y, después de que su visa fuera revocada, se enfrenta a la deportación. Según las autoridades estadounidenses, esto se debe a que Suri "difundió propaganda de Hamas y promovió el antisemitismo" en las redes sociales. Sus publicaciones en X se resumen en señalar que su país, India, es "cómplice del genocidio israelí" porque Modi ha suministrado misiles al ejército de Israel.

"Desde enero de 2025 hasta la fecha, un total de 388 ciudadanos indios han sido deportados desde Estados Unidos", informó la semana pasada el ministro de Exteriores, S. Jaishankar.

Un avión militar estadounidense C-17 que transportaba migrantes indios ilegales aterriza en el Aeropuerto Internacional Sri Guru Ram Das Jee, en Amritsar, en la India.
Un avión militar estadounidense C-17 que transportaba migrantes indios ilegales aterriza en el Aeropuerto Internacional Sri Guru Ram Das Jee, en Amritsar, en la India.Stringer

Las autoridades indias también han comunicado que, en estos momentos, hay otros 295 migrantes indios bajo custodia estadounidense a la espera de ser deportados. Un informe del think tank Pew Research Center, con sede en Washington, estima que hay alrededor de 725.000 indios indocumentados que viven en EEUU, en su mayoría en California, lo que les convierte en uno de los grupos de migrantes más grandes después de los de México y El Salvador. Aunque los últimos datos oficiales del Departamento de Seguridad Nacional, de 2022, rebajaban considerablemente esa cifra en 220.000.

Las autoridades estadounidenses notificaron hace unos días que habían identificado a alrededor de 18.000 ciudadanos indios que entraron ilegalmente en el país. En la última década, según datos recopilados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las solicitudes de asilo de indios en EEUU se habrían disparado de unas 5.000 a más de 50.000.

Uno de los indios que solicitó sin éxito asilo fue Harjit Singh. Cogió en octubre un avión desde Delhi hasta Ámsterdam. De allí viajó hasta Johannesburgo y luego a Guyana con un visado de turista. Por tierra cruzó a Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. La última parada fue México, llegando a la frontera con EEUU a finales de enero. Nada más pisar suelo norteamericano, fue arrestado por los agentes fronterizos y trasladado a un centro de detención. Allí pasó 18 días. Después, le pusieron las esposas y lo deportaron a India.

El viaje de ida y vuelta de Harjit es una de las muchas historias que están saliendo estos días sobre los migrantes indios deportados. "Estamos colaborando con las autoridades estadounidenses para garantizar que los deportados sean tratados con dignidad", aseguró esta semana el ministro S. Jaishankar. Una afirmación que no comparten los parlamentarios de la oposición, liderada por el Partido del Congreso, que acusan al Gobierno de Modi de postrarse ante Trump para evitar que India sea golpeada por la guerra comercial desatada por el presidente estadounidense.

La gran mayoría de los migrantes deportados son hindúes que proceden del Estado de Gujarat, el bastión político de Modi. El primer ministro vende con frecuencia el "éxito económico" de Gujarat, donde gobierna su partido, el nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), como un modelo de gestión para el resto del país. Por ello, el Gobierno indio está obligando a aterrizar a los aviones con los deportados en el Estado de Punjab, controlado por el Partido del Congreso.

Pero por muchas maniobras que haga Modi, no puede esconder una realidad que está muy presente en la gigantesca India: en un país muy joven, donde millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza, son muchos los trabajadores que buscan oportunidades en países prósperos como Estados Unidos.