Pedro Sánchez consiguió ayer reunir los 5.300 avales que necesitaba para formalizar su candidatura a la Secretaría General del PSOE. Ha conseguido en diez días el respaldo de sus compañeros para ser reelegido como máximo líder del partido en el congreso que se celebrará en Sevilla a finales de noviembre. Según la web del partido, "Sánchez ha superado ampliamente el tope establecido del 6% del censo, demostrando un sólido respaldo dentro de la organización". Va a ser una elección plácida, no tiene rivales, es candidato único. Nada que ver con la de 2014, cuando le disputó el cargo a Eduardo Madina. Ni con la de 2017, cuando, un año después de su tumultuosa defenestración, recuperó el liderazgo que pretendían también Susana Díaz y sí, su ahora incondicional Patxi López.
Nada que ver con el 38 y el 39 congreso del PSOE y mucho que ver con el 40, el de 2021, donde ya como presidente del Gobierno no tuvo rival. Era aquella una España en plena recuperación pospandémica, y Sánchez reivindicó en su discurso las políticas socialdemócratas, la Constitución del 78 y la igualdad entre regiones en un país plurinacional, mientras hacía equilibrios en la gobernabilidad del país con una mayoría parlamentaria mucho más estable de la que tiene, o no tiene, hoy. Desde entonces la ristra de concesiones exigidas por sus socios para dejarle seguir en el poder, con la Ley de Amnistía y los privilegios de financiación para Cataluña a la cabeza, han movido algunos pilares que sostenían su mandato. Son fisuras todavía pequeñas que sólo se agrandarán si le vienen mal dadas y hay menos poder que repartir. Sánchez lleva años asiéndose al poder que le da estar en el poder. Y lo hace con holgura pasmosa.
El candidato único tendrá el apoyo casi unánime de sus compañeros en el congreso de Sevilla. La disidencia será anecdótica, no hay corrientes en el PSOE. Tiene avales de sobra, pero no los de dos de sus líderes territoriales Emiliano García-Page y Javier Lambán . No se lo han dado. Lo último que ha dicho el castellano- manchego, muy crítico con la amnistía, es que el cupo catalán no cabe en la Constitución ni en cabeza alguna. Se lo dirá al presidente el próximo viernes cuando le reciba en Moncloa, porque él también tiene el poder que le da estar en el poder, en este caso por mayoría absoluta. Sánchez le dará las gracias por su sinceridad en su nombre y el de todos sus compañeros que sí le avalan. Y así mientras dure.
Le decía a Israel Zaballa, el pasado domingo en el periódico, Amy Edmondson, catedrática de Harvard y considerada la mayor experta del mundo en liderazgo, que está demostrado que la gente es más propensa a reprimirse que a expresarse cuando no está segura de si lo que dice será bien recibido por sus superiores. Contrapone a ello su concepto de seguridad psicológica, "de sincerarse y ser transparentes y si se tiene que decir algo, decirlo". Aclara: esto funciona si estás ante un buen líder, que es el que no tiene miedo a emplear frases como "me equivoqué" o "no lo sé, ¿quién me puede ayudar?".