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Escarrer, la familia detrás de los hoteles Melià: seis hijos, 20 nietos y un emporio de 1.500 millones

Gabriel Escarrer montó de la nada un gigante hotelero en 40 países y con 45.000 empleados. Su hijo menor asume el cetro y el sueño de su padre: que la familia "unida" mantenga viva la llama de Meliá.

Los dos hijos varones del difunto Escarrer junto al busto de su padre:a la izquierda de la foto, su sucesor en Meliá, Gabriel; a la derecha, Sebastián.
Los dos hijos varones del difunto Escarrer junto al busto de su padre:a la izquierda de la foto, su sucesor en Meliá, Gabriel; a la derecha, Sebastián.C. CLADERA
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Todo empezó con 100.000 pesetas prestadas y un anuncio por palabras en un periódico local. "Busco hotel para alquilar".

Era 1956. Gabriel Escarrer Juliátenía sólo 21 años y estaba poniendo así el primer ladrillo de un emporio hotelero que hoy, 68 años después, gestiona 357 hoteles en todo el planeta, emplea a 45.000 personas y está valorado en 1.500 millones de euros. Es la principal hotelera española y la tercera europea.

Escarrer procedía de una modesta familia de Porreres, un pueblo del interior de Mallorca en cuyas tierras sus antepasados cultivaban albaricoques, almendras y naranjas. Su padre se había mudado a la ciudad para trabajar en la empresa municipal de aguas, alejándose de los rigores del campo. Y el pequeño Gabriel, como una centella, empezó a olfatear oportunidades de negocio.

Estudió idiomas, trabajó de aprendiz en la agencia de viajes Wagons-Lits y fue a Londres para convertirse, como él mismo decía, en "una enciclopedia teórica del turismo".

Aquel chico al que en su barrio apodaban el extranjerito -por lo de los idiomas y por ser rubio y alto en aquella España tiznada de la posguerra- obtuvo respuesta a su anuncio por palabras.

Gabriel Escarrer durante el funeral de Gabriel Escarrer Juliá
Gabriel Escarrer durante el funeral de Gabriel Escarrer JuliáGTRES

De esta forma se hizo con su primer hotel, el Altair, un caserón propiedad de una señora del barrio de Son Armadams de Palma, cerca del Paseo Marítimo, ese escaparate del turismo europeo que años más tarde él mismo iba a controlar, comprando sus principales hoteles. A esos establecimientos iba de joven como ordenanza, soñando que algún día fuesen suyos. Y lo acabaron siendo.

De allí expandió su compañía a medio mundo. Fue pionero en invertir en el sudeste asiático, con su apuesta por Bali. Luego desembarcó con fuerza en el Caribe, sumándose a la conquista de sus playas y ciudades, punta de lanza en la saga de hoteleros baleares que extendieron allí sus negocios.

Liberal, trabajador incansable y duro competidor, Escarrer fue capaz de trabar amistad con el comunista Fidel Castro, abrir hotel junto al mítico malecón de La Habana y mediar entre el dictador cubano y Aznar.

Jugaba en el tablero global. Se codeaba con reyes y mandatarios. Felipe VI lo condecoró. Innovó y arriesgó (introdujo, por ejemplo, el bufé libre en los hoteles). Pero nunca abandonó su Mallorca natal, donde su compañía, Meliá, tiene sede principal, y donde siempre volvía para reunirse con su familia numerosa en su mansión. Una gran villa diseñada por Oriol Bohigas junto al exclusivo golf de Son Vida.

El pasado 26 de noviembre, Escarrer murió a los 89 años de edad. Dejó viuda, 20 nietos y seis hijos, cuatro de ellas mujeres con carreras labradas al margen de la hotelera.

Sebastián Escarrer durante el funeral de Gabriel Escarrer Juliá
Sebastián Escarrer durante el funeral de Gabriel Escarrer JuliáGTRES

El histórico empresario era una de las principales fortunas de Baleares y el hotelero español con mayor proyección internacional a través de su conocida firma y su don para los negocios, que le llevó recientemente a aliarse con el icónico Rafa Nadal.

Con un patrimonio neto de 719 millones de euros en 2023, el linaje Escarrer es un fijo en el ranking de los 100 apellidos más ricos de España. Su compañía cotiza en Bolsa desde 1996 , donde hoy alcanza un valor de 1.484 millones de euros.

Su muerte ha dejado un vacío en la pléyade empresarial. Y también la incógnita por saber cómo sobrevivirá su legado, la marca que él sostuvo con su fuerte personalidad, su visión, su aura y su fijación por el detalle.

Meliá sigue siendo un gigante con alma familiar. En manos de la saga (aparte del family office) está más del 50% de las acciones. Sin embargo, está fuertemente profesionalizada, y sólo Gabriel Escarrer Jaume, el menor de los seis hermanos, tiene un cargo ejecutivo. La familia no trabaja en la compañía. Gabriel es el presidente y sucesor designado por su padre en 2016. Un empresario pragmático, cercano, de opiniones claras y gran peso en el lobby turístico.

Maria Antonia, Sebastián y Gabriel junto a su padre, Gabriel Escarrer Juliá, en 2007
Maria Antonia, Sebastián y Gabriel junto a su padre, Gabriel Escarrer Juliá, en 2007GTRES

Su hermano Sebastián, con gran protagonismo en la empresa durante dos décadas, salió de ella en 2020, en un movimiento sorprendente, diseñado por su padre, y que generó una cascada de rumores en el sector. Fieles al hermetismo balear, un manto de silencio se tendió sobre cualquier fractura interna. El quinto hermano, primogénito varón, había sido el ejecutor de la apuesta bursátil. Mantuvo la discreción y dirigió su carrera a otra meta. Anunció que canalizaría su "energía a combatir la actual crisis social y de valores".

Escarrer llevaba años planificando su propia ausencia. Le desvelaba pensar que tras su muerte se pudiera romper la unión familiar y su legado. Por ello ideó un proyecto para atarlo todo, asesorado por expertos del IESE y el gurú de la empresa familiar John L. Ward.

"Las personas pasamos, nuestras obran perduran", dijo en uno de sus últimos actos públicos, en un lema de resonancias bíblicas. El tiempo -y quienes le sucedan- dará la medida de esa trascendente sentencia.