A las 9.58 un fotógrafo llamó la atención a sus compañeros: «Está todo demasiado tranquilo». Faltaban todavía doce minutos para que Begoña Gómez irrumpiera en los pasillos de la Asamblea para, en menos de 20 pasos, desaparecer de nuevo en la sala Caserón de San Bernardo. Su estancia en la cámara madrileña fue tan fugaz que hay más imágenes de ella dentro de la comisión que atravesando el camino previo desde el aparcamiento. Un grupo de diputados socialistas, con Juan Lobato al frente, acompañó durante el recorrido a la esposa del presidente en un movimiento nada improvisado: Gómez avanzó desde el acceso del garaje hasta la comisión entre la pared y los parlamentarios socialistas que la arropaban, haciendo casi imposible la toma de fotografías y vídeos de su entrada en la cámara.
Lobato fue uno de los rostros más reconocibles en esa coreografía organizada durante la entrada y salida de Begoña Gómez y es ahora quien más se resentirá en la Asamblea. Su presencia no estuvo asegurada hasta horas antes, ya que al ser también senador debía acudir al pleno que se celebra todas las semanas en la Cámara Alta. Pero finalmente hizo de «anfitrión», de cicerone de Gómez en la sede de la soberanía madrileña como líder del partido en la región. Un cargo cuya continuidad lleva meses en la cuerda floja y que a pocas semanas de la celebración del Congreso Federal del PSOE sigue en el aire. De hecho, será en Navidad cuando los socialistas madrileños celebrarán sus primarias, en las que se espera que Ferraz aúpe a un candidato alternativo a Lobato.
En esa delicada situación, entre el papel de guía en los recovecos parlamentarios de la Asamblea y los interrogantes sobre su futuro, Lobato comandó al PSOE madrileño en una de sus jornadas más complicadas. Gómez resolvió su comparecencia en 76 minutos de los cuales 73 fueron de silencio. Los otros tres los empleó para defender su carrera profesional de 25 años, advertir de la campaña política de «bulos y difamaciones» contra ella y anunciar que por recomendación de su abogado no declarar. Y el resto de la jornada Lobato tomó las riendas de la situación.
Tras la rápida salida de Gómez de la comisión fue Lobato quien reaccionó públicamente por parte del PSOE. Su discurso se alineó completamente con el de Ferraz al tildar como «espectáculo lamentable» y «causa política» la comisión de investigación diseñada por el PP para poner el foco sobre la esposa del presidente. A Sánchez precisamente le envió un mensaje en el que le transmitió la «tranquilidad» con la que Gómez había afrontado las preguntas sin respuesta del PP y Vox. «Todo ha ido bien», le comunicó Lobato al jefe del Ejecutivo tras detallarle, como él mismo explicó, que Gómez se había mostrado «muy tranquila, muy seria, muy solvente». «Sabía perfectamente a lo que venía».
Quien también sabe lo que viene a partir de ahora es el propio Lobato, que hoy vuelve a la Asamblea para asistir a la sesión de control autonómica con el convencimiento, como en todo el PSOE regional, de que Isabel Díaz Ayuso tratará de explotar la fotografía del portavoz territorial acompañando a la esposa del presidente del Gobierno. En los últimos tiempos el PP ha aprovechado la difícil situación que atraviesa Lobato a nivel orgánico para tratar de desgastarlo en la Asamblea, una presión que ahora aumentará y que tratará de ligar a la figura de Begoña Gómez.
«Quienes tienen que dar la cara son los políticos. Somos los que tenemos que dar la cara. Ante los medios, en los parlamentos, ante la sociedad civil. Pero aquí lo que hay es totalmente distinto», expresó ayer el dirigente socialista para justificar por qué la comisión de investigación sobre la Universidad Complutense se ha convertido desde su primera sesión en una «persecución política» que lo único que busca es «hacer sufrir a los socialistas y al presidente».
De hecho, comparó el énfasis del PP por llevar a Begoña Gómez a la Asamblea con la falta de explicaciones que el partido dio en la comisión sobre las muertes en residencias durante la pandemia, un comentario que ha generado un importante malestar en Sol. Tanto que el portavoz del Ejecutivo autonómico, Miguel Ángel García Martín, reprochó al líder del PSOE madrileño que volviese a usar «el dolor de las familias» de los fallecidos en las residencias durante la pandemia para «tratar de tapar las vergüenzas de la mujer del presidente del Gobierno».