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La que iba a ser la primera visita oficial de los Reyes de España a Jordania se ha transformado en un viaje de trabajo relámpago de Don Felipe a Amán como consecuencia del agravamiento de la tensión regional tras el inicio de la incursión israelí en el Líbano esta semana.
En realidad, se ha evitado con ello un disparate diplomático y de imagen para nuestra Monarquía, incomprensiblemente alumbrado desde Exteriores por invitación de la Corte hachemita, como era que el primer aniversario de los brutales atentados de Hamas en Israel fuera a coincidir con un duelo de estilismos entre Letizia y Rania en el país vecino, tan afectado y sacudido por la guerra. En fin, inexplicables decisiones que no ayudan a la necesaria proyección internacional de Felipe VI, quien, eso sí, acierta sin embargo al profundizar en la relación con el rey jordano, Abdalá II, tanto por el protagonismo de éste en la geopolítica de Oriente Próximo como por lo recomendable que resulta para nuestro país que se mantenga la extraordinaria sintonía entre las dos familias reales que comenzó en los años 60.
Y es que los lazos entre los Borbones y la dinastía hachemita han sido en todo este tiempo verdaderamente profundos y de amistades muy sólidas.
Juan Carlos I y el fallecido rey Hussein -en el trono entre 1952 y 1999- se profesaban cariño de "hermanos" y trato de "amigos entrañables". El español, entonces Príncipe a la espera de a saber qué destino en la dictadura franquista, se introdujo en el círculo de Hussein, igual que en el del rey Hasán de Marruecos entre otros, gracias sobre todo a un buen amigo común como era el rey sin trono Simeón de Bulgaria. Hussein y los suyos también tenían cercanía a la por aquellos tiempos familia reinante en Grecia. El caso es que, entre unos y otros, el Príncipe Juan Carlos conectó a las mil maravillas con Hussein. Ambos fueron personajes con extraordinario olfato político y mandatarios en circunstancias históricas para sus naciones. Pero también fueron dos hombres más que aficionados a las mujeres, a las correrías nocturnas, al dinero, al lujo y los excesos... Vamos, como para no entenderse.
Don Juan Carlos y Doña Sofía iniciaron su luna de miel, en 1962, en Jordania, donde el soberano hachemita les dispensó trato de jefes de Estado. Y hasta la muerte de Hussein se vieron en incontables ocasiones, más allá de en las citas oficiales. El rey jordano viajó mucho a España en visitas privadas, siguiendo una costumbre anterior a la boda de los hoy Eméritos, y le encantaba acudir por ejemplo a tablaos flamencos y alojarse de incógnito en el Ritz. Son conocidas anécdotas como la escapada de Hussein y Juan Carlos a Sierra Nevada en helicóptero desde Madrid pilotado por el soberano árabe.
También es conocida la generosidad del monarca con su hermano español -igual que con tantos otros reyes europeos, como el mismo Constantino de los Helenos-. No faltaron regalos como caballos de pura sangre, una pistola con piedras preciosas incrustadas o el famoso palacete de La Mareta, en Lanzarote, que Hussein apenas pisó una vez, y que Don Juan Carlos cedió a Patrimonio Nacional y hoy es usado por Pedro Sánchez para sus veraneos estivales. Porque lo que se da no se quita, que si no... se habrá dicho tantas veces el Emérito.
Las amistades entre las dos dinastías no se redujo a Hussein y Juan Carlos. Doña Sofía, por ejemplo, quien tan pocas amistades verdaderas ha tenido en su vida más allá de sus familiares griegos, ha tenido relaciones estrechísimas con mujeres de la Casa Real hachemita como la reina Noor, la última esposa de Hussein, o la princesa Alia, hoy ex del príncipe Faisal bin Hussein, hermano del actual monarca, quien no sólo es íntima de la madre de Felipe VI -cuántos veranos la ha acompañado por ejemplo en Mallorca-, sino que también lo es de la Infanta Cristina.
No se puede decir que Don Felipe haya cultivado la misma amistad con los miembros de la familia real jordana, aunque sí ha cuidado que no se pierda. El entonces Príncipe de Asturias también inició su luna de miel con Doña Letizia en Amán, donde acudieron a la boda del hijo de Hussein y Noor, el príncipe Hamzah, hoy caído en desgracia. El abrazo del Rey de España a su homólogo jordano este fin de semana será otro gesto en una relación profunda entre dinastías.