El dramaturgo, autor de grandes éxitos del teatro español contemporáneo como 'El método Grönholm' y 'Burundanga', presenta ahora en el Teatro Maravillas de Madrid su última obra, Fitzroy, protagonizada por Amparo Larrañaga y en la que un grupo de mujeres alpinistas se enfrentan a una difícil ascensión.
- ¿Cuál ha sido su mayor hazaña física?
- No soy escalador ni aventurero. Siempre he admirado a la gente que se impone retos dificilísimos donde se juega la vida y son capaces de llevarlos a cabo.
- ¿Cuántas montañas ha subido para escribir esta obra?
- Mi trabajo es inventar, meterme en mundos que yo no conozco. Nunca he escrito ni escribiré autoficción.
- ¿Qué utilidad tiene coronar un pico?
- Subir una montaña no sirve para nada, simplemente tienes el placer de haberlo conseguido y punto. No hay un billete de 50 euros arriba esperando para cogerlo.
- ¿Por qué alpinistas femeninas?
- Me gusta que la obra sea con mujeres porque la camaradería es una palabra que se ha utilizado mucho en el mundo masculino, es una palabra como de batalla, de guerra.
- ¿Es el teatro la última resistencia?
- El teatro lo admite todo. Por eso es mucho más fácil ser experimental y subversivo en el teatro que en el mundo audiovisual.
- ¿Qué obra (suya) le cambió la vida o se la cambió a alguien?
- Buf. No me gusta nada escuchar la voz del autor, que me va diciendo lo que piensa del mundo. Yo intento contar una historia, y si alguien puede sacar algo de ella, pues estupendo.
- ¿Qué libro no ha podido terminar?
- Soy muy anti libros de autoayuda.
- La última vez que fue al teatro...
- Diré que he visto alguna obra mía hecha muy acertadamente y parece que sea mucho mejor escritor de lo que soy.