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Lo peor de la democracia, la alternancia

Es preocupante cómo supuestos demócratas cada día tienen más problemas con la alternancia: piensan que la democracia solo es tal cuando gobiernan los suyos

Joe Biden saluda a su sucesor, Donald Trump, en la Casa Blanca.
Joe Biden saluda a su sucesor, Donald Trump, en la Casa Blanca.Evan VucciAP
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David Mejía señalaba en su última columna sobre EEUU que «demócratas y republicanos coinciden en algo: sin ellos no hay democracia». Coincido con él, porque es, además, una tendencia global.

En su dimensión mínima, la democracia consiste en la posibilidad de echar a unos gobernantes y sustituirlos por otros. Igual no parece un gran logro, pero las dictaduras no se distinguen de las democracias porque no haya partidos políticos, parlamentos, medios de comunicación o jueces. De hecho, muchas dictaduras fingen ser democracias porque tienen de todo eso, pero se caracterizan por que la oposición nunca puede llegar al poder. Por tanto, sin posibilidad de alternancia no hay posibilidad de democracia.

Que las dictaduras impidan la alternancia no nos debe sorprender. Lo que nos debe preocupar es cómo supuestos demócratas cada día tienen más problemas con ella: piensan que la democracia solo es tal y merece la pena cuando gobiernan los suyos.

Si los suyos son los que gobiernan, están dispuestos a mirar a otro lado y soportar todo tipo de tropelías porque, al fin y al cabo, ¿no harán los otros lo mismo para, horror, promocionar valores e intereses contrarios a los suyos? Y si están en la oposición consideran que los otros ocupan el poder ilegítimamente, porque ganaron las elecciones con promesas falsas, mentiras descaradas o acuerdos vergonzosos. Así, una vez en el poder, no utilizarán todos sus resortes para gobernar, sino para perpetuarse en él.

Lo grave es que estas percepciones actúan como profecías autocumplidas. Si piensas que ganar una elección es una cuestión existencial porque si la pierdes el otro destruirá la posibilidad de alternancia, lo lógico es que si ganas pienses que el otro hará lo mismo si gana las siguientes elecciones, así que harás todo lo que puedas para evitar la alternancia.

En una política altamente polarizada, esas actitudes explican por qué las democracias están evolucionando hacia el iliberalismo. Fukuyama, el académico más erróneamente citado y peor comprendido del mundo, tenía razón en que, intelectualmente, la democracia liberal era la ganadora pues no habría ninguna forma de organización política superior a ella. Pero eso no excluye un mundo lleno de democracias iliberales, que es adonde vamos.