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No es aventurado pensar que entre las felicitaciones que esta semana le habrán llegado desde todos los rincones del mundo a Muhammad Yunus por su nombramiento como primer ministro interino de Bangladesh, le haya llegado una muy especial desde España: la de la Reina Sofía. Y es que la fuerte amistad que forjó con el conocido como banquero de los pobres es singular.
Entre los pocos confidentes con los que ha contado la hoy Emérita a lo largo de su vida, uno ha sido el economista bangladesí (Chittagong, 1940). Tal llegó a ser la admiración y la complicidad mutua, que por Muhhamad Yunus Doña Sofía hizo lo que por nadie, una defensa pública que tuvo connotaciones políticas internacionales, algo como decimos del todo extraordinario en la biografía de la discreta mujer de Juan Carlos I. Pero vayamos por partes.
La Reina Sofía conoció a Muhammad Yunus en Bruselas en 1993. El economista, que había fundado en la década anterior el Banco Grameen, a través del que desarrolló el proyecto de microcréditos para sacar de la miseria a personas residentes en las zonas más pobres de todo el mundo, acudió a la capital belga para recoger por esta labor el Premio Rey Balduino. Y en el almuerzo en su honor organizado en el Palacio Real por la reina Fabiola, compartió mesa y mantel con Doña Sofía, quien se quedó maravillada con la iniciativa filantrópica. Ella ya había oído hablar de los microcréditos un año antes en la misma Bruselas, cuando había participado en un encuentro internacional sobre mujeres rurales organizado por el Banco Grameen.
Doña Sofía pidió a Yunus que fuera a visitarla a Zarzuela, cosa que él hizo dos meses después, para seguir hablando en profundidad de los microcréditos. Y, dado el interés enorme que el asunto despertó en la soberana española, en 1996 viajó por primera vez a Bangladesh, donde compartió varias jornadas con el ilustre economista recorriendo innumerables aldeas y conociendo de primera mano qué era eso de los microcréditos y qué efectos concretos tenían en la gente que menos tenía.
Doña Sofía se convirtió en embajadora global de los microcréditos. Fue una de las causas personales -al margen de sus funciones institucionales y de sus obligaciones en España- en las que más empeño puso, estrechándose cada vez más la amistad con Yunus, de quien se dice que se prendó totalmente de la Reina -algo que no hay por qué interpretar en todas sus acepciones-.
La madre de Felipe VI, convertida en presidenta de honor de la Cumbre Mundial del Microcrédito, no dejó de asistir a ninguno de estos foros, que cada año se celebraron en un país distinto. Y con Yunus se encontraba como mínimo dos veces al año, y juntos visitaron proyectos casi en los cinco continentes. A él la entonces Reina consorte le hacía hueco cada vez que viajaba a España, moviendo de la agenda lo que fuera. "Puedo decir que es una buena amiga. Mantenemos una relación cálida. Aunque ella es la Reina, por supuesto. Y eso se nota", relató Yunus sobre Doña Sofía a Vanity Fair.
El banquero de los pobres recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998, y el Nobel de la Paz en 2006. A la ceremonia en Oslo, presidida por los reyes Harald y Sonia de Noruega, acudió de forma excepcional Doña Sofía, en calidad de amiga del galardonado, otra demostración del afecto tan enorme que sentía por el economista.
Pero los días de rosas dieron paso a momentos de espinas para Yunus. Y, en 2011, a la intensa campaña de descrédito y de persecución contra él por parte del Gobierno bangladesí encabezado por Sheikh Hasina -la política que acaba de verse obligada a dimitir y a exiliarse por la revuelta popular en su contra-, se unió la difusión de un documental de la televisión noruega que dio la vuelta al mundo, en el que se cuestionaban las bondades de los microcréditos y varios investigadores acusaban a Yunus de desviación de fondos millonarios. Con los años, nada de ello se probó. Pero en el peor momento para la imagen de Yunus, cuando muchos dirigentes mundiales optaron por la reserva y la discreción ante el asunto, la Reina Sofía no dudó en respaldarle públicamente. De algún modo, comprometió a la misma Corona española como nunca para respaldar a su querido amigo, que nunca ha olvidado el cable que en el peor momento les echó a él y a su familia la actual Emérita.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Y hoy el banquero de los pobres vuelve a ser una figura respetada internacionalmente y que acaba de regresar a su patria, con la aureola de héroe, para ponerse al frente de un Gobierno provisional que saque a Bangladesh de su peor crisis política en décadas.