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MOTOR Y LUJO

El chico de 23 años que quiere revolucionar el mundo de la náutica exclusiva creando yates "molones" sin renunciar al lujo

Víctor Moure es hijo y nieto de una saga de empresarios catalanes. Regatista desde que era niño, impulsa la marca Kumbra, un proyecto para vender yates de 10 metros capaces de navegar a 50 nudos

Víctor Moure, a bordo de una de sus creaciones, la Kumbra 34.
Víctor Moure, a bordo de una de sus creaciones, la Kumbra 34.
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Esta semana ha viajado a Múnich, donde se reunirá con proveedores y distribuidores alemanes para preparar la feria náutica de Dusseldorf, una de las más potentes de Europa.

Recién aterrizado, atiende desde allí a LOC para hablar de Kumbra, el proyecto al que se entrega en cuerpo y alma, la marca de yates "elegante, molona y atrevida" que creó hace dos años junto a un pequeño equipo de colaboradores.

Víctor Moure es barcelonés. Sólo tiene 23 años pero ha irrumpido en el exclusivo y competido sector de la náutica de alta gama con su propia idea: crear embarcaciones "de navegante a navegante", lujosas pero prácticas. Y sin los precios prohibitivos de otras marcas.

Lleva en las venas el carácter empresarial y emprendedor que hereda de su familia, integrante del pudiente tejido empresarial catalán. Su padre, Marcos Moure, preside el Grupo Moure, un holding creado en 1996 con presencia en el sector de la energía (con las gasolineras Autonetoil) y líder en la industria española de lavado de coches (Elefante Azul). Su madre pertenece a la familia Rocasalbas, históricos empresarios de la iluminación.

Pero Víctor no es sólo un chico de la burguesía catalana con formación empresarial (estudió Administración y Dirección de Empresas en ESADE).

Es también un apasionado del mar, medio que conoce desde que era un niño gracias a sus veraneos en Menorca y sus horas en familia en el mediterráneo infinito de Binisafúller, una pequeña localidad en la isla balear mejor preservada.

Su abuelo, que era gallego, compró un barco "casi antes de saber nadar", cuenta divertido, y su padre ha mantenido esa afición. Con él llevaba barcos de Barcelona a Menorca, enrolando a sus amigos en la travesía, aunque arreciara el temporal y tuviera que serenarles a base de biodramina. "No sé si luego seguían siendo tan amigos", bromea.

Uno de los Kumbra 34 diseñados por Víctor Moure.
Uno de los Kumbra 34 diseñados por Víctor Moure.EM

Así empezó en la navegación, primero en las singladuras familiares en Menorca y, desde la niñez, también como regatista en vela ligera. Entrenaba y competía en el Club Náutico del Masnou, ampliando su hobby a los rigurosos y húmedos inviernos de la costa catalana.

"Cuando algo me gusta doy el 300%", explica al otro lado del teléfono. Con ese tesón se entregó a la vela y llegó a competir en la selección catalana en categoría láser, clasificándose incluso para participar en tres mundiales y alcanzando el tercer puesto en campeonatos de España.

Sin embargo, cuando llegó al final de sus estudios, antes de ir a la universidad, tuvo que decidir si apostaba por la navegación y el deporte o se centraba exclusivamente en sus estudios.

Tenía opciones de entrar en el equipo preolímpico pero finalmente decidió seguir con su formación empresarial, ingresando en la universidad y siguiendo los pasos de su saga familiar. Actualmente se dedica exclusivamente a su proyecto. Y en ese plano sigue también su regla del "300%".

Muchas noches las pasa incluso en un hotel de Almería situado junto al astillero del Grupo Astondoa, donde se fabrican los barcos, para estar encima de todos los detalles. Durmiendo casi de forma literal en el astillero.

En Almería se construyó la primera Kumbra, de 34 pies, botada en junio de este año y entregada a un empresario de Ibiza dedicado al chárter (alquiler náutico). La embarcación ha triunfado este verano en la isla pitiusa, donde se alquilaba por 1.800 euros al día.

La semilla de la primera kumbra nació de la necesidad y de la observación.

La familia de Víctor quiso cambiar de barco un verano, y juntos empezaron a pensar qué opciones había en el mercado. Así, casi por deformación profesional, empezaron a analizar el sector, comprobando "que existía un nicho, una oportunidad de negocio" en los llamados day boats, embarcaciones para pasar el día, prácticas y cada vez más solicitadas en la costa española.

"Los precios en el mercado eran muy altos, estaban disparados, y pensamos que se podía conseguir un precio más competitivo y crear un producto mejor, adaptado a las necesidades de los navegantes, que nosotros conocemos bien".

Dos millones

Así empezó con el proceso, con el respaldo del grupo familiar, un equipo de cinco personas y una inversión inicial de en torno a los dos millones de euros. Actualmente trabajan ya en ocho encargos de su primer modelo, la Kumbra de 34 pies de eslora (10,3 metros).

La previsión es que se entreguen el próximo año, listas para navegar en temporada. Entre sus clientes hay empresas y clientes particulares en España y Francia. También hay algún vip, cuya identidad Victor no quiere revelar por discreción. Los precios oscilan entre los 195.000 y los 300.000 euros, dependiendo de los motores.

El barco tiene dos camarotes y puede navegar con dos fuerabordas de 400 caballos, una potencia tremenda que impulsa el casco hasta los 50 nudos. En 2025 crearán otra versión más grande. Y, paralelamente, está diseñando un modelo diferente, rompedor, del que de momento no quiere adelantar detalles.