Disparó el año su primer cartucho con un balazo de suerte allá por Móstoles, donde la Lotería del Niño esparció su bacanal de millones con el segundo premio íntegro y con un jugoso pellizco del Gordo y el tercero. Con semejante pleno al quince echaba a andar enero en la Comunidad de Madrid, como un augurio de buenas nuevas que se fueron diluyendo con el transcurrir de los días. No ha sido el 2024 un año de grandes alborozos -con la torpona excepción del chotis nupcial más famoso de todos los tiempos aunque tampoco lo fue de demasiados desconsuelos.
El calendario ha venido, si acaso, marcado por las habituales tribulaciones de la crónica política, con sus zascas a diestra y a siniestra como en el mejor de los folletines. Consolidadas las mayorías absolutas de Ayuso y Almeida un curso atrás, los últimos 12 meses fueron un eterno choque frontal entre las instituciones madrileñas y el Gobierno central. Fue una combativa Isabel Díaz Ayuso el gran ariete de las políticas de Pedro Sánchez, que llegó a llamar al cuartel general de Sol «la sede de la máquina del fango», y que a su vez fue fue definido por la presidenta regional como un «autoritario ultraizquierdista».
La nula sintonía entre ambos líderes cristalizó como una foto finish a finales de octubre, durante la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Antonio Palacios, el gran arquitecto del Madrid más monumental levantado en los albores del pasado siglo. Quiso el destino -o una calculada estratagema política- que los fastos coincidiesen con la reunión programada desde Moncloa entre la líder popular y el presidente del Gobierno, como parte de la ronda de contactos con todos los presidentes autonómicos. Ayuso dio entonces un sonadísimo plantón a Sánchez para viajar hasta Porriño (Pontevedra), localidad natal del arquitecto, y dar así su bendición a los ilustrísimos homenajes.
Esta guerra fría -o caliente, según se mire- no fue ajena a la Asamblea de Madrid, donde el PP y los partidos de la oposición tampoco atravesaron un año demasiado apacible. 12 meses que han terminado cobrándose dos víctimas. Se adelantó Rocío Monasterio, que en octubre era cesada como portavoz de Vox en Cibeles y terminaba anunciando su salida de la política días después. Pero la marcha que más polvareda ha levantado en los estertores de este 2024 es la de Juan Lobato, que hace apenas unas semanas dimitía como líder del PSOE madrileño -después de advertir que no lo haría- tras verse implicado en la filtración del correo enviado por la pareja de Ayuso a la Fiscalía reconociendo su doble fraude fiscal. Y ha sido Óscar López, el ministro para la Transformación Digital, quien asumió con todas las urgencias las riendas del partido en Madrid.
Fueron precisamente los negocios de Alberto González Amador los causantes de uno de los grandes quebraderos de Ayuso en este 2024. Tras varios meses de investigación, la Fiscalía Provincial de Madrid denunciaba a la pareja de Díaz Ayuso por, presuntamente, defraudar más de 350.000 euros a Hacienda entre 2020 y 2021, a lo que habría que sumar otro delito de falsedad documental. Un caso que ha terminado salpicando gravemente al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el primero imputado por el Tribunal Supremo por «presunta revelación de secretos».
En el plano municipal, tal vez este ha sido el año más dulce para Martínez-Almeida, como si su casorio con Teresa Urquijo -requetebautizado ya por las crónicas de sociedad como la boda del año- hubiese templado los ánimos en el Consistorio. Sí hubo, porque no todo van a ser parabienes en el Palacio de Cibeles, algún que otro encontronazo con Más Madrid -cuyos concejales abandonaron en tropel uno de los plenos tras la expulsión de Rita Maestre por llamar «nazis» a los miembros de Vox-. Tiraron también sus señorías de alguna que otra palabra subida de tono a cuenta de la Medalla de Honor que el Ayuntamiento concedió al «pueblo de Israel», y que contó con el rechazo frontal de la izquierda.
En otro orden de cosas, la hoja de ruta municipal tiene marcadas en rojo algunas de las grandes obras que cambiarán la morfología de Madrid en los próximos años, con el soterramiento de la A-5 (con los trabajos preliminares ya en marcha) como joya de la corona. En 2024 también conocimos que Madrid se extenderá en la periferia, con 20 nuevos barrios planificados para el próximo cuarto de siglo que cubrirán las necesidades poblacionales de una región en constante crecimiento.
Porque si hay algo que ha marcado los últimos 12 meses, en una tendencia que viene atisbándose desde antes incluso de la pandemia, es el boom del lujo en la capital: con Chamberí pisándole los talones al barrio de Salamanca como nuevo maná inmobiliario (con el metro cuadrado superando la barrera de los 10.000 euros) o las incesantes aperturas de restaurantes, hoteles y clubes de alto standing que han colocado a Madrid como una de las mecas mundiales del ocio nocturno. Tal vez el mejor símbolo del músculo madrileño en materia de festejos fuera el doblete de Taylor Swift y el triplete de Carol G en un renovado Bernabéu que pusieron la ciudad patas arriba. Unos conciertos que, sin embargo, desataron las protestas vecinales por el exceso de ruido, lo que provocó la suspensión de eventos musicales en el gran templo madridista hasta que se el recinto se reacondicione y pueda cumplir con la normativa acústica. Quizá en el 2025. O no.
Volvió la región a batir un nuevo récord de visitantes (5,18 millones de turistas extranjeros hasta septiembre de este año), lo que la convertido en un jugoso polo de atracción de inversiones o de eventos deportivos. Al Gran Premio de Madrid de Fórmula 1, que tomará el recinto ferial de Ifema en 2026, se sumó la gala de los Premios Laureus del Deporte el pasado abril y las celebraciones por las calles de la ciudad tras triunfo de España en la Eurocopa o la Champions del Real Madrid (y ya van 15). Y para regar todos estos éxitos, fue también la Villa y Corte la capital mundial de la coctelería al acoger la gala de The World's 50 Best Bars, donde el castizo Salmon Guru volvió a entrar en el ránking mundial de estos Oscar de los bares y la coctelería. Por no faltar, no faltó ni una mascletà que Almeida se sacó de la manga a orillas del río Manzanares -no sin polémica ecologista- para celebrar una suerte de hermanamiento con Valencia.
Y entre algunas sombras -el eterno caos de Cercanías un día sí y otro también, la conmemoración de los 25 años del 11-M, los imposibles precios de la vivienda, la anulación de las Zonas de Bajas Emisiones pergeñadas por Almeida por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid-, se atisbaron también algunas luces: la reapertura del frontón Beti Jai tras años de restauración, el Año Sorolla, el centenario de Matadero, el medio siglo de la M-30 como símbolo de la modernidad de la ciudad... Y los 1.000 números del suplemento GRAN MADRID alcanzados el pasado noviembre y celebrados, cómo no, con todos los brindis que se merecen.