CASA REAL
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El nuevo Aga Khan asciende al trono en una ceremonia privada lejos de la fastuosidad de sus predecesores y ya convertido en Alteza por el rey Carlos III

Los líderes mundiales de la comunidad ismaelita juran fidelidad al 50º imán, descendiente de Mahoma

El príncipe Ibrahim, con el tradicional gorro de astracán, el domingo en el entierro de su padre en Egipto.
El príncipe Ibrahim, con el tradicional gorro de astracán, el domingo en el entierro de su padre en Egipto.Afp
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Una semana después de la muerte de su padre, el príncipe Karim al-Husayni, el mayor de sus hijos varones y su sucesor, el príncipe Rahim, ha sido entronizado este martes como 50º imán de los musulmanes ismaelitas nizaríes -con entre 15 y 20 millones de fieles repartidos por todo el mundo- y quinto Aga Khan. Su designación al frente de esta importante confesión religiosa, soberano de un reino sin territorio pero con reconocimiento de jefe de Estado por parte de la comunidad internacional, se conoció el pasado miércoles, con la apertura del testamento del progenitor en el que expresaba su voluntad. Pero esta mañana ha tenido lugar la ceremonia oficial de ascenso al trono, que ha sorprendido por su formato, ya que ha sido un acto privado y absolutamente discreto -en línea con la personalidad del príncipe Rahim-, en el que, siguiéndose una tradición centenaria, líderes de la comunidad ismaelita de todo el mundo han jurado lealtad a su nuevo imán, quien les ha correspondido con el primer discurso de su imanato.

Los familiares del Aga Khan V le han arropado en la ceremonia, celebrada en Lisboa, ya que hace 10 años, tras una larga negociación en la que estuvieron implicados varios países, el Gobierno luso y el Aga Khan firmaron un acuerdo para establecer la sede mundial del Imamat ismaelí en Portugal.

El príncipe Rahim presidió el sábado, en el mismo lugar, el funeral por su padre, que contó con la asistencia de personalidades internacionales como el Rey Juan Carlos -íntimo amigo del finado desde los tiempos que compartieron internado en Suiza-, el presidente de la República lusa, Marcelo Rebelo de Sousa, el jeque de Qatar Thani bin Hamad bin Khalifa Al Thani, el duque de Braganza, don Duarte Pío, o el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

El Rey Juan Carlos, junto al duque de Braganza, en el funeral del Aga Khan.
El Rey Juan Carlos, junto al duque de Braganza, en el funeral del Aga Khan.Afp

Un día después, la familia del difunto Aga Khan se volvió a reunir en Egipto, donde los restos del príncipe Karim fueron enterrados en Asuán, al sur del país norteafricano, en el conocido como Mausoleo del Aga Khan, una bellísima construcción funeraria sobre la ribera occidental de Nilo, el lugar escogido para su eterno descanso por el Aga Khan III, Sultan Mahommed Shah Aga Khan, abuelo del príncipe Karim -a quien nombró como su sucesor, saltando en la línea a su hijo-, que murió en 1957.

El magnífico Mauseo del Aga Khan, en Asuán (Egipto).
El magnífico Mauseo del Aga Khan, en Asuán (Egipto).AP

Los restos del Aga Khan IV reposarán en este mausoleo -una de las construcciones que cualquier turista que haya hecho un crucero por el Nilo tiene en su retina- de manera provisional, hasta que se levante otra construcción presumiblemente en la misma área.

Son jornadas de extraordinaria intensidad para el príncipe Rahim y los suyos. De inmediato regreso a Portugal, el nuevo líder de los ismaelitas ha seguido recibiendo a mandatarios internacionales que no han dudado en viajar a Lisboa para ofrecer sus condolencias por la muerte del príncipe Karim, como el presidente de Pakistán, Ali Zardari, que se reunió con el nuevo soberano el lunes al no haber podido asistir al funeral del fin de semana por encontrarse en viaje oficial en China.

Fieles portan el féretro del Aga Khan IV hasta su mausoleo, el domingo, en Asuán.
Fieles portan el féretro del Aga Khan IV hasta su mausoleo, el domingo, en Asuán.AP

El lunes también se cumplió con otra importante tradición con la concesión al nuevo Aga Khan por parte del rey Carlos III del título de Alteza que han ostentado todos sus predecesores.

El linaje del imán de los ismaelitas nizaríes entronca directamente con el Profeta Mahoma, que designó a su yerno y primo, Ali ibn Ali Talib, como imán, es decir, su sucesor temporal y espiritual. Pero la dignidad de Aga Khan no fue creada hasta 1818 por el sha que reinaba entonces en Persia. El Aga Khan III recibió el título de Alteza de la reina Victoria del Reino Unido y emperatriz de la India en 1886, cuando contaba con apenas nueve años, un año después de convertirse en imán. Y, décadas después, con el final del Raj británico y la Partición -el episodio histórico que dividió India y Pakistán, causando millones de muertos-, Isabel II concedió igualmente al Aga Khan IV el tratamiento de Alteza. Además, en 1959, el sha Mohamed Reza Pahlavi le otorgó también tratamiento de Alteza Real, aunque el príncipe Karim nunca llegó a utilizar públicamente este reconocimiento.

El Aga Khan V hereda tanto el liderazgo espiritual del imanato como la inmensa fortuna de su padre -estimada en al menos 15.000 millones de euros-, ya que es quien asume las riendas de su fundación, la Red de Desarrollo Aga Khan (AKDN). La AKDN coordina las actividades de más de 200 agencias e instituciones que emplean aproximadamente a 80.000 personas que trabajan fundamentalmente en una treintena de países en desarrollo. Una de esas empleadas, en este caso como alta ejecutiva en Ginebra, es como es bien sabido la Infanta Cristina.

Todo hace pensar que las cosas van a ser muy distintas de ahora en adelante en el imanato, por la personalidad tan discreta del príncipe Rahim. Por lo pronto, su ascenso al trono ha sido privado. Nada que ver con la ceremonia en la que fue proclamado su padre, en 1957, en Dar-es Salm (Tanzania). Miles de fieles ismaelitas asistieron a los fastos, que incluyeron desfiles y fuegos artificiales. Y eso que el príncipe Karim ya modernizó los rituales para acabar con algunas tradiciones de sus predecesores, como el rito del peso, por el cual el nuevo imán recibía tantos kilos de oro y diamantes como pesaba. Las crónicas de la entronización del Aga Khan III en 1946 lo describen, siguiendo la centenaria tradición, vestido con túnica blanca de cuello alto, pantalones negros y enorme gorro de astracán subido al estrado sobre el cual fue pesado ante la multitud al inicio de la ceremonia con la que comenzaba su reinado.

Un símbolo que, presumiblemente, no habrá faltado en el discreto acto de este martes en Lisboa es la presentación de la Espada de la Justicia, bellamente ornamentada y adornada con joyas, que recibe cada nuevo imán como símbolo de que bajo su soberanía se convierte en "Defensor de la Fe".