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28 de febrero de 2025. Aeropuerto de Barajas. Control de seguridad. Ramata, una francesa de 24 años, se encuentra en Madrid de paso. Solo está aquí para hacer escala. Sin embargo, lo que debería ser una tediosa pero rutinaria parada en su viaje de vacaciones a Senegal pronto se convierte en una pesadilla. La joven denuncia que fue víctima de lo que ella misma describe como «un trato racista» por parte del personal de seguridad privada que opera los detectores de metales y los escáneres de rayos X en el aeropuerto. Unas acusaciones que, desde AENA, niegan públicamente.
«Pasé por el control de seguridad entre las 12.50 y las 13.20. Una vigilante de unos 50 años me hizo detenerme a un lado, aunque no había sonado ninguna alarma, y se centró en mi cabello. Soy una mujer negra que usa una peluca afro para ocultar mi calvicie y mi enfermedad. Me preguntó si era una peluca y respondí afirmativamente. Luego me pidió tocarla. Acepté», relata Ramata en la queja oficial presentada ante AENA. Sin embargo, lo que parecía un control rutinario pronto se convirtió en una situación que describe como «humillante». «Empezó a comportarse de manera extraña con mi peluca y me ordenó que me la quitara en público y que la pusiera en el escáner de rayos X delante de todo el mundo».
Ramata explica que se negó a hacerlo delante del resto de pasajeros y que propuso a la vigilante de seguridad realizar la inspección en un espacio privado, tal como permite el protocolo de seguridad aeroportuaria. No obstante, asegura que la vigilante: «se negó y me amenazó con no dejarme continuar mi viaje si no me quitaba la peluca en público».
Según su relato, otro vigilante de seguridad trató de interceder para que la mujer cesara en su actitud, pero esta «siguió negándose, buscando humillarme en público», añade.
Solo cuando empezó a hiperventilar y gracias a la intervención de otros dos vigilantes de seguridad, fue escoltada a un espacio privado. «Allí tuve que quitarme, con vergüenza, la única pieza de dignidad que me quedaba», relata. «Lloré como nunca, me sentí humillada y ella nunca se disculpó por lo que me hizo pasar».
En conversaciones con GRAN MADRID, Ramata insiste en que lo ocurrido no fue un malentendido, sino un caso de discriminación. «Me amenazó con no dejarme subir al avión si no me quitaba la peluca delante de todo el mundo, alegando que yo tenía que venir al aeropuerto 'como era'». Además, detalla que «la vigilante incluso trató de desabrocharme la peluca por detrás para quitármela delante de todos», recuerda.
Una versión de los hechos sobre la que AENA difiere, asegurando a GRAN MADRID que, desde un primer momento, «se la invitó a pasar a un lugar apartado para la inspección», que «en los controles hay unas normativas vigentes que son iguales para todos». Asimismo, insisten en que «la forma de actuar en este caso no corresponde a ninguna actitud racista». Una conclusión a la que afirman haber llegado «tras solicitar un informe a la empresa de seguridad» que emplea a la vigilante.
Sin embargo, «no es la primera vez que pasa esto en un aeropuerto», afirma la directora del colectivo Afroféminas, Zinthia Álvarez. «La estigmatización del cabello afro está históricamente ligada a estereotipos raciales y a la idea de inferioridad impuesta a las personas negras. Durante siglos, se ha considerado 'no profesional' o inadecuado, y cuando un guardia de seguridad ignora la petición de una mujer afrodescendiente y trata de desabrocharle la peluca en público, no solo invade su espacio personal y vulnera sus derechos, sino que también refuerza la noción de que su cabello es 'sospechoso'», añade. «Al mismo tiempo», prosigue, esta actitud «ejerce un poder sobre su cuerpo, reproduciendo la violencia que ha negado la dignidad de las mujeres negras».
Mentiras en el informe de la empresa de seguridad
Mientras tanto, desde AENA insisten en que a Ramata se la ha contactado para darle «explicaciones sobre lo sucedido», aunque no reconocen los hechos. De hecho, en uno de los correos electrónicos que la joven francesa recibió ayer, un representante de Aena le indicó -que "es posible que hubiera un malentendido a la hora de explicar la normativa debido a la barrera del idioma", pese a que ella se maneja en castellano con fluidez.
Además, dicho correo electrónico refleja una posible mentira en el informe que la empresa de seguridad entregó a Aena: "Según el informe del Jefe de Equipo presente y, habiendo revisado las imágenes y el procedimiento seguido por los vigilantes de seguridad durante su inspección en el Escáner de Rayos X, se detectó que, debido al volumen de la peluca, se requirió una inspección adicional en presencia de la Guardia Civil. Esto se debió a que, durante la inspección manual, se detectaron bultos en la cabeza que resultaron ser trenzas debajo de la peluca".
Sin embargo, Ramata no lleva trenzas bajo su peluca -tuvo incluso que llegar a enviar una imagen de su cráneo a AENA- ya que la enfermedad para la que se encuentra en tratamiento le obliga a raparse la cabeza.
Respuesta de Aena a la Ramata: "He podido visualizar las imágenes y entiendo perfectamente su malestar"
Tras señalar las imprecisiones del correo de AENA, Ramata volvió a recibir un nuevo email de un cargo de responsabilidad. "Queremos trasladarle nuevamente nuestras sinceras disculpas", arranca el mensaje en el que su emisor manifiesta lo siguiente: "He podido visualizar las imágenes de su paso por el filtro y entiendo perfectamente su malestar, fueron unos minutos de espera con muchas personas a su alrededor, en los que la vigilante de Seguridad realizó en varias ocasiones la exploración manual de su peluca, entendemos que es por aplicación de los procedimientos de la normativa de Seguridad, pero es imprescindible realizar esa inspección en un lugar privado", reconocen.
De este modo, la vía administrativa de la queja queda ya agotada sin ninguna clase de restitución o investigación en profundidad. Por eso, ante este tipo de episodios racistas, Álvarez avisa que quienes sufran este tipo de incidentes pueden denunciarlos formalmente ante el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia.
Ramata no ha vuelto a llevar una peluca afro a imagen de su cabello natural. «La quemé nada más aterrizar y ahora solo me atrevo a llevar pelo de persona blanca», se lamenta, mientras señala la peluca lisa que lleva puesta.