Los almendros están en flor y la perra Rufina está en celo. El cachorro, que más o menos la ignoraba hasta ahora, se ha puesto seriote y guapo, ha levantado las orejas y ya no le ha importado nada más. Ni salir disparado a saltar en la siembra ni los recortes de carne de la cena...
"Cuidado, que se la va a acabar calzando", ha dicho mi madre con poco pulso poético.
No es la primavera; la berrea es a principios de septiembre y el corzo acude al reclamo entre julio y agosto. Y como encerramos a Rufina, el pobre perro aúlla desesperado a la luna nueva.
Fue Pere Rusiñol —no Rosa Belmonte ni yo— quien dijo aquello de que "Podemos era un plan para follar que se les fue de las manos". La frase vuelve a ser un lugar común ahora que han encontrado A varias mujeres que cuentan que Monedero era un «baboso», que "las empotraba contra la pared" y que en Políticas aconsejaban no cerrar la puerta de su despacho si alguna alumna acudía a consultarle alguna duda.
Nada nuevo bajo Errejón ni nada que no se hubiera rumoreado antes. En las redes es habitual la etiqueta #follemos cuando salen a la luz este tipo de testimonios. También aquello de que Podemos (y Sumar) son organizaciones horizontales porque esa es la posición natural en la que las mujeres logran algún puesto de relevancia. (Aunque eso sería injusto para Ione Belarra, que le guarda la ausencia a Irene Montero hasta que se canse de hacer tiktoks en Bruselas).
Dicen que la compañera —¿la pareja?— de Pablo Iglesias está empeñada en encabezar la candidatura de Podemos en las elecciones que se celebrarán en 2027. (Pierdan toda esperanza de que sean antes). Los encuestadores dicen (yo solo me fío de Jaime Miquel) que si Podemos no se une a Sumar y Pablo e Irene no ceden el liderazgo a alguien nuevo, la formación morada apenas llegará a los 300.000 votos, lo que mermará mucho sus posibilidades de llegar al Congreso.
¿Y si se une a Sumar? Todo depende de si surge un nuevo liderazgo en la izquierda de la izquierda (¡la extrema izquierda, joé!) que le sirva a Sánchez para retener el poder. De momento, no se han podido hacer más esfuerzos para eliminar obstáculos humanos. Las denuncias ya finiquitaron la carrera de Errejón, principal escollo para que Iglesias accediera a la fusión con el partido de Yolanda Díaz. Y ahora es precisamente la vicepresidenta la que busca salida sin perder ese lustre institucional que tanto le gusta. Hay quien ya la sitúa en las listas (las tontas) del PSOE si sus frecuentes berrinches (con Cuerpo, con Montero 'La Grande'...) y mohínes no la hicieran odiada en el Consejo de Ministros. El objetivo es que la izquierda salga a votar, aunque parece que Sánchez confía en que la amenaza de la ultraderecha —Pedro y Starmer se quedan solos en la izquierda frente a Trump— baste para que su electorado no se quede en casa.
El plan para follar no es patrimonio de Iglesias, Errejón... Todo hombre lo tiene. (Los sátiros de Rubens). Lo que pasa es que los planes no se suelen ir de las manos (esto es, salir bien) y, al final, hay que conformarse con la/el que toque. O con lo que se tiene.
Leí en The Atlantic un artículo muy interesante sobre cómo los listos de Silicon Valley (los señores neofeudales, los llamaba Joel Kotkin en su libro de 2020, cuando hasta Musk era progre) se dedican a organizar orgías en las que hacen lo que quieren con otras mujeres (jessicas y no jessicas); siempre con consentimiento. (Si pagan mil pavos por una noche con Ábalos... imagine por azotar o lo que sea a los hombres más ricos del mundo).
Aducía la periodista que firmaba el artículo que la mayoría de estos tipos nunca habían tenido éxito alguno con las mujeres hasta que habían tenido dinero y que esa era la tónica que seguían todas sus relaciones.
Debe de ser duro tener que resignarse a aullar a la luna nueva.