Nacido en la madrileña calle de Postas en 1934 como Jacinto Molina Álvarez, desde muy joven fue un apasionado de la pintura, los comics y las películas de terror, especialmente las de los monstruos de la Universal, gustos que inevitablemente le acabarían llevando a trabajar en el mundo del cine. Pero antes de eso ya había ilustrado portadas de discos, escrito novelas de bolsillo o había sido campeón de España de halterofilia en 1958. Quizá ese envidiable físico fue el causante de que le contrataran como figurante de la película Rey de Reyes (1961), rodada en España y a cuyo casting se presentó siendo un estudiante de Arquitectura. Años después, ya como meritorio de dirección de Enrique L. Eguiluz en una película, Jacinto le comentó que había escrito un guion protagonizado por un hombre lobo, algo que tenía en mente desde que había visto en los Cines Iris de la calle de Guzmán el Bueno Frankenstein y el hombre lobo (1943). En principio, el personaje era asturiano, pero la censura no consintió que fuese español, y lo convirtió en un polaco llamado Waldemar Daninsky. La distribuidora alemana que se había interesado por el proyecto le pidió a Jacinto que buscase un nombre artístico para vender mejor la película en el extranjero, y es entonces cuando surge su alias Paul Nashcy, pseudónimo que elige viendo una noticia en el periódico acerca del Papa Pablo VI y otra del levantador de pesas húngaro Imre Nagy, apellido que germanizó.
La película acabó estrenándose en 1968 como La marca del hombre lobo, y la protagonizó él mismo. Quentin Tarantino, declarado admirador de Naschy hasta el punto de escribir el epílogo de sus memorias, Cuando las luces se apagan, recuerda la primera vez que la vio: «Aquel delirio que no respetaba nada y lo respetaba todo me produjo un auténtico desasosiego. No sé las veces que la visioné, descubriendo en cada pase facetas nuevas», dice Tarantino.
Desde entonces, Paul Naschy participó como actor en más de 100 películas y series de televisión, en 39 como guionista y en 16 como director, convirtiéndose en el máximo exponente del fantaterror en España y siendo admirado en todo el mundo. A lo largo de su trayectoria encarnó a numerosas figuras del cine de terror clásico, como el hombre lobo en catorce ocasiones, siendo el actor que más veces lo ha interpretado. Naschy contribuyó además a la creación del Festival de Cine de Sitges en 1968, el más importante del mundo en su género, y es precisamente en él donde se estrena Call me Paul (Llámame Paul), un documental sobre su vida y obra dirigido por el también madrileño Víctor Matellano, y que como Naschy ha dirigido también películas de terror. GRAN MADRID le entrevista en el Cementerio Civil de Madrid, donde Naschy rodó películas como Los monstruos del terror (1970), La rebelión de las muertas (1973) o una de sus películas más celebradas como actor y guionista, La noche de Walpurgis (1971), de León Klimovsky.
«Se grababa en este cementerio porque en la Almudena, en el católico, no estaba permitido rodar una película de vampiros ni una de hombres lobo», explica divertido Matellano, quien ha coescrito el documental con Ángel Sala, desde 2001 director del Festival Internacional de Cine de Sitges.
HISTORIA A CUATRO VOCES
La historia está contada a través de cuatro voces: la de Caroline Munro, actriz inglesa, estrella de la Hammer y chica Bond, que trabajó con Naschy en El aullido del diablo (1987), obra muy significativa, la segunda es la del actor norteamericano Jack Taylor, que coincidió con Naschy en tres ocasiones. La tercera de las voces es la de Sergio Molina, hijo de Paul y actor en varias de sus obras, y por último está la de Héctor Cantolla, actor de doblaje y quien más veces le puso a Paul su voz en el cine. Así, « todas la reflexiones de Paul que aparecen en el documental y que dice Cantolla son estrictas y reales, porque están sacadas de su memorias y de sus declaraciones», especifica el director de Call me Paul.
El documental, cuyo montaje es obra de Abián Molina, viaja a través de la vida de Naschy utilizando imágenes de sus películas, fotografías de su archivo personal y una ficción onírica en la que un niño, que sería el pequeño Jacinto, corre por el bosque perseguido por un lobo. «Quien interpreta al niño es el nieto de Paul Naschy», cuenta Matellano, para quien la teoría fundamental del documental es que lo que te ocurre los primeros años de tu vida, especialmente entre los seis y los 14, es lo que marcará después tu vida artística.
Call me Paul se convierte así en una excelente oportunidad para aproximarnos a la figura de un cineasta español que ha tenido que ser reivindicado fuera de nuestras fronteras para que apreciemos de verdad su importancia. «Naschy, cuyo nombre no puede obviarse en la historia del cine, y por descontado en la del fantástico, se ha ganado su puesto al lado de Poe, King, Karloff, Chaney padre, Lugosi, Price, Lovecraft, Wahle, Browning, Stoker o Doyle. La poliédrica mirada de Naschy ha hecho del cine, la literatura y la magia un referente que va más allá de lo habitual en el mundo de la fantasía, la plástica y el arte de las imágenes en movimiento», dice Tarantino en el epílogo de las memorias del creador madrileño.
¿HÚNGARO?
El título del documental, Call me Paul (Llámame Paul), hace alusión a una frase habitual de Naschy, ya que prefería que públicamente se dirigiesen a él como Paul y no como Jacinto, su verdadero nombre. «Es muy llamativo porque es un nombre con aire extranjero», dice Víctor Matellano. El propio Tarantino, cuando vio en 1969 La marca del hombre lobo, pensó al principio que podía ser una película húngara o que era «mexicana con un protagonista alemán».