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Este miércoles, 19 de febrero, Andrés de Inglaterra cumple 65 años y pese a su respetable edad, lejos de sentar la cabeza, el príncipe no para de acumular escándalos. La última polémica casi ha coincidido con su cumpleaños, tras publicarse el 12 de febrero la novela Sí, señora: la vida secreta de sirvientes realesdel periodista Tom Quinn. En el libro salen a la luz comportamientos bastante reprobables y rarezas del que ya todos consideran "la oveja negra" de la familia real inglesa, junto a su sobrino Harry. Según los testimonios de ex trabajadores de Buckingham, el duque de York era "muy mandón", "abusivo" y tendía a actuar como un "matón escolar" con el personal de servicio, algo que atribuyen a su frustración por no poder heredar la Corona.
Una de sus obsesiones, aseguran, era el aspecto físico y la vestimenta del personal, se afirma que llegó a despedir a un empleado "porque no soportaba que tuviera un lunar en su cara" y a otro "por lucir una corbata de nylon". Además de ser en ocasiones abusivo verbalmente, tenía extrañas manías. Por ejemplo, según sus sirvientes tenía una cama con 50 o 60 peluches y sus empleadas recibían una foto para que cada oso estuviera colocado en su posición original. Otra de sus aficiones era estrellar pelotas de tenis contra las paredes, por lo que a veces rompía relojes y objetos de gran valor. Asimismo, cuando tenía que ir al cuarto de baño, en línea con su antigua profesión de marino, daba la orden "despejen cubierta", pues aborrecía encontrar trabajadores en su trayecto al váter.
Desde que el duque de York, de quien se aseguraba que era el hijo favorito de Isabel II, saltó a las portadas mundiales al ser relacionado con los escándalos del caso Epstein, donde se le asoció con actos de abuso sexual y explotación de menores, su vida ha ido cuesta abajo y en picado. La fallecida soberana se vio obligada a pagar 14 millones de euros para evitar que el segundo de sus varones fuera a juicio, pero como castigo, fue apartado en 2019 de la familia real y de los actos oficiales, despojándole también de sus honores y condecoraciones e incluso quitando su nombre a un concurso hípico.
Sin su madre
Tras fallecer Isabel II, el príncipe Andrés ha sido una piedra en el zapato para su hermano mayor, el rey Carlos, que se ha sumado a sus problemas de salud y los de su nuera, Kate Middleton. En 2024 el monarca decidió quitar a su hermano su asignación anual de un millón de libras (1,2 millones de euros), por lo que ahora vive de los fondos privados que percibe del ducado de Lancaster, unas 249.000 libras anuales. También ha intentado inútilmente hacerle abandonar la mansión que ocupa, Royal Lodge, en Windsor, y comparte con su ex mujer, Sarah Ferguson, una lujosa residencia de 30 habitaciones valorada en 35 millones de euros.
Carlos III considera que no tiene derecho a ocupar esa vivienda al haber sido separado de la familia real y se especula con que pretende que se muden a ella los príncipes de Gales, William y Kate, con sus tres hijos. Estos residen en Adelaide Cottage, una residencia también ubicada en Windsor pero sensiblemente más humilde pues tiene solo cuatro dormitorios. Pero Andrés se niega, alegando que en 2003 firmo un contrato de arrendamiento por 75 años, por lo que su hermano Carlos decidió dejarle también de costear la escolta de diez hombres que velan por su seguridad.
En medio de este enfrentamiento, en diciembre saltó otro escándalo al vincular The Telegraph al príncipe con un empresario chino, Yang Tengbo, que tenía prohibida la entrada en el Reino Unido por ser sospechoso de ser espía del partido comunista chino. Parece que el duque de York le había recibido en numerosas ocasiones tanto en el palacio de Buckingham como en el castillo de Windsor. Esta nueva polémica provocó que Andrés fuera excluido de pasar la Navidad en Sandringham junto al resto de la familia real, dado que estas fiestas los royals británicos tienen gran protagonismo mediático. Parece ser que fue su ex, Sarah, quien le convenció de que no era oportuno, dada la polémica que le rodeaba dejarse ver con los Windsor.
A diferencia de su ex marido, Ferguson ha sido readmitida en la familia y sus hijas, Beatriz y Eugenia, que son miembros de pleno derecho y sí pasaron las fiestas en Sandringham, se están viendo bastante perjudicadas por sus comportamientos. Quieren mucho a su padre, pero les salpican negativamente sus comportamientos, pues ahora se ha desvelado que Eugenia estuvo en noviembre en un evento celebrado en el hotel Ritz de Tokio de una empresa vinculada al príncipe Andrés y al citado empresario chino. Si la situación de Andrés de Inglaterra se complica aun más, puede que dé el paso de poner tierra por medio, ya que según se ha publicado, no descarta la posibilidad de afincarse en Abu Dabi, como hizo el Rey Juan Carlos