Uno de los muchos atractivos del tributo que el contrabajista Christian McBride rinde a su homólogo Ray Brown se encuentra, además de en la dimensión del líder del trío, en los dos músicos elegidos para acompañarle. Tanto el pianista Benny Green como el batería Gregory Hutchison trabajaron junto a Brown a mediados de la década de los noventa, algo que nos recuerda McBride en esta entrevista concedida a EL MUNDO a través del correo electrónico.
«Ambos son también dos de mis más viejos amigos y colaboradores. Benny es un pianista increíble, con un profundo conocimiento de la tradición del jazz. Su habilidad para mezclarlo con su propia voz es notable. Greg es uno de los mejores baterías ahora mismo; su sentimiento e intuición aportan una energía especial que hace crecer cada actuación. Juntos tenemos una química musical difícil de replicar. Es siempre un auténtico gozo crear junto a ellos. Y por supuesto, el hecho de que estuviesen en el trío de Ray otorga a nuestra asociación un carácter aún más significativo».
La gira denominada Remembering Ray Brown se inicia este miércoles en el Palacio de Festivales de Santander, y continúa el jueves en el Teatro Fernán Gómez, dentro del Festival de Jazz de Madrid, el viernes, en el Teatro Cervantes de Málaga, el sábado, con dos pases, en la sala Jamboree de Barcelona, y el domingo en el Auditorio de Zaragoza. Se trata de un proyecto al que nuestro interlocutor llevaba dando vueltas desde hace unos años.
Extender su legado
«La idea me venía rondando desde hace tiempo. Ray fue una figura monumental en el jazz y quería rendirle este tributo por su influencia en los bajistas de cualquier punto del planeta. Era importante, además, contar con socios que no sólo apreciaran el trabajo de Ray sino que también pudieran ampliar los límites de ese legado», apunta McBride.
Nacido en Pittsburgh en 1922 y fallecido en Indianápolis en 2002, Ray Brown está considerado como uno de los más grandes de la historia del instrumento. En su larga y fecunda trayectoria destacan sus distintas formaciones en trío junto al pianista Oscar Peterson y el trabajo junto a Ella Fitzgerald, con quien estuvo casado. Fue uno de los músicos medulares en Jazz at the Philharmonic, la gira de conciertos organizada por Norman Granz a lo largo de los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, a las que se sumaron, entre otros, Duke Ellington, Dizzie Gillespie, Stan Getz y Jimmy Smith.
«Ray Brown no sólo fue un contrabajista fenomenal sino también un maestro del ritmo y la melodía. Encarnó la esencia del contrabajo de jazz y fue una figura fundamental en la configuración del sonido del jazz moderno. Su forma de tocar y su capacidad para apoyar y liderar simultáneamente siempre me han inspirado», explica McBride.
Reconociendo en Brown «una influencia primordial», McBride escoge también a otros virtuosos que han contribuido en su proceso de aprendizaje. «Hay muchos otros contrabajistas que han impactado en mi forma de tocar. Figuras como Charles Mingus, Paul Chambers y Ron Carter aportan cada uno algo único. He aprendido de sus estilos, sus enfoques y su voluntad de innovar».
Ocho premios Grammy
Al impulsor y líder del proyecto tampoco le faltan honores. A sus 52 años, estamos ante uno de los más importantes contrabajistas vivos, también en su faceta como compositor, productor y arreglista. Galardonado con ocho premios Grammy, este artista precoz manifiesta una inquietud constante que le lleva a experimentar en distintos formatos para encauzar su vena creativa. Una de las pruebas recientes es But who's gonna play the melody? (Mack Avenue, 2024), al lado del también contrabajista Edgar Meyer.
«Fue una experiencia fantástica. Edgar aporta una sensibilidad clásica al bajo y su destreza técnica es impresionante. Explotamos juntos diferentes estilos e ideas, mostrando la versatilidad del instrumento", valora. «Prospero en diversos proyectos; cada uno presenta sus propios desafíos y recompensas. Cada colaboración me enseña algo nuevo, ya sea un concierto de jazz o un proyecto con influencias orquestales. Disfruto la variedad, pero hay algo especial en cada esfuerzo que hace que sea difícil elegir un formato favorito».
En los últimos años, McBride también integró un lujoso cuarteto formado por el saxofonista Joshua Redman, el pianista Brad Mehldau y el batería Brian Blade. Juntos grabaron en 1994 Mood swing (Warner) y volvieron a aunar talento en Round again (Nonesuch, 2020) y Long gone (Nonesuch, 2022). Actuaron en el Palau de la Música en octubre de 2022, dentro del Festival de Jazz de Barcelona.
Músico comprometido, cuenta con un trabajo dedicado a líderes que abanderaron la lucha contra el racismo. The movement revisited: a musical portrait of four icons (Mack Avenue, 2020) es un tributo a Rosa Parks, Malcolm X, Martin Luther King y Muhamad Ali. McBride confiesa su inquietud por un grave problema que aún sigue candente. «Sí, estoy profundamente preocupado por el racismo en los Estados Unidos hoy. A pesar de los avances que hemos logrado, todavía existen desafíos importantes. Mi trabajo, especialmente con proyectos como aquel, tiene como objetivo arrojar luz sobre estos temas y honrar el legado de quienes lucharon por la igualdad. La música posee el poder de inspirar cambios y espero contribuir a ese diálogo a través de mi arte».
Vuelve a España, un país que ha visitado con frecuencia en sus distintas expresiones artísticas y donde afirma que se siente muy cómodo. «Tengo buenos recuerdos. La calidez de la gente, la increíble comida y la vibrante escena musical siempre me atraen. Madrid, en particular, tiene un ambiente animado y he disfrutado de conectarme con músicos locales. La rica historia y cultura de la ciudad son inspiradoras".